Mi alma es tan evidente como el hueso en la ciruela.
«Paisaje»,W. S.
«Nacido»
Wistawa Szymborska
Así que esta es su madre.
Esta pequeña mujer.
Causante de ojos grises.
Barca en la que años atrás
llegó a la orilla.
De ella se extrajo
al mundo,
a la no-eternidad.
Procreadora del hombre
con la que saltaré sobre el fuego.
Así que es ella, la única,
la que no lo escogió
ya listo, completo.
Ella misma lo atrapó
en una piel que conozco,
lo ató a unos huesos
escondidos ante mí.
Ella misma buscó con sus ojos
los ojos grises
con los que él me miró.
Así que es ella, su alfa.
¿Por qué me la mostró?
Nacido.
A pesar de todo, nacido él también.
Nacido como todos.
Como yo que moriré.
Hijo de una mujer real.
llegado de las profundidades del cuerpo.
Viajero a omega.
Expuesto
a la inexistencia
por todas partes,
a cada momento.
Y su cabeza
es una cabeza golpeando contra un muro
que cede hasta cierto momento.
Y sus movimientos
son anulaciones
de una condena general.
Entendí
que él ya había recorrido la mitad del camino.
Pero no me lo dijo,
no.
Solo me dijo
—Es mi madre.
[De Mil alegrías —un encanto, 1967]
*
Espero que les haya gustado, que hayan disfrutado de este hermoso poema y de las maravillosas fotografías de Emmet Gowin. Imagénes. Ambos evocando momentos personales, lo cambiante. Ese instante auténtico que no se vuelve a repetir. Creando una atmósfera intimista, y llevándonos —a lectores y espectadores— hacia nuestras propias reflexiones. Logrando ese punctum [Barthes], nuestro estado emotivo y puro, seducidos por las imágenes.
Szymborska y Gowin, poeta y fotógrafo, tienen una manera de mirar, no es la mirada misma, dice Susan Sontag [La fotografía. Breve suma]. Ellos no describen, ellos detallan, aluden, revelan y desnudan. Se exponen y nos revelan a nosotros mismos.
Hasta la próxima lectura,
C. G.
Notas
- Wislawa Szymborska: [1923-2012] Poetisa, ensayista y traductora polaca, ganadora del Premio Nobel de Literatura de 1996.
Este poema pertenece a mi libro Saltaré sobre el fuego, traducción de Abel Murcia y Gerardo Beltrán, e ilustraciones de Kike de la Rubia.
Datos de la autora de la página web «Poéticas»:
https://www.poeticas.com.ar/poemarios/wislawa-szymborska/
Nordica Libros
- Fotografias de Emmet Gowin: [1941, Danville] Elección personal de este destacado fotógrafo estadounidense, uno de los más originales y referente entre los amantes del arte de la fotografía.
Edith and Isaac, Danville, Virginia, 1974
Portrait, 1982, included in the Princeton University Art Museum, Exhibition «Emmet Gowin»
Edith and Elijah, 1974, Newtown [Pennsylvanie]. MacGill Gallery, New York
En las imágenes aparecen su esposa Edith y sus hijos Isaac y Elijah, en pequeños rituales de la vida cotidiana. De lo más íntimo a lo más universal. Ha recibido numerosos premios y sus obras han sido expuestas y adquiridas en instituciones de casi todo el mundo.
En uno de los tantos reportajes dijo:
Para mí, las fotos son una forma de retener, intensamente,
un instante de comunicación entre un ser humano y otro.
Emmet Gowin at Morgan Library & Museum:
http://aperture.org/blog/behind-scenes-emmet-gowin-morgan-library-museum/
- La cámara lúcida. Nota sobre fotografía, Roland Barthes:
Pórtico adelantado a la fachada principal [Iglesia de Santiago, La Coruña].
La mística pareja.
Siempre, desde que nací, he visto
adosados a las jambas de la portada
principal de la vieja iglesia a los dos
adorantes: ella, la santa, envuelta en la
plegadura rítmica de su faldamenta
de ricahembra; él, el santo, sencillamente
extendidas las manos largas y
puras, que salen de las mangas de una
tunicela, bajo amplio manto multíplice.
La sonrisa, misteriosamente expresiva,
no se borra de sus labios de piedra;
sus ojos sin pupila no pestañean
ni experimentan necesidad de cerrarse
para el reposo del sueño en transitoria
ceguera, en muerte transitoria.
