Rimbaud
Edmund White
13 de enero de 1940, Cincinnati, Ohio, EE. UU.
Comme tous les grand poètes, Rimbaud élit ses lecteurs...
Editorial/Colección: Lumen/Futura. Cubierta: Nuria Zaragosa/Random House Mondadori. Fotografía de autor: Bob Peterson. Traducción Nicole d´Amonville Alegría |
Esta lectura tiene sabor a arena, a mares lejanos, a semelles de vent...
Es curioso como llegan las lecturas, siempre lo digo y quienes me conocen ya deben estar cansados de escucharlo, pero es que nunca deja de sorprenderme.
Casi siempre una lectura me lleva a otra.
En este caso no fue solo un libro, fue también una exposición¹ que visité en Cannes, y venía acompañada por «la presencia» de un poeta: el de las suelas de viento, semelles de vent, Arthur Rimbaud. Así fue bautizado por su .... Paul Verlaine.
Robert Combas fue el artista plástico que más llamó mi atención en esa visita, y el que tendió el primer lazo. Él, como explico en mi post del 9/8/2014, pertenecía a un grupo, a un movimiento pictórico: «Figuración libre». Había surgido en Francia a finales de los años setenta y transmitían una visión muy inconformista de la vida y una intensidad que se plasmaba en los colores y temas.
La fuente de inspiración de este grupo fue el largo poema «Una temporada en el infierno», o Une saison en enfer [1873], justamente de Arthur Rimbaud, fueron sus versos implacables cargados de impulso y pasión,... y acá llego al punto de partida.
Esta exposición se llamó «De la expresividad primitiva a la mirada inspirada», [De l´expressivité primitive au regard inspiré], y creo que este título sintetiza perfectamente, aúna los colores vibrantes con la intensidad de un poeta y su obra tan tempranamente abandonada.
Otro lazo que une es «África», sí, porque en esta exposición había más de doscientas esculturas africanas. Y fue este el país elegido como destino por el joven Rimbaud para huir de Francia, de la literatura y de tantas infelicidades y desencantos... —vicisitudes económicas, amores enloquecidos, mala reputación, una madre severa,...— Ya irán agregando sus propias presunciones cuando finalicen este libro revelador.
¿Cuándo descubre el joven poeta de las grandes aspiraciones que el verso no podía ofrecerle lo que pretendía: armonía y entendimiento universal? ¿cuándo «el barco ebrio», aventurero y arriesgado, se abandona a la tristeza?
Otro lazo que une es «África», sí, porque en esta exposición había más de doscientas esculturas africanas. Y fue este el país elegido como destino por el joven Rimbaud para huir de Francia, de la literatura y de tantas infelicidades y desencantos... —vicisitudes económicas, amores enloquecidos, mala reputación, una madre severa,...— Ya irán agregando sus propias presunciones cuando finalicen este libro revelador.
¿Cuándo descubre el joven poeta de las grandes aspiraciones que el verso no podía ofrecerle lo que pretendía: armonía y entendimiento universal? ¿cuándo «el barco ebrio», aventurero y arriesgado, se abandona a la tristeza?
Edmund White fue el escritor que elegí en este momento para saber algo más Rimbaud y volver a él, con más edad y lecturas.
Ya de joven lo había leído —también en francés— y había tenido mis percepciones claramente influenciada por un profesor de la Alliance Française y... ¿quién no leía al poeta ídolo de la juventud?
White es uno de los escritores norteamericanos más prestigiosos de nuestros días. Un destacado novelista, biógrafo y ensayista estadounidense que nació el 13 de enero de 1940 en Cincinnati, Ohio.
Ya de joven lo había leído —también en francés— y había tenido mis percepciones claramente influenciada por un profesor de la Alliance Française y... ¿quién no leía al poeta ídolo de la juventud?
White es uno de los escritores norteamericanos más prestigiosos de nuestros días. Un destacado novelista, biógrafo y ensayista estadounidense que nació el 13 de enero de 1940 en Cincinnati, Ohio.
Miembro de la American Academy of Arts and Letters [Academia Estadounidense de las Artes y de las Letras], muy conocido por su famoso libro The Joy of Gay Sex [1977] y, sobre todo, por su serie de novelas autobiográficas: A boy´s Own Story [1977], The Beautiful Room Is Empty [1988] y The Farewell Symphony [1997].
Es un refinado crítico y autor de tres biografías brillantes: del novelista, dramaturgo y poeta francés, Jean Genet [Premio Nacional de Literatura, 1910-1986; quizá recuerden su obra de teatro, Las criadas, que fue representada en Buenos Aires con Marilú Marini, en el 2012], de Marcel Proust [1871-1922], autor de la obra cumbre de las letras, En busca del tiempo perdido y de Arthur Rimbaud, del que aquí me ocupo.
Es un refinado crítico y autor de tres biografías brillantes: del novelista, dramaturgo y poeta francés, Jean Genet [Premio Nacional de Literatura, 1910-1986; quizá recuerden su obra de teatro, Las criadas, que fue representada en Buenos Aires con Marilú Marini, en el 2012], de Marcel Proust [1871-1922], autor de la obra cumbre de las letras, En busca del tiempo perdido y de Arthur Rimbaud, del que aquí me ocupo.
Edmund Valentine White |
* * *
El mito de Rimbaud me parecía a la vez enigmático y emocionante...
El libro comienza con lo que más me interesa de un lector. Sí, es el propio Edmund White quien se pone en ese lugar y nos cuenta su experiencia de «descubrir a Rimbaud».
Fue por 1956, cuando estudiaba en un colegio de varones en las afueras de Detroit.
