Orfanato
[2017, edición original ucraniana]
[2022, edición española]
Serhiy Zhadan
[1974, Starobilsk, Ucrania]
Editorial Galaxia Gutenberg; 320 págs.
Serhiy Zhadan,
una de las voces más importantes de la literatura ucraniana contemporánea.
Serhiy Zhadan, para quienes no lo conocen, es un escritor, poeta, ensayista, traductor, músico y activista de cuarenta y ocho años. Orfanato es la primera de sus ocho novelas traducida al castellano.
Muy celebrado en su país y ahora en el mundo lector e interesado en lo que sucede más allá de la ficción. Aunque la creación literaria está presente y vale la pena acercarse a ella.
Serhiy Zhadan
Serhiy Zhadán nació el 23 de agosto de 1974 en Starobilsk, óblast [provincia] de de Lugansk. Reconocida mayoritariamente por la comunidad internacional como parte integrante de Ucrania, aunque desde el 2022 forma parte de facto de Rusia.
Filólogo y profesor de Literatura, vive y trabaja en Járkov. Tradujo poesía del alemán, inglés, bielorruso y ruso, a poetas tales como Paul Celan y Charles Bukowski entre otros. Sus propias obras han sido traducidas a muchos idiomas.
En su novela, Anarchy in the UKR, de gran éxito —shortlist del premio «National Bestseller Prize» y candidata a «Book of the Year», habla, en uno de sus capítulos, de su propia infancia y juventud durante la entonces Unión Soviética hasta la Revolución Naranja [2004-2005], de un país que sufre muchas transformaciones. Un retrato fundamental de la Ucrania poscomunista.
Su título y lema para uno de los capítulos deriva del tema musical de la banda punk inglesa Sex Pistols: Anarchy in the U.K.
Sucede que desde el trágico 24 de febrero de 2022, con mayor o menor intensidad, todos tenemos los ojos puestos en Ucrania, su país invadido por Rusia.
Al cumplirse un año, leí muchos artículos periodísticos. También culturales —quería saber cómo se expresaban los intelectuales.
Y luego supe a quién habían honrado con el Premio de la Paz los Libreros Alemanes en la Feria del Libro de Frankfurt, el 23 de octubre de 2022: a Serhiy Zhadan.
Allí, además de elogiar sus creaciones, inspirando desde el punto de vista lingüístico, literario y musical, valoraron en alto grado «su compromiso con la gente de su tierra natal: toca en estaciones de metro, saca a la gente de barrios muy disputados, lee poemas en salas repletas y distribuye suministros de socorro por las ciudades invadidas», dijeron.
Al gustarme todo lo referido al lenguaje, quise saber más de alguien que dijo: «Hay que llamar a las cosas por su nombre: Un criminal es un criminal, la libertad es la libertad y la maldad es la maldad. Mientras tengamos nuestro lenguaje, todavía tenemos la vaga oportunidad de explicarnos, de decir nuestra verdad. Incluso si nos duele la garganta por las palabras. Incluso si te sientes abandonado y vacío por las palabras. La voz le da una oportunidad a la verdad. Y es importante aprovechar esta oportunidad».
Y leí este poema, que es una canción. El autor explica que surgió al conocer a dos chicos que, en el metro de Járkov [segunda ciudad mayor de Ucrania], ayudaban a los adultos, mantenían el orden y organizaban a los «pequeños» porque, ellos mismos pequeños, ya eran adultos.
METRO
Tú, niño de Saltivka, el de la casa en llamas:
Es más profundo el metro que muchos hondos mares.
Por sus entrañas atestadas, tú y tu linterna en el bolsillo
El Señor te acompaña en la estación de metro por la noche
Tú, niña del liceo de Novy Domy,
Nadie podría decirte, y yo tampoco puedo,
Nadie podría explicarte por qué el barrio está en llamas,
Pero tu corazón de niña es más fuerte que el metal.
Niños alegres y enojados del subsuelo de Járkov,
Niños que viven en las profundidades del metro
El mundo ha visto todo esto y está canoso y viejo,
Pero el amor es un trabajo que hay que hacer cada día.
Que se haga la calma, que la ciudad te cubra con su ala.
La ciudad te protegerá, la ciudad te dará su calor.
Te daré té caliente de mi termo.
Y cuando crezcas, tú también podrás dar calor.
Es un saber extraño: distinguir entre las armas
El móvil de mamá, la vieja colchoneta del hermano.
Este metro te da esperanza.
En algún lugar profundo late tu corazón.
Niños alegres y enojados del subsuelo de Járkov,
Niños que viven en las profundidades del metro
El mundo ha visto todo esto y está canoso y viejo,
Pero el amor es un trabajo que hay que hacer cada día.
[Se repite tres veces]
*
Y así está hoy Saltivka, uno de los barrios de Járkov arrasado por la guerra:
https://www.youtube.com/watch?v=zMZdcTrhAdY
13/2/2023
*
Si quieren acercarse, literalmente hablando, a lo que sucede en Ucrania, con una historia muy bien contada y escrita, si quieren ver el día a día de una persona común que debe llevar adelante algo importante para su familia, lean Orfanato, una novela excelente desde todo punto de vista.