Los adorantes viven sin interrupción
su extraña vida: de día se recogen en majestuosa tranquilidad; de noche,
cuando la obscuridad protege su idilio o la luna convierte el pórtico en labor
de plata recién fundida, actívase el vivir
irreal de las estatuas.
A la primer ligera, fluida caricia de
la luna, los adorantes parece que continúan
serenos en contemplación; pero observadles bien: algo estremece los
paños de su ropaje; algo vibra en sus
manos extendidas para la plegaria; algo
muy sutil intenta despegar y agitar
sus bucles de granito para que se electricen
como las cabelleras vivientes.
Observadles despacio, sí; derramad
en vuestra alma oprimida por la carne
la esencia del alma de esas místicas
figuras, y notaréis que un gran balo
sentimental irradia de ellas, de su forma,
de sus cabezas sin aureola.
Salid de casa a las horas de soledad, a las horas de silencio y de helada
nocturna, o cuando el verano hace azul
y tibia la sombra, y considerad fijamente,
sentados en el pretil del atrio, a los adorantes, que se miran, que no
cesan de mirarse, que se mirarán mientras
no sean arrancados de su lugar
por los profanadores.
Detrás de la mística pareja, la puerta
sombría, cerrada, atrancada con ese
aspecto severo y ceñudo de las puertas
enormes, que evocan la inflexibilidad
del destino, lo hermético del porvenir,
parece una amenaza.
Y los adorantes, que jamás entrarán
en la iglesia, aunque su ingreso se abre
ante ellos todas las mañanas de par en par; los adorantes, a quienes retiene
suspensos en el aire misterioso entredicho,
se transmiten sin palabras secretos
de mundos que no se asemejan
al nuestro.
En la invisible difusión de las ondas
del aire se envían confidencias. Y lo
inefable de lo que se dicen les transporta,
es un éxtasis de azucena desmayada
y en deliquio dulce bajo el rocío.
Late en los adorantes, palpitando como
las palomas cuando las tenemos
agarradas, la idea de una existencia
ultraterrestre, exaltada con divina
exaltación.
Bajo sus pies, juntos y largos, de
calzado puntiagudo, corre la otra vida,
la vida de barro, la ruidosa, la turbia,
la mezquina, la corruptible. Esta vida
rueda en ondas por la calle, bulle en el
atrio, trepa por las escaleras, entra en
el templo, murmura rezos sin efusión,
se expansiona al volver afuera con estrépitos
vanos y conversaciones desabridas
sin objeto.
Y los adorantes, sordos a la chusma,
ignorantes de sus vociferaciones, insensibles
cuando los chicos, precoces
pelotaris, les envían balas rechazadas
por la rigidez de la piedra, siguen mirándose,
bebiéndose, absorbiéndose.
Sus manos hieráticas, bellas, suplicantes,
no se desunen; sus cuerpos no
se aproximan.
Nada temen los adorantes, como no
sea algún cataclismo de la tierra, alguna
violencia de los hombres, que
impulsando sus masas les precipite al
uno contra el otro.
Saben o adivinan la mentira de las
uniones, la decepción de los intentos
de identificarse acercándose.
Quieren evitar lo que les haría pedazos,
conservar su figura delicada, su
gracia mística, su calma engañosa, interiormente
trepidante de ilusión y de
afán.
La ciudad duerme; los propios angelotes del retablo de la iglesia han
cerrado sus párpados, fatigados del luminar
de los cirios y del apremio de las
oraciones. La luna, rompiendo un velo
de nubes, asoma como una gota de
llanto cuajada y fría. Las duras ventanas
cerradas; el paso tardo del sereno;
las campanadas graves del reloj de
Palacio, son cosas solemnes en que
hay lo hermoso de lo triste sin causa.
Y los adorantes, solos, quisieran, sin
unirse, acercarse un poco más, sólo un
poco, no mucho.
A la distancia en que un perfume
de flor es suave todavía y no embriaga
aún.
A la distancia en que las líneas del
rostro que se lleva dibujado en las entrañas
no se ven borrosas, pero tampoco
se marcan con relieve excesivo, sino
que las idealiza una delicada bruma.
Quieren balbucirse cláusulas que el
viento de la noche conduce de espíritu a espíritu, sin que los sorprendan los
curiosos apóstoles de la archivolta,
perpetuamente inclinados en actitud
de no perder de vista a los adorantes.
