Un hombre astuto
[The Cunning Man, 1994]
Libros del Asteroide, 468 págs. Traducción: José Luis Fernández-Villanueva |
Robertson Davies
[1913-1995]
Robertson Davies [The Vancouver Sun, 1975] |
Una novela fascinante, la última y una de las mejores del reconocido escritor canadiense Robertson Davies [1913-1995], uno de los más destacados novelistas del siglo XX, famoso por sus trilogías y su estupendo porte.
En La Central de Callao, Madrid, agosto / 2018, un sitio encantador. |
Este libro que voy a comentarles hoy, es parte de su última trilogía inconclusa, el segundo volumen, y como todos, se puede leer de forma independiente. Ya sabrán, si conocen a Robertson Davies, los suyos son escritos con elegancia. Desde el mismo comienzo, cuando leemos el epígrafe de donde salió el título, nos seduce e interesa:
«Los hombres astutos, los hechiceros y las brujas blancas, como se
les llama en todos los pueblos, si se les busca, curarán todos los
achaques del cuerpo y de la mente.
(…) Los males del cuerpo, como demuestra Platón, proceden del
alma; y si no se satisface la mente en primer lugar, nunca se podrá
curar el cuerpo».
Robert Burton, Anatomía de la melancolía (1621)
Y comienza la historia dividida en cuatro capítulos. El que nos la cuenta es un médico llamado Jonathan, que supo tener la especialidad de forense y ahora utiliza métodos no tan convencionales para atender a sus pacientes —tiene ideas propias acerca de cómo ejercer la medicina y acerca de cómo se contraen las enfermedades.
Y ha presenciado la muerte del muy amado y anciano padre Hobbes. Cuando, en el momento de estar oficiando la misa en la Iglesia anglicana Saint Aidan, en el distrito de Toronto, cae muerto delante del altar. Este es el punto de partida de la novela.
Una joven periodista llamada Esme —insaciable como todos los buenos periodistas que se precien de tal— tratará de sonsacarle la historia que hay detrás de todo esto, y que ha atrapado al médico desde el principio. Haber firmado el certificado de defunción —en la sacristía, apenas ocurrido el hecho— lo coloca en el lugar de un testigo clave. Y ella, nada sutil [ya he dicho que era una buena periodista], avanza con sus preguntas directas e improcedentes. Sabrá cómo desconcertarlo... hay que ver si se dará cuenta de sus evasivas. Insistirá sobre la repuesta que Jonathan evitará dar. El no es tonto, conoce bien la profesión, casi tanto como la de Esme. «Tengo mucho que ocultar y actuaré consecuentemente», se dice a sí mismo.
Piensa que, antes que nada, debe preservar a su amigo Charlie Iredale, quien estaba a su lado en el momento de la muerte del padre Hobbes. Lamenta, eso sí, todo el tiempo y por supuesto que no se lo dice a nadie, no haberle sacado la dentadura postiza al fallecido sacerdote. Eso nos intriga, aunque ya comenzamos a sacar nuestras primeras conclusiones.
Las notas algo desordenadas en un diario personal, «mal atendido», dice, donde «explora profundidades», nos darán los indicios, también sus engaños a la joven y guapa periodista. Además, como si fuera poco, casada con un sobrino suyo. Aunque... llamarlos «engaños» quizá no sea lo correcto, la profesión del médico, como la del sacerdote, preserva el secreto de quienes a ellos se confían. Y este médico, el doctor Jonathan Hullah es, ya lo he dejado entrever, alguien especial. Sus reflexiones, todas conectadas con la literatura, la filosofía y el «buen pensar» de todo hombre astuto, los llenarán de disfrute intelectual.
Muchos eran los que asistían a la iglesia de Saint Aidan, en especial ese Viernes Santo. Gente de todo tipo, ricos y pobres, blancos y negros; sí, también ellos que trabajaban en los ferrocarriles, podían a veces ayudar en la misa... y había bromas al respecto, como «misas negras» y cosas por el estilo. El tema de la Iglesia anglicana, protestante que quería ser católica en todos los sentidos menos en el de aceptar la autoridad de Roma, con sus posibles antecedentes celtas de Bretaña, nos sumerge en el tema tan interesante de su evolución, no solo referido a los rituales.
La historia transcurre en un pueblo o barrio deToronto, el único anglosajón o anglocelta que se conservaba, en el año 1951. Pero lugar y fecha no tienen mayor importancia, podrían haber sido otros. Lo cierto es que allí se crea un ambiente extraordinario, y ustedes van a descubrir el porqué.
Incienso, cantos gregorianos, el pan y el vino, la muerte de un sacerdote generoso y compasivo en el momento de la comunión. Un médico, ex forense, que habla de «alma» y ha descuidado llevarse algo con lo que habría tenido alguna evidencia de la causa de la muerte del sacerdote, la historia del santo. En fin, que el hecho ha sucedido hace muchos años, y a muchos más se remonta la historia de una amistad de tres muchachos unidos por sus realidades y pensamientos. Una época donde las fidelidades políticas y religiosas contaba. Pero eso había sucedido hace mucho y Jonathan ya no es «el niño de los bosques», ahora es un médico con su clínica y su idea paracélsica del arte curativo. Ahora es alguien que ha vivido los cambios y nada le pasa superficialmente.