Allí apagaban las luces a las diez [a cuántos de los que están leyendo les habrán apagado las luces], pero él se las rebuscaba para seguir con una lectura que lo conmovió desde el primer momento.
Leía una y otra vez los sensuales versos de Le Bateau ivre... J´ai rêvé la nuit vert aux neiges éblouies².
Trataba de hacerlo en francés, aunque a veces, debía desviar su mirada a la derecha y corroborar el significado... Soñé la noche verde de nieves deslumbradas.
Rimbaud había escrito una de las obras que cambiaría el rumbo de la poesía. Revolucionario en el uso de imágenes y simbolismos, con aspectos visionarios y órficos, sería su poema más logrado: El barco ebrio.
Tenía tan solo 17 años, practicamente la misma edad de White en ese entonces.
Lo escribió en el verano que pasó en la casa familiar de Charleville, en el norte de Francia.
Y si nos adelantamos en los hechos del pasado, descubrimos que fue el poema que adjuntó a la carta que mandaría a Paul Verlaine. Así se presentó al que llegaría a ser la persona más importante de su vida.
Años más tarde le dedicaría «La virgen fatua», de su largo y famosao poema en prosa Una estación en el infierno.
La relación entre los dos poetas, quien dominaba a quien, ¿importa? Verlaine era diez años mayor, sin embargo...
«Antes de Rimbaud toda la literatura se escribía con el lenguaje del sentido común», dijo Paul Valéry.
Lo que sí importa es que fue el poeta más experimental de su época. Alguien, dice White, que en los cuatro breves años de su carrera logró tener tres estilos completamente distintos.
Nos lo mostrará el autor, y nos marcará la diferencia con Verlaine, «una voz mucho más lírica».
No dejará de lado, sin embargo White, los aspectos de las relaciones tumultuosas, los vaivenes de su personalidad. Desde los galanteos hasta la huída a Londres. De su vinculación con los communards —los anarquistas que querían convertir a París en una ciudad-estado libre— a las peleas en Bruselas.
Fue en esa ciudad donde los amantes vivieron dos meses, un periódo de miseria y pasión. Extrañamente Verlaine escribió su mejor poemario: Romances sans paroles [Romanzas sin palabras]. Muy interesante el paralelo que el autor hace con la obra de Mendelssohn.
Llegaremos al arrepentimiento de Verlaine y a la renuncia de Rimbaud, a los 19 años, a seguir escribiendo. Sus años dedicados a la creatividad, desde los quince hasta los diecinueve, habían finalizado. Nadie apreciaba su trabajo, «no tenía talentos auténticos —únicamente genialidad».
A esa edad se marchó a África, traficó con armas, enfermó y murió. A los 37 años.
Verlaine, genial y borracho, líder espiritual de los simbolistas, seguiría escribiendo unos años más. Haría publicar las obras de Rimbaud y promocionaría la fama de su amor perdido. En 1883 publicó Les poètes maudits/ Los poetas malditos, sobre Rimbaud, Mallarmé y Corbière.
Ahora, tres gigantes de la literatura, en ese entonces, completos desconocidos.
Y mencioné África, no se debe leer a la ligera esta etapa. White nos lo cuenta... Rimbaud se mostraba reticente y no quería abandonar este país después de haber pasado todos esos años, con episodios infaustos, como una caminata de cuatro meses para alcanzar una meta, pero también con otros más felices y provechosos, donde obtuvo considerables ganancias, siempre ayudado por su voluntad férrea y su facilidad para los idiomas —hablaba árabe y dos lenguas de Abisinia [la moderna Etiopía].
El autor, en esta etapa, nos ubica también en tiempo histórico y político: varias de las potencias europeas se apoderaban de tierras en África a partir de lo que significó el canal de Suez [1869], un atajo inestimable al Lejano Oriente.
La vida dura lo va deteriorando, ... las cartas a su madre y hermana, y los testimonios de los que allí lo conocieron, nos va a ir revelando a un Rimbaud muy distinto del que no hacía mucho luchaba con todos sus ángeles y demonios.
Le crece un enorme tumor en la rodilla y esa es la cusa de su inminente regreso.
Pese a su enfermedad hizo un viaje agotador en camilla hasta el puerto de Zeilah, noroeste de Somalia, cruzó a Adén y llegó a Marsella un 9 de mayo de 1891. Ingresó al hospital donde le amputaron una pierna. Allí pasaría cuatro de los últimos meses de su vida.
Siempre, o casi siempre, pensó que iba a volver a Abisinia, como era conocida Etiopía. Soñaba y se preparaba para ello. Leerán cómo y quién en su familia fue compasivo y lo acompañó hasta el último momento.
En estos capítulos dedicados a África y a los viajes de Rimbaud, resulta sumamente interesante leer sobre Harar, la ciudad protegida por murallas y en esa época bajo el dominio egipcio. Los viajes en burro —los camellos solo se usaban para transportar pertenencias— atravesando desiertos abrasadores, los amanezadores leones, leopardos y hienas... toda esta descripción sumada a la vida del ex escritor, nos hará vivir algo del ambiente de la cuarta ciudad más santa del islam —después de La Meca, Medina y Jerusalén.
Tampoco Rimbaud tuvo problemas acá con el idioma, lingüista diligente y dotado, además de negociar en árabe, pronto lo hizo en harari y oromo. Se vestía cubriéndose con túnicas como un mercader más... aunque sus increíbles ojos azules lo podían haber delatado en sus negociaciones de café y colmillos de márfil... ¡tanto exotismo! lugares remotos añorados [y todavía sin vivir] en Una estación en el infierno...
Y sí que Rimbaud enterró su imaginación y su escritura, no sé si sus recuerdos.