Y él le dice a ella:
Daniel F. Gerhartz
—¿"No recuerdas que hace seiscientos
años, la noche de nuestras bodas,
cuando por primera vez, lisas de juventud
nuestras mejillas, inmaculadas
nuestras vestes, nos dejaron solos aquí,
mirándonos, la luna semejaba como
hoy, una perla gris muy melancólica,
y los luceros asomaban cansados, sin
brillo? El mundo era viejo ya cuando
principió nuestra juventud infinita.
Y ella a él:
—Me acuerdo que desde entonces todas
las noches me hablas, y el silencio
es un cántico.
Y él á ella:
—Los niños jugaron en el atrio esta
tarde. Sus voces sonaban alegres. Puede
que ellos no comprendan lo enfermo
que está el mundo, lo caduco de todo.
Y ella á él:
—¿No notas cómo todavía andan flotando cabos del incienso de la última
procesión? La cera huele a muerte, el
incienso a paraíso. Pero, estando ahí
tú, frente á mí, ni deseo la libertad ni
la bienaventuranza.
Y él á ella:
—No hace mucho cruzaron entre tú
y yo dos que venían a unirse delante
del altar. El vestía de negro y estaba
descolorido. Ella se cubría el albo traje
con velo de albo tul, y se coronaba con
flores de naranjo. Debajo del velo resplandecían
las joyas. Temblaba, y el
color de su cara ruborizada se transparecía.
Su ropaje caudaloso la seguía
por los peldaños como una catarata espumante.
Al salir oí que él pronunció:
—¡Para
siempre!—Iban ya del
brazo... Y después he vuelto a verles,
pero nunca juntos.
—Extraño,—opinó ella.
Insistió él:
—Y no habrás olvidado aquella otra
pareja que, a la media noche, al descender la última campanada, buscó
asilo en este pórtico, entre nosotros. No
querían que los viesen. El calor de sus
cuerpos traspasaba la piedra de mis
pies. Sus promesas precipitadas, repetidas,
suspiradas, eran fuego; yo creí
que un incendio nos envolvía, poniendo
término a nuestra dulce contemplación.
No dialogamos aquella noche:
los dos refugiados la encontraron corta
y no se apartaron hasta que el amanecer
horripiló de frío sus calcinados
huesos. ¡Cómo te alarmaste, cómo tendiste
tus manos imploradoras! Y la
noche siguiente volvieron y nos hicieron
sentir algo no sentido, envidia miserable
de la vida terrestre... Pero ya
nunca más les vimos, y estoy seguro
de que no se ven tampoco ellos, separados
por ríos, montañas y mares, por
océanos de distancia, de olor, de desengaño.
¿Verdad que es incomprensible?
— Incomprensible, — declara pensativa.
—Extraordinaria esta casta de los
hombres,—reprueba él.
—¡Ten piedad!—sugiere ella.—¡A
mí me contristan cuando les traen
ahí, a la nave, a depositarlos sobre un
túmulo, y huele tanto a cera, y el rezo es hondo y anuncia terrores sin fin.
¡Son mortales! Su corazón es mortal...
Y él repite, bajo:
—Morir...
—
Y ella susurra:
—Morir...
Cuando le enseñé a un arquitecto famoso
los adorantes un día en que los
alelíes de las grietas florecían y las golondrinas
se posaban sobre los curiosos
apóstoles de la archivolta, el sabio objetó:
—Esas figuras no tienen razón de
ser. Ni dan solidez al edificio, ni se
explican ahí colgadas. ¿Que hacen,
me quiere usted decir?
Creo que respondí:
—Adorar...
*
Espero que hayan disfrutado de esta lectura que es toda luz. Luz de luna que revela percepciones, figuras arquitectónicas y efectos provocados por las finas y contundentes palabras de los personajes. Arquitecturas enigmáticas de Doña Emilia: figuras estáticas que cobran dinamismo en un decir plácido, introspectivo, de observadores. Perturban en un escenario onírico, pausado, con un sentido teatral. Sensible. Amoroso. Agudo. Luces y sombras del amor que revelan esencias del alma ante la inflexibilidad del destino y lo hermético del porvenir. El deseo atemporal de querer conservar la gracia mística, en delicada bruma. Anhelos de un ayer que traslado a una reflexión de hoy.
- Emilia Pardo Bazán: [1851-1921] Considerada la mejor novelista española del siglo XIX y una de las escritoras más destacadas de la literatura toda. Además de novelas y cuentos, escribió libros de viaje, obras dramáticas, composiciones poéticas y artículos periodísticos.