«¿Importa a alguien?», se pregunta y nos preguntamos.
¿No es verdad que cualquier noticia importa solo si es «un plato fuerte»? Cuántas veces se vocea cualquier escándalo cuanto más lascivo mejor. Nada se profundiza demasiado, no se podría, no hay tiempo. Hay que ser rápido, conciso... pero claro, estas no son precisamente cualidades del espíritu humano.
¿No es verdad que cualquier noticia importa solo si es «un plato fuerte»? Cuántas veces se vocea cualquier escándalo cuanto más lascivo mejor. Nada se profundiza demasiado, no se podría, no hay tiempo. Hay que ser rápido, conciso... pero claro, estas no son precisamente cualidades del espíritu humano.
Bueno, eso piensa nuestro protagonista narrador, y quizá nosotros coincidimos con Jonathan, un observador inteligente y participante activo. Tan activo que en un momento dado su vida sentimental de hombre maduro da un vuelco, pero de esa historia nada les contaré. Tienen que leer este libro.
La historia va a seguir por caminos que les va a sorprender, a entretener de la mejor manera, una inteligente, con pensamientos y deducciones avezados en la literatura y filosofía. Personajes que van a ir tomando sus primeros lugares y entonces... ya nada es lo que pensábamos que iba a ser.
La historia va a seguir por caminos que les va a sorprender, a entretener de la mejor manera, una inteligente, con pensamientos y deducciones avezados en la literatura y filosofía. Personajes que van a ir tomando sus primeros lugares y entonces... ya nada es lo que pensábamos que iba a ser.
Hasta la próxima buena lectura, con otra recomendación, paseo o simplemente una mirada curiosa.
C. G.
* * *
Notas
- De la novela Un hombre astuto, de Robertson Davies: En un momento cumbre de la novela, Jonathan y Esme están conversando, cada uno de ellos envuelto en su destino, Ananké. Charlan de su futuro y de sus creencias. Veinticinco años los separa y el «tío Jon», como ella lo llama, lo lamenta. Hablan de no ser religioso en el sentido convencional, de ese Algo que debe existir, del Hombre Astuto, una especie de hombre para todo en las aldeas inglesas, y hablan de la Muerte, de la mucha energía que hay en cada ser humano y que nunca se pierde. Y aquí le cita el verso que a continuación transcribo, es una traducción de Ovidio, que escribía sobre la filosofía de Pitágoras:
La Muerte, así llamada, no es sino la vieja Materia revestida
de una nueva figura, en túnicas variadas;
así son todas las cosas, solo que alteradas. Nada muere.
Y aquí y allá el espíritu desencarnado vuela,
desalojado por el Tiempo, o por la Fuerza, o por la Enfermedad,
y se aloja, cuando alumbra, en el Hombre o en la Bestia:
O busca hasta que la Rama encuentra
y actúa según su especie.
De hogar en hogar expulsada,
el Alma es siempre la misma, solo cambia su figura,
y así como la blanda cera el sello recibe,
y este rostro asume y esa impronta deja;
y se llama con uno u otro nombre,
y solo cambia la forma, siendo la misma cera,
del mismo modo, la Muerte, así llamada, solo puede borrar el rostro,
y el alma inmortal vuela en el espacio vacío
buscando en otro lugar su Fortuna.
*
http://www.librosdelasteroide.com/-davies-robertson
- La Central de Callao, su misterioso pasado: Muy cerca de la Plaza Callao, en la calle Postigo de San Martín 8, en Madrid, nos encontramos con este sitio encantador, «lo más parecido a la Capilla Sixtina de las librerías españolas, ¡lo recomiendo!
https://elpais.com/cultura/2017/03/31/babelia/1490949344_930650.html
- Un hombre astuto, Robertson Davies:
https://books.google.es/books?id=pHclDAAAQBAJ&pg=PT370&lpg=PT370&dq=paciente+apor%C3%A9tico&source=bl&ots=TSuZfNHEkg&sig=9q8gMAxtACaKxX-vqE0u4nHGj38&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwiE9O6impTdAhVRUlAKHeRjCV4Q6AEwBHoECAMQAQ#v=onepage&q=paciente%20apor%C3%A9tico&f=false
- Un hombre astuto, Robertson Davies:
https://books.google.es/books?id=pHclDAAAQBAJ&pg=PT370&lpg=PT370&dq=paciente+apor%C3%A9tico&source=bl&ots=TSuZfNHEkg&sig=9q8gMAxtACaKxX-vqE0u4nHGj38&hl=es&sa=X&ved=2ahUKEwiE9O6impTdAhVRUlAKHeRjCV4Q6AEwBHoECAMQAQ#v=onepage&q=paciente%20apor%C3%A9tico&f=false
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