Ahora tenía veintiseís años y estaba por fin bajo esos cielos lejanos. Había dejado atrás sus conductas transgresoras, el acohol, la literatura, la homosexualidad, su arrogancia y desdén, su creatividad...
Pero antes de este último capítulo de su vida, de la década vivida en África antes de regresar y morir en Francia en 1891, mucho caminó. Y debo aclarar que si digo «caminó», me estoy refiriendo a andar a pie, además de recorrer vida, experiencias y lugares.
Rimbaud tenía este carácter: si quería aprender italiano, tenía que ir a Italia. Si no tenía dinero —como ocurría— atravesaba a pie el paso de San Gotardo en Suiza para llegar a Milán.
¿Lo conocen? yo sí. Me quedo sin aliento de solo imaginarlo.
Caminaba hasta que las costillas le atravesaban las paredes del estómago, y perdonen la imágen.
Un eterno caminante, como Nietzsche pero distinto.
Así es como muchas veces debe regresar, enfermo [fiebre tifoidea, paludismo, sífilis,...], a la casa de su madre en Charleville.
Rimbaud anhelaba viajar, era lo que más quería: Bruselas, Viena, Rusia fallido pero preparado, Irlanda, Copenhague, Estocolmo, Alejandría, Arabia, Egipto... era incapaz de llevar una vida sedentaria y convencional. Siempre soñaba con llegar a la mítica Zanzíbar, así lo contaba en las cartas a su madre y hermana.
Volvamos a Verlaine, al finalizar el libro sabremos también quién era quién en la pareja de amantes, uno irritable y caprichoso, el otro sutil, autocompasivo, rápido en sucumbir... les fascinará seguramente este contraste.¿O el genio es imposible de definir con nuestros convencionales términos?
Está claro que Arthur Rimbaud no tenía aspecto de diablo...
Verlaine le llamaba «un ángel exiliado», otros «el ángel caído».
Arthur Rimbaud había nacido un 20 de octubre, un día como hoy del año 1854. Hace 160 años, en la ciudad de Charleville, en el extremo nordeste de Francia. Región llamada las Ardenas, cerca de la frontera belga.
White nos hablará de esta ciudad y de su ambiente familiar. Un padre, que era un apuesto capitán del ejército y cada tanto desaparecía, hasta que lo hace definitivamente. Una madre rígida, católica ferviente y con una fuerte convicción del deber y la autodisciplina. Cuatro hermanos sobrevivientes, y entre ellos, sobre todo Isabelle, su hermana del alma, la que permanecería a su lado no sólo en los momentos más tristes, en los últimos... sino la que también se dedicaría a mejorar su imagen y promover su obra después de muerto.
El autor contrapondrá, en este tema, el entorno familiar de Verlaine.
Algo de este atrevido profesor tiene que haber reultado atrayente a Rimbaud...
Siendo aún un niño, Rimbaud ya se había convertido en alguien resueltamente antiburgués. Y este nuevo profesor Izambard, un poeta de 20 años que no tuvo inconveniente en prestar sus libros al ávido estudiante, fue un gran estímulo.
«No olvidar la enorme capacidad de lectura de Rimbaud», nos dice Philippe Sollers.
Claro que Madame Rimbaud recelaba de estas lecturas prestadas. Y tal es así, que pasados varios años de la muerte de su hijo, la familia seguiría culpando al profesor por haber introducido el gusano en la manzana y por haberlo engañado... llevándole por el mal camino del vicio y de la extravagancia.
Fue Izambard quien detectó la personalidad desdoblada de Rimbaud: era uno con la familia y en la escuela, segregado y reticente, y otro en sus charlas íntimas, donde daba rienda suelta a una verdadera exuberancia intelectual.
El propio Rimbaud lo entendería más tarde... cuando escibió: «Yo es otro».
Mientras ocurrían emocionantes acontecimientos políticos, Rimbaud también exploraba...
En julio de 1870, la Francia imperial declaraba la guerra a Prusia. Napoleón III era vencido y capturado a pocos kilómetros de las Ardenas, donde vivía Rimbaud y su familia.
Francia era ocupada por los prusianos y poco después comenzaría el caótico periódo que termina con la fundación de la Tercera República,... contado rápidamente.
Mientras tanto, Rimbaud ya era un escritor con varios premios académicos. No le interesaban en lo más mínimo.
Inconforme, varias veces se escapa de la casa y varias veces lo atrapan. Soñaba con la libertad y con la vida bohemia. El tedio de Charleville lo abrumaba.
Así nos enteramos de los días en la cárcel, de sus amigos y aventuras, de la relación con una madre severa e implacable, de los poemas de esa época del pequeño y consentido Rimbaud... puede que no sean las obras maestras que pronto compondría, «pero eran encantadores y sensuales, llenos de una joie de vivre que no solemos asociar con él».
Ha llegado el momento de una lengua universal, la que hablará directamente de un alma a otra...
Y con la lectura que sigue, celebraremos lo que sería su futura utopía. Una y otra vez Rimbaud pedirá a gritos «lo nuevo».
La «Carta del vidente» es notable, nos dice White, porque corta limpiamente con el pasado y llama a una radical reinvención de la poesía.
Los invito a descubrirla leyendo este libro y la obra de Arthur Rimbaud.
A ver por sí mismos estas facultades visionarias, una percepción buscada con dolor, ...para que existiera debía romper con los hábitos, debía desordenar los sentidos.
Esta es una parte de la carta que envía Rimbaud al profesor Izambard en mayo de 1871. Inquietante en su lectura completa.
La recibe un profesor indiferente y lo detecta un poeta ofendido.
¿Acaso no entendió el significado, la confesión velada?
Como sea, esto puso fin a la amistad. Rimbaud no soportó su insensibilidad.