- Las artes en Emilia Pardo Bazán. Universitat de LLeida. Facultad de Filología. Yolanda Latorre Ceresuela:
file:///Users/Cecilia/Downloads/TYLC2de7.pdf
Un refugiado sirio recibe a un bebé a través de un agujero que encuentra en un vallado de alambre de púas. Él ya ha logrado cruzar la frontera desde Serbia hacia Hungría, cerca de Röszke [Hungría] y Horgos [Serbia].
Hungría había endurecido su postura hacia los refugiados que intentaban entrar al país. Así fue que construyeron esta valla de cuatro metros de alto para impedir el paso ilegal.
El fotógrafo australiano Warren Richardson, ganó la máxima distinción del fotoperiodismo mundial con esta imagen en blanco y negro: «Llevaba acampando cinco días con los refugiados, esperando el momento. Ellos se movían sigilosamente bajo los árboles. El momento llegó, enviaron a las mujeres y niños primero. Era alrededor de las tres de la madrugada y no podía usar flash porque eso hubiera significado delatar a los padres, mujeres, niños, ancianos,... que intentaban escapar. Sólo usé la luz de la luna».
«Hope for a New Life»
[28-8-2015]
1.˚ Puesto Spot News y Foto del Año
Warren Richardson [Australia]
*
El fotógrafo colimense Sergio Tapiro logra esta increíble imagen del Volcán El Colima [México], tomada en diciembre de 2015. Un cielo nocturno es el telón de fondo del gigante en erupción. El material incandescente y la gran nube de ceniza, donde se forma un rayo brillante de 600 metros de largo, impactan al espectador. Este fenómeno se llama «tormenta sucia», es cuando las partículas minerales que expulsa el volcán chocan entre sí y provocan reacciones eléctricas.
Tapiro logró esta maravillosa instantánea siguiendo los monitoreos geológicos del volcán, lo que le permitió captar la explosión del 13 de diciembre de 2015. Para ello, acampó a unos 12 km y comenzó a tomar fotografías a las 19:30 h, casi cuatro horas después consiguió la imagen.
«The Power of Nature»
[13-12-2015]
3.˚ Premio Categoría Naturaleza
Sergio Tapiro [México]
*
El esquiador checo Ondrej Bank tropezó y perdió el control justo antes del último salto previo y alcanzar la meta. Sufre esta caída durante el Campeonato del mundo de esquí alpino, en Beaver Creek Colorado.
«FIS World Championships»
[8-2-2015]
1.˚ Premio Categoría Deportes
Christian Walgram [Austria]
*
World Press Photo 2016 es un concurso único en su género. Distingue a fotógrafos profesionales de prensa y documentales. Este año el jurado entregó premios en ocho categorías: actualidad, vida diaria, noticias, proyectos a largo plazo, naturaleza, personas, deportes y noticias de deporte.
Los profesionales arriesgan su vida en muchas ocasiones, en otras pasan horas esperando el momento oportuno de captar la imagen que nos haga reflexionar, cause admiración o simplemente nos muestre facetas desconocidas del mundo que habitamos. Todas experiencias inspiradoras para personas que no son indiferentes a recibir sensaciones, a recibir lo que este arte nos cuenta con su propio lenguaje sensorial y estético, sensible y valiente.
Recomiendo visitar esta exposición de fotografías de gran prestigio a nivel mundial, en el Museo MAR de Mar del Plata, con charlas, visitas guiadas y talleres. Un homenaje especial a José Luis Cabezas, a 20 años de su muerte.
¡La disfrutarán!
C. G.
Notas - MAR, Museo de Arte Contemporáneo:
https://www.facebook.com/MAR-Museo-752755064756507/ - World Press Photo:
https://www.worldpressphoto.org/
- Christian Walgram:
https://www.worldpressphoto.org/collection/photo/2016/sports/christian-walgram
- Wistawa Szymborska: [1923-2012]Escritora polaca, una de las voces más originales de la poesía contemporánea. Premio Nobel de Literatura 1996.
Extracto del poema «Puede ser sin título», del libro Saltaré sobre el fuego.
Con uno de sus poemas digo adiós a un poeta, aunque él no se llamaba así. John Berger decía que la palabra «poeta» es más un adjetivo que un sustantivo, por lo que uno mismo difícilmente podría presentarse como como tal: solo al lector corresponde decidir si un poeta lo es.