A los pocos días, la reescribió y se la mandó al poeta Paul Demeny.
Consideradas como uno de los cimientos de la poesía moderna, en ambas aparece la famosa frase «Je est un autre» [«Yo es otro»]. Mucho se ha hablado de su significado.
White nos explica que en el acto de introspección objetivamos el yo, experimentamos el yo como si perteneciera a otra persona. Hay un observador y un observado.
Una y otra vez Rimbaud pedirá a gritos «lo nuevo». Un futuro donde la poesía y el mundo parecen ir de la mano: nuevas palabras, nuevas formas, una nueva sociedad.
Abrazaba los ideales democráticos y soñaba con un futuro donde el arte y la ciencia colaborarían para la felicidad de todos. Adhirió al espíritu de progreso que caracterizaban ese siglo.
A diferencia de Baudelaire no quiere refugiarse en un mundo poético de sonetos perfectos, al contrario. Quiere ser un «anotador de nuevas sensaciones», de todo lo que detectan y perciben sus sentidos.
Y uso este impulso para despedirme de esta etapa, la que Rimbaud encarnó con máxima perfección en su famoso soneto «Vocales», expresión mayúscula de la sensación pura. Aquí un fragmento del que instántaneamente se convirtió en una obra de antología. Elijo la «U» y su color verde, esencial el uso de la sinestecia:
Rimbaud era uno de los pocos poetas de la época que miraba al futuro, a un futuro bastante abstracto.
En Las Iluminaciones, futurista e impersonal, están los dos primeros poemas en verso libre escritos en francés: Marina y Movimiento.
Fue escrito mayormente durante su estadía en Inglaterra con su amigo y amante, Verlaine.
Cuando se van de Londres, Verlaine a París y Rimbaud a Charleville, donde se reúne con su familia, va a escribir su otra obra maestra.
Todos trabajaban en la reparación de la granja en Roche. Rimbaud subía al desván y escribía Una temporada en el infierno, una obra retrospectiva y autobiográfica.
Un libro completamente distinto a cuanto se había escrito. Ni trama, ni personajes, ni diálogos, ni acción... White le dedica un completo y accesesible análisis.
Mucho se lo ha estudiado, Rimbaud el simbolista, el decadente, el surrealista, el cabalista, el alquimista, el aventurero, el pervertido...
Todos hablaron de él, desde Proust hasta Dylan, desde Jim Morrison a Artaud, pasando por Kundera y Barthes. Sartre desmenuzó la frase «Je est un autre» y Paul Claudel, hermano de Camille, fue su defensor más acérrimo. Jack Kerouac y todos los beats...
Todos,... y él sigue eludiéndonos, corre por delante nuestro, l´homme aux semelles de vent.
Pido disculpas si molesta esta última frase cliché, es que después de tanto leer sobre Arthur Rimbaud, la imagen del que mucho camina, libre, literal y metafóricamente hablando, es la que mejor lo define.
No es facil escribir de la leyenda Rimbaud, en esta época, después de tantos estudios, biografías, análisis de exegetas eruditos. Edmund White lo logra con maestría.
Nos cuenta algo más del rebelde, arrogante, lindo, impertinente, valiente, genial poeta francés y de su devoto promotor, esos pájaros.
Años más tarde le dedicaría «La virgen fatua», de su largo y famosao poema en prosa Una estación en el infierno.
La relación entre los dos poetas, quien dominaba a quien, ¿importa? Verlaine era diez años mayor, sin embargo...
«Antes de Rimbaud toda la literatura se escribía con el lenguaje del sentido común», dijo Paul Valéry.
Lo que sí importa es que fue el poeta más experimental de su época. Alguien, dice White, que en los cuatro breves años de su carrera logró tener tres estilos completamente distintos.
Nos lo mostrará el autor, y nos marcará la diferencia con Verlaine, «una voz mucho más lírica».
No dejará de lado, sin embargo White, los aspectos de las relaciones tumultuosas, los vaivenes de su personalidad. Desde los galanteos hasta la huída a Londres. De su vinculación con los communards —los anarquistas que querían convertir a París en una ciudad-estado libre— a las peleas en Bruselas.
Fue en esa ciudad donde los amantes vivieron dos meses, un periódo de miseria y pasión. Extrañamente Verlaine escribió su mejor poemario: Romances sans paroles [Romanzas sin palabras]. Muy interesante el paralelo que el autor hace con la obra de Mendelssohn.
Llegaremos al arrepentimiento de Verlaine y a la renuncia de Rimbaud, a los 19 años, a seguir escribiendo. Sus años dedicados a la creatividad, desde los quince hasta los diecinueve, habían finalizado. Nadie apreciaba su trabajo, «no tenía talentos auténticos —únicamente genialidad».
A esa edad se marchó a África, traficó con armas, enfermó y murió. A los 37 años.
Verlaine, genial y borracho, líder espiritual de los simbolistas, seguiría escribiendo unos años más. Haría publicar las obras de Rimbaud y promocionaría la fama de su amor perdido. En 1883 publicó Les poètes maudits/ Los poetas malditos, sobre Rimbaud, Mallarmé y Corbière.
Ahora, tres gigantes de la literatura, en ese entonces, completos desconocidos.
Y mencioné África, no se debe leer a la ligera esta etapa. White nos lo cuenta... Rimbaud se mostraba reticente y no quería abandonar este país después de haber pasado todos esos años, con episodios infaustos, como una caminata de cuatro meses para alcanzar una meta, pero también con otros más felices y provechosos, donde obtuvo considerables ganancias, siempre ayudado por su voluntad férrea y su facilidad para los idiomas —hablaba árabe y dos lenguas de Abisinia [la moderna Etiopía].
El autor, en esta etapa, nos ubica también en tiempo histórico y político: varias de las potencias europeas se apoderaban de tierras en África a partir de lo que significó el canal de Suez [1869], un atajo inestimable al Lejano Oriente.
La vida dura lo va deteriorando, ... las cartas a su madre y hermana, y los testimonios de los que allí lo conocieron, nos va a ir revelando a un Rimbaud muy distinto del que no hacía mucho luchaba con todos sus ángeles y demonios.
Le crece un enorme tumor en la rodilla y esa es la cusa de su inminente regreso.
Pese a su enfermedad hizo un viaje agotador en camilla hasta el puerto de Zeilah, noroeste de Somalia, cruzó a Adén y llegó a Marsella un 9 de mayo de 1891. Ingresó al hospital donde le amputaron una pierna. Allí pasaría cuatro de los últimos meses de su vida.
Siempre, o casi siempre, pensó que iba a volver a Abisinia, como era conocida Etiopía. Soñaba y se preparaba para ello. Leerán cómo y quién en su familia fue compasivo y lo acompañó hasta el último momento.
En estos capítulos dedicados a África y a los viajes de Rimbaud, resulta sumamente interesante leer sobre Harar, la ciudad protegida por murallas y en esa época bajo el dominio egipcio. Los viajes en burro —los camellos solo se usaban para transportar pertenencias— atravesando desiertos abrasadores, los amanezadores leones, leopardos y hienas... toda esta descripción sumada a la vida del ex escritor, nos hará vivir algo del ambiente de la cuarta ciudad más santa del islam —después de La Meca, Medina y Jerusalén.
Tampoco Rimbaud tuvo problemas acá con el idioma, lingüista diligente y dotado, además de negociar en árabe, pronto lo hizo en harari y oromo. Se vestía cubriéndose con túnicas como un mercader más... aunque sus increíbles ojos azules lo podían haber delatado en sus negociaciones de café y colmillos de márfil... ¡tanto exotismo! lugares remotos añorados [y todavía sin vivir] en Una estación en el infierno...
A veces veo, en el cielo, playas sin fin, cubiertas de blancas naciones alegres. Un gran bajel de oro, por encima de mí, agita sus banderolas multicolores a las brisas de la mañana. He creado todas las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas. He tratado de inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. He creído adquirir poderes sobrenaturales. Pues bien, ¡tengo que enterrar mi imaginación y mis recuerdos! ... ¡Yo! ¡Yo, que me dije mago o ángel...!
Y sí que Rimbaud enterró su imaginación y su escritura, no sé si sus recuerdos.
Ahora tenía veintiseís años y estaba por fin bajo esos cielos lejanos. Había dejado atrás sus conductas transgresoras, el acohol, la literatura, la homosexualidad, su arrogancia y desdén, su creatividad...
* * *
Pero antes de este último capítulo de su vida, de la década vivida en África antes de regresar y morir en Francia en 1891, mucho caminó. Y debo aclarar que si digo «caminó», me estoy refiriendo a andar a pie, además de recorrer vida, experiencias y lugares.
Rimbaud tenía este carácter: si quería aprender italiano, tenía que ir a Italia. Si no tenía dinero —como ocurría— atravesaba a pie el paso de San Gotardo en Suiza para llegar a Milán.
¿Lo conocen? yo sí. Me quedo sin aliento de solo imaginarlo.
Caminaba hasta que las costillas le atravesaban las paredes del estómago, y perdonen la imágen.
Un eterno caminante, como Nietzsche pero distinto.
Así es como muchas veces debe regresar, enfermo [fiebre tifoidea, paludismo, sífilis,...], a la casa de su madre en Charleville.
Rimbaud anhelaba viajar, era lo que más quería: Bruselas, Viena, Rusia fallido pero preparado, Irlanda, Copenhague, Estocolmo, Alejandría, Arabia, Egipto... era incapaz de llevar una vida sedentaria y convencional. Siempre soñaba con llegar a la mítica Zanzíbar, así lo contaba en las cartas a su madre y hermana.
* * *
Volvamos a Verlaine, al finalizar el libro sabremos también quién era quién en la pareja de amantes, uno irritable y caprichoso, el otro sutil, autocompasivo, rápido en sucumbir... les fascinará seguramente este contraste.¿O el genio es imposible de definir con nuestros convencionales términos?
Está claro que Arthur Rimbaud no tenía aspecto de diablo...
Verlaine le llamaba «un ángel exiliado», otros «el ángel caído».
Arthur Rimbaud había nacido un 20 de octubre, un día como hoy del año 1854. Hace 160 años, en la ciudad de Charleville, en el extremo nordeste de Francia. Región llamada las Ardenas, cerca de la frontera belga.
White nos hablará de esta ciudad y de su ambiente familiar. Un padre, que era un apuesto capitán del ejército y cada tanto desaparecía, hasta que lo hace definitivamente. Una madre rígida, católica ferviente y con una fuerte convicción del deber y la autodisciplina. Cuatro hermanos sobrevivientes, y entre ellos, sobre todo Isabelle, su hermana del alma, la que permanecería a su lado no sólo en los momentos más tristes, en los últimos... sino la que también se dedicaría a mejorar su imagen y promover su obra después de muerto.
El autor contrapondrá, en este tema, el entorno familiar de Verlaine.
Algo de este atrevido profesor tiene que haber reultado atrayente a Rimbaud...
Siendo aún un niño, Rimbaud ya se había convertido en alguien resueltamente antiburgués. Y este nuevo profesor Izambard, un poeta de 20 años que no tuvo inconveniente en prestar sus libros al ávido estudiante, fue un gran estímulo.