John Berger falleció el pasado dos de enero, a los noventa años en París. Escritor, pintor, humanista y crítico de arte británico, publicó sus poemas en antologías parciales o en las páginas de sus libros de narrativa o ensayo.
En la obra de Berger hay dos constantes, dos temas que ocupan sus páginas: el trabajo artístico e intelectual y la urgencia del presente, lo que está sucediendo. No podía escapar a la experiencia de la inmigración, en todo su amplio sentido. La gente que se desplaza de su lugar de origen voluntariamente o por motivos forzosos.
El exilio y la inmigración son su tema fundamental, es que si uno no lo pone en palabras, decía, se corre el riesgo de que quede silenciado, oculto.
John Berger borra las fronteras —si acaso existieran— entre lo físico y espiritual, potencia con su arte del decir y sentir nuestro imaginario del migrante. Lo convierte en algo positivo, activo y transformador. Nos muestra a un hombre —que también lo es— sensible, que desea y sueña. Nos lo focaliza con sus ojos increíblemente azules, nos lo dibuja con su lápiz rugoso. Nosotros lo palpamos con los oídos bien abiertos.
Por todo esto, la elección del poema:
Palabras migrantes
Migrants Words
Photographed by Jean Mohr
En un hoyo en la tierra / In a pocket of earth
Enterré todos los acentos / I buried all the accents
de mi lengua natal / of my mother tongue
ahí yacen / there they lie
como agujas de pino / like needles of pine
que juntaron las hormigas / assembled by ants
puede que un día / one day
el llanto vacilante / the stumbling cry
de otro viajero / of another wandered
los encienda / may set them alight
y así, con su abrigo y consuelo / then warm and comforted
oiga toda la noche la verdad / he will hear all night
como una canción de cuna / the truth as lullaby
John Berger
Hasta la próxima lectura,
Los huéspedes más alegres han partido
desaparecieron los verdes atavíos
la luz sin sombra acepta de mala gana
la escarcha en los cristales.
Donde amantes y hierbas
gastaron sus semillas
en grietas de hierro
ahora el hielo hace las camas.
Pero no te complazcas en la pena,
ojo de ratón del petirrojo,
silencio reptante,
estas cautelosas líneas,
en sus circunloquios
son silenciosos testigos
de la persistente
ocupación del hombre.
«Despedida»
John Berger
Notas - Poesía, John Berger: Poemas escritos entre el año 1955 y 2008. Lo acompaña un CD con la voz del autor.
http://ep00.epimg.net/descargables/2014/07/25/4b79962df38215fae6a276a2926078fd.pdf?rel=mas
Colección Poesía / La voz del poeta. Publicación: 2014.
- Un séptimo hombre, John Berger y Jean Mohr:[A Seventh Man], el conocido libro de John Berger y Jean Mohr sobre migrantes en Europa, nos habla y muestra —como lo podría hacer un trabajo de ciencias sociales—, proporciona y significa una sólida evidencia textual y fotográfica sobre el tema de la emigración europea de los años sesenta / setenta.
http://www.antropologia.cat/files/Quaderns-e16(1-2)_Becker.pdf
Traducción de Eugenio Viejo, Capitán Swing, 2015, 234 páginas.
- John Berger Website: [Londres, 1926 - París, 2017] Ampliamente conocido por su producción narrativa, en la que destaca la
novela G., ganadora del Booker Prize en 1972, o la trilogía De sus fatigas —compuesta por Puerca tierra [1979], Una vez en Europa [1983] y Lila y Flag [1990]—, así como por sus ensayos, fundamentalmente
por los dedicados al campo del arte y la estética y, entre ellos, el ya clásico Modos de ver [1972]. Autor
radicalmente comprometido con su tiempo, ha sabido dar voz a distintas causas —entre ellas, la denuncia de
la acelerada destrucción del mundo rural— sin dejar por ello de construir una de las obras más personales
e interesantes del panorama literario e intelectual contemporáneo. En 2006 Berger recibió la Medalla de
Oro del Círculo de Bellas Artes.
http://www.johnberger.org/
- Jean Mohr Website:
http://www.jeanmohr.ch/
Fotografía de la película: En Voyage avec Jean Mohr, de Villi hermann, 1992. http://www.jeanmohr.ch/itineraire/droits-de-l-homme-travailleurs-migrants