«No olvidar la enorme capacidad de lectura de Rimbaud», nos dice Philippe Sollers.
Claro que Madame Rimbaud recelaba de estas lecturas prestadas. Y tal es así, que pasados varios años de la muerte de su hijo, la familia seguiría culpando al profesor por haber introducido el gusano en la manzana y por haberlo engañado... llevándole por el mal camino del vicio y de la extravagancia.
Fue Izambard quien detectó la personalidad desdoblada de Rimbaud: era uno con la familia y en la escuela, segregado y reticente, y otro en sus charlas íntimas, donde daba rienda suelta a una verdadera exuberancia intelectual.
El propio Rimbaud lo entendería más tarde... cuando escibió: «Yo es otro».
Mientras ocurrían emocionantes acontecimientos políticos, Rimbaud también exploraba...
En julio de 1870, la Francia imperial declaraba la guerra a Prusia. Napoleón III era vencido y capturado a pocos kilómetros de las Ardenas, donde vivía Rimbaud y su familia.
Francia era ocupada por los prusianos y poco después comenzaría el caótico periódo que termina con la fundación de la Tercera República,... contado rápidamente.
Mientras tanto, Rimbaud ya era un escritor con varios premios académicos. No le interesaban en lo más mínimo.
Inconforme, varias veces se escapa de la casa y varias veces lo atrapan. Soñaba con la libertad y con la vida bohemia. El tedio de Charleville lo abrumaba.
Así nos enteramos de los días en la cárcel, de sus amigos y aventuras, de la relación con una madre severa e implacable, de los poemas de esa época del pequeño y consentido Rimbaud... puede que no sean las obras maestras que pronto compondría, «pero eran encantadores y sensuales, llenos de una joie de vivre que no solemos asociar con él».
Ha llegado el momento de una lengua universal, la que hablará directamente de un alma a otra...
Y con la lectura que sigue, celebraremos lo que sería su futura utopía. Una y otra vez Rimbaud pedirá a gritos «lo nuevo».
La «Carta del vidente» es notable, nos dice White, porque corta limpiamente con el pasado y llama a una radical reinvención de la poesía.
«El primer objeto de estudio del hombre que quiere ser poeta es su propio conocimiento, completo; se busca el alma, la inspecciona, la prueba, la aprende. Cuando ya se la sabe, tiene que cultivarla; lo cual parece fácil: en todo cerebro se produce un desarrollo natural; tantos egoístas se proclaman autores; ¡hay otros muchos que se atribuyen su progreso intelectual! —Pero de lo que se trata es de hacer monstruosa el alma».
Los invito a descubrirla leyendo este libro y la obra de Arthur Rimbaud.
A ver por sí mismos estas facultades visionarias, una percepción buscada con dolor, ...para que existiera debía romper con los hábitos, debía desordenar los sentidos.
«El poeta se hace vidente por un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; busca por sí mismo, agota en sí todos los venenos, para no quedarse sino con sus quintaesencias. Inefable tortura en la que necesita de toda la fe, de toda la fuerza sobrehumana...».
Esta es una parte de la carta que envía Rimbaud al profesor Izambard en mayo de 1871. Inquietante en su lectura completa.
La recibe un profesor indiferente y lo detecta un poeta ofendido.
¿Acaso no entendió el significado, la confesión velada?
Como sea, esto puso fin a la amistad. Rimbaud no soportó su insensibilidad.
A los pocos días, la reescribió y se la mandó al poeta Paul Demeny.
Consideradas como uno de los cimientos de la poesía moderna, en ambas aparece la famosa frase «Je est un autre» [«Yo es otro»]. Mucho se ha hablado de su significado.
White nos explica que en el acto de introspección objetivamos el yo, experimentamos el yo como si perteneciera a otra persona. Hay un observador y un observado.
Una y otra vez Rimbaud pedirá a gritos «lo nuevo». Un futuro donde la poesía y el mundo parecen ir de la mano: nuevas palabras, nuevas formas, una nueva sociedad.
Abrazaba los ideales democráticos y soñaba con un futuro donde el arte y la ciencia colaborarían para la felicidad de todos. Adhirió al espíritu de progreso que caracterizaban ese siglo.
A diferencia de Baudelaire no quiere refugiarse en un mundo poético de sonetos perfectos, al contrario. Quiere ser un «anotador de nuevas sensaciones», de todo lo que detectan y perciben sus sentidos.
Y uso este impulso para despedirme de esta etapa, la que Rimbaud encarnó con máxima perfección en su famoso soneto «Vocales», expresión mayúscula de la sensación pura. Aquí un fragmento del que instántaneamente se convirtió en una obra de antología. Elijo la «U» y su color verde, esencial el uso de la sinestecia:
U, ciclos, vibraciones divinas, verdes mares,
paz de pastos sembrados de animales, de surcos
que la alquimia ha grabado en las frentes que estudian.
Rimbaud era uno de los pocos poetas de la época que miraba al futuro, a un futuro bastante abstracto.
En Las Iluminaciones, futurista e impersonal, están los dos primeros poemas en verso libre escritos en francés: Marina y Movimiento.
Fue escrito mayormente durante su estadía en Inglaterra con su amigo y amante, Verlaine.
Cuando se van de Londres, Verlaine a París y Rimbaud a Charleville, donde se reúne con su familia, va a escribir su otra obra maestra.
Todos trabajaban en la reparación de la granja en Roche. Rimbaud subía al desván y escribía Una temporada en el infierno, una obra retrospectiva y autobiográfica.
Un libro completamente distinto a cuanto se había escrito. Ni trama, ni personajes, ni diálogos, ni acción... White le dedica un completo y accesesible análisis.
Mucho se lo ha estudiado, Rimbaud el simbolista, el decadente, el surrealista, el cabalista, el alquimista, el aventurero, el pervertido...
Todos hablaron de él, desde Proust hasta Dylan, desde Jim Morrison a Artaud, pasando por Kundera y Barthes. Sartre desmenuzó la frase «Je est un autre» y Paul Claudel, hermano de Camille, fue su defensor más acérrimo. Jack Kerouac y todos los beats...
Todos,... y él sigue eludiéndonos, corre por delante nuestro, l´homme aux semelles de vent.
Pido disculpas si molesta esta última frase cliché, es que después de tanto leer sobre Arthur Rimbaud, la imagen del que mucho camina, libre, literal y metafóricamente hablando, es la que mejor lo define.
No es facil escribir de la leyenda Rimbaud, en esta época, después de tantos estudios, biografías, análisis de exegetas eruditos. Edmund White lo logra con maestría.
Nos cuenta algo más del rebelde, arrogante, lindo, impertinente, valiente, genial poeta francés y de su devoto promotor, esos pájaros.
C. G.
Me gustó:
Recomiendo este libro porque tiene un valor extra que valoro. Sin adelantarme en una apreciación que podría influír en un futuro lector, sólo digo que los poetas, en este caso, aparecen siendo lo que fueron. Solamente que alguna crítica y algunos especialistas, no todos, los limitaron con etiquetas erróneamente identificadoras.
Los lectores a menudo hemos leído el absurdo de celebrar a un poeta como «el poeta católico más grande de la lengua francesa», y al mismo tiempo saber que era «un marido brutal e impío miserable» [Verlaine]. O aquellos que describirían a Rimbaud como un santo, o el precursor de los surrealistas, o cabecilla de los decadentes —movimiento del que el poeta nunca había oído hablar.
En todo caso, las contradicciones existen en todos los campos. Y todos abrazaron a Rimbaud, movimiento serio o frívolo, popular o clásico. Recomiendo este libro porque tiene un valor extra que valoro. Sin adelantarme en una apreciación que podría influír en un futuro lector, sólo digo que los poetas, en este caso, aparecen siendo lo que fueron. Solamente que alguna crítica y algunos especialistas, no todos, los limitaron con etiquetas erróneamente identificadoras.
Los lectores a menudo hemos leído el absurdo de celebrar a un poeta como «el poeta católico más grande de la lengua francesa», y al mismo tiempo saber que era «un marido brutal e impío miserable» [Verlaine]. O aquellos que describirían a Rimbaud como un santo, o el precursor de los surrealistas, o cabecilla de los decadentes —movimiento del que el poeta nunca había oído hablar.
Escrito con infrecuente sinceridad, sin tapujos, crudo ¿por qué no? Usando un excelente lenguaje y elocuencia que revelan la gran erudición y conocimiento de Edmund White.
Nos movemos por un París no siempre glamoroso, el joven «sinvergüenza» va de buhardilla en buhardilla, adoptando actitudes baudelairianas y conductas inquietantes.
Un ambiente integrado por artistas de la talla de Berlioz, Wagner, Manet, Daudet, tantos más... y la banda parnasiana que malamente se acostumbraba a los desatinos de Verlaine y Rimbaud.
Pero, en los círculos bohemios, los artistas tenían un código de honor. «Se perdonaban unos a otros las excentricidades».
Nos queda a nosotros disfrutar de su arte y apreciarlo con nuestras singularidades.
Rimbaud regresa muchas veces en sus escritos al tema de «dejarse llevar», de ir... flotando, libre de censuras.
Me quedo con esta imágen, la suya, la de alguien con capacidades lingüístcas, con conocimiento de mitología, del que no parodia a otros poetas,... en definitiva, del que escribe un poema dedicado al mar que nunca había visto.
Nos queda a nosotros disfrutar de su arte y apreciarlo con nuestras singularidades.
Rimbaud regresa muchas veces en sus escritos al tema de «dejarse llevar», de ir... flotando, libre de censuras.
Me quedo con esta imágen, la suya, la de alguien con capacidades lingüístcas, con conocimiento de mitología, del que no parodia a otros poetas,... en definitiva, del que escribe un poema dedicado al mar que nunca había visto.
C. G.
Mis notas, lecturas, sitios de interés:
¹-Robert Combas en Cannes & un poema de Arthur Rimbaud [9-8-2014]:
http://blogdecee.blogspot.com.ar/2014/08/robert-combas-en-cannes-un-poema-de.html
http://blogdecee.blogspot.com.ar/2014/08/robert-combas-en-cannes-un-poema-de.html
²- Le bateau ivre:
http://poesie.webnet.fr/lesgrandsclassiques/poemes/arthur_rimbaud/le_bateau_ivre.html
- El barco ebrio:
http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/fran/rimbaud/el_barco_ebrio.htm
- Iluminaciones/ Las iluminaciones, Arthur Rimbaud: colección de poemas en prosa; se publicaron por primera vez en 1886, en la revista literaria La Vogue, y luego en forma de libro.
Leer: http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/r/Rimbaud,%20Jean%20Arthur%20-%20Iluminaciones.pdf
- Vocales, Arthur Rimbaud: uno de los poemas más famosos; soneto en alejandrinos escrito entre 1870 y 1871. Publicado por primera vez en la revista Lutèce por Paul Verlaine en 1883. El poeta da un color a cada una de las vocales.
Texto completo: http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/fran/rimbaud/vocales.htm
- Una temporada en el infierno/ Une saison en enfer, Arthur Rimbaud: largo poema en prosa escrito alrededor de 1873. Es la única obra publicada por Rimbaud personalmente.
http://www.lamaquinadeltiempo.com/Rimbaud/tempor2.htm
- Iluminaciones/ Las iluminaciones, Arthur Rimbaud: colección de poemas en prosa; se publicaron por primera vez en 1886, en la revista literaria La Vogue, y luego en forma de libro.
Leer: http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital/libros/r/Rimbaud,%20Jean%20Arthur%20-%20Iluminaciones.pdf
- Vocales, Arthur Rimbaud: uno de los poemas más famosos; soneto en alejandrinos escrito entre 1870 y 1871. Publicado por primera vez en la revista Lutèce por Paul Verlaine en 1883. El poeta da un color a cada una de las vocales.
Texto completo: http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/fran/rimbaud/vocales.htm
- Una temporada en el infierno/ Une saison en enfer, Arthur Rimbaud: largo poema en prosa escrito alrededor de 1873. Es la única obra publicada por Rimbaud personalmente.
http://www.lamaquinadeltiempo.com/Rimbaud/tempor2.htm
http://abardel.free.fr/petite_anthologie/prologue_lecture_methodique.htm
http://abardel.free.fr/tout_rimbaud/une_saison_en_enfer.htm#nuit_de_l_enfer
- Sitio oficial de Edmund White:
http://www.edmundwhite.com/
- Phillipe Sollers [Philippe Joyaux]: [Talence, Gironda, 1936] escritor francés, autor de Studio. «Esta novela es un primer intento de explorar a fondo, revelar, a través de Hölderlin y Rimbaud, la aventura poética llevada al extremo», dijo el mismo autor.
Casado con la escritora, semióloga y psicoanalista Julia Kristeva, de la que pronto publicaré Thérèse mon amour.
Artículo: «Pourquoi lire Rimbaud aujourd’hui ? Comment le lire?»
Et que signifie «lire» au juste quand il s’agit de Rimbaud ?
De tous les écrivains français, Philippe Sollers est l’un des rares qui posent la question sans répit.
Elle traverse toute son oeuvre: romans, écrits critiques et conférences.
¿Por qué leer hoy a Rimbaud? ¿Cómo leerlo?
Y qué significa «leer» exactamente cuando se trata de Rimbaud.
De todos los escritores franceses, Philippe Sollers es uno de los pocos que se hacen la pregunta sin descanso, sin tregua.
Atraviesa toda su obra: novelas, textos críticos y conferencias.
Recomiendo leer este artículo en francés, de él es la frase que uso al principio: Comme tous les grands poètes, Rimbaud élit ses lecteteurs/ Como todos los grandes poetas, Rimbaud elige sus lectores.
http://www.pileface.com/sollers/article.php3?id_article=269#section2
- Phillipe Sollers [Philippe Joyaux]: [Talence, Gironda, 1936] escritor francés, autor de Studio. «Esta novela es un primer intento de explorar a fondo, revelar, a través de Hölderlin y Rimbaud, la aventura poética llevada al extremo», dijo el mismo autor.
Casado con la escritora, semióloga y psicoanalista Julia Kristeva, de la que pronto publicaré Thérèse mon amour.
Artículo: «Pourquoi lire Rimbaud aujourd’hui ? Comment le lire?»
Et que signifie «lire» au juste quand il s’agit de Rimbaud ?
De tous les écrivains français, Philippe Sollers est l’un des rares qui posent la question sans répit.
Elle traverse toute son oeuvre: romans, écrits critiques et conférences.
¿Por qué leer hoy a Rimbaud? ¿Cómo leerlo?
Y qué significa «leer» exactamente cuando se trata de Rimbaud.
De todos los escritores franceses, Philippe Sollers es uno de los pocos que se hacen la pregunta sin descanso, sin tregua.
Atraviesa toda su obra: novelas, textos críticos y conferencias.
Recomiendo leer este artículo en francés, de él es la frase que uso al principio: Comme tous les grands poètes, Rimbaud élit ses lecteteurs/ Como todos los grandes poetas, Rimbaud elige sus lectores.
http://www.pileface.com/sollers/article.php3?id_article=269#section2
- Cartas del vidente: porArthur Rimbaud
http://www.lamaquinadeltiempo.com/Rimbaud/cartasvid.htm
- Arthur Rimbaud, de Jean-Jacques Lefrère: la mejor biografía de Rimbaud en francés, publicada por Fayard en 2001.
- Rimbaud, de Enid Starkie: la biografía clásica, publicada originalmente en 1937, en inglés; traducida al castellano: Arthur Rimbaud: una biografía, Ediciones Siruela, Madrid, 2007.
- Rimbaud, de Graham Robb: la mejor biografía contemporánea. Traducida al cast.: Rimbaud, Tusquets Editores, Barcelona 2001.
- Rimbaud en África, de Charles Nicholl: Anagrama, Barcelona, 2001.
http://www.lamaquinadeltiempo.com/Rimbaud/cartasvid.htm
- Arthur Rimbaud, de Jean-Jacques Lefrère: la mejor biografía de Rimbaud en francés, publicada por Fayard en 2001.
- Rimbaud, de Enid Starkie: la biografía clásica, publicada originalmente en 1937, en inglés; traducida al castellano: Arthur Rimbaud: una biografía, Ediciones Siruela, Madrid, 2007.
- Rimbaud, de Graham Robb: la mejor biografía contemporánea. Traducida al cast.: Rimbaud, Tusquets Editores, Barcelona 2001.
- Rimbaud en África, de Charles Nicholl: Anagrama, Barcelona, 2001.
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Conversar de libros, y de los caminos a donde ellos nos llevan, dar una opinión, contar impresiones, describir una escena, personaje favorito, nunca contarlo todo, aunque a veces, elijamos ir un poco más allá, y no está mal, no a todos les molesta.
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