Una historia poderosa, de la que trataré, en mi reseña, de no ir más allá de lo necesario:
Pasha, un profesor de lengua ucraniana de treinta y cinco años, es el protagonista. Debe ir a buscar a su sobrino de trece, que ha quedado atrapado en un orfanato del otro lado del frente.
«¡Ve a buscarlo!», le dice el padre enérgicamente.
Y tan resuelto está el abuelo del niño, que si Pasha no va, ya que piensa que es la madre —su hermana— la que debe ir, está decidido a hacerlo él mismo.
El lugar donde está internado es un sitio para niños con mal comportamiento. Sasha es su nombre, y tiene una historia personal que lo hace estar enojado con el mundo.
Estamos en el año 2014 [podría ser el actual], Ucrania, región de Donbas que limita con Rusia.
A modo de aclaración, ya que fue importante para mí —no está especificado en la trama de la novela—, para ubicarme en tiempo, espacio y situación política y social:
Tras la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, muchos rusoparlantes quedaron fuera de la órbita moscovita.
Dentro de la región que Vladimir Putin invadió el 24 de febrero de 2022, y la misma donde se desarrolla la novela, hay una gran diversidad cultural. Personas que hablan, en su día a día, ruso, ucraniano, o una mezcla de ambos.
El tema del lenguaje se convirtió en un motivo de pugna que ninguno de los gobiernos fue capaz de resolver.
Esta incapacidad o desidia queda muy bien plasmada en la novela, porque Pasha, al ser un profesor de lengua ucraniana lo manifiesta en muchos momentos.
De una muy buena manera, para mí, alude a la cuestión lingüística frente a cada interlocutor que se le va presentando en su difícil travesía.
Volviendo a los hechos históricos, la independencia de Ucrania en 1991 marca una etapa.
La guerra de Donbás, que es el marco y tiempo de la novela, comenzó el 6 de abril de 2014. El gobierno interino de Ucrania había iniciado un operativo armado contra los grupos separatistas rusófonos del este de ese país tras la anexión de Crimea por Rusia.
La política de rusificación fue más intensa en Ucrania que en otras partes de la Unión Soviética, ya que acá existe el grupo más grande de rusófonos —que no son rusos étnicos.
Estos son, a grandes rasgos, los antecedentes históricos y políticos, y el germen de la guerra actual.
Sin detallar el camino que recorrerá Pasha, lo que le pasará, con quienes se encontrará pacíficamente o, a quienes tendrá que enfrentar, sí les diré algo del paisaje, de la «escenografía», del ambiente que lo rodea: uno de los grandes valores literarios de esta obra.
Hablar del frío y la nieve con la ropa húmeda que no protege, del hambre que va gastando las reservas de energía, del silencio sospechoso, del miedo al ver las carreteras llenas de combatientes con ametralladoras al hombro y los cientos de civiles por todos lados conformando una masa carente de expresividad a la que Pasha se une, es meterse de lleno en algo que la mayoría desconocemos.
Como el desconocimiento de Pasha sobre qué es lo que está sucediendo, aunque se diga a sí mismo «algo anda mal por aquí».
Las banderas nacionales destrozadas y el tener que poner cara de tranquilidad para no despertar sospechas, porque así se siente, un sospechoso frente a esos soldados que fuman y lo miran con desdén, en cada retén, en cada puesto de control donde debe demostrar su legalidad, su pasaporte en... ¿su propio país?, ¿una ciudad tomada o a punto de ser tomada?, ¿es que el gobierno de la ciudad está cambiando de signo?
Hay una amenaza latente y ¡el orfanato había quedado del otro lado!
La manera en que describe Zhadan lo hace tan vívido todo, tan bien captura una especie de fatalismo omnipresente que nos sentimos dentro.
Sin relatar en ningún momento combates propiamente dichos, el autor nos sumerge en los estados de ánimo de una persona común, desprevenida, diría.
El desconcierto, otro gran tema.
Son tantas las preguntas... «¿dónde guarecerme?», las consignas pintadas en los jeeps, blanco sobre negro, «¿qué significan?¿son milicianos?, ¿o miembros de la Guardia Nacional?,
¿están a salvo los que pueden escapar?, ¿y los que no pueden hacerlo, o no quieren?, ¿acaso son cobardes los que optaron por huir y no se quedaron a defender su tierra?
La multitud que abandona la ciudad asediada se vuelve egoísta con el espacio que se acota. Los refugiados se miran con sospecha, como enemigos. Como lo son los que toman la ciudad.
Algunos dan las órdenes en ruso, otros en ucraniano, o con acento del Cáucaso. Pasha habla las dos lenguas y también alterna el idioma según le dicta su intuición, se esmera temerariamente, como si estuviese frente a un claustro académico que lo está examinando.
Nadie confía en nadie.
Pasha va descubriendo todo al tiempo que nosotros, los lectores, lo hacemos. Él, un hombre que vivía inmerso en su mundo de alumnos y literatura, un poco desconectado de todo lo exterior a su vida pequeña, tratando de comprender. Hay una escena, una conversación con un periodista, que expresa claramente lo que digo.
Todo le sucede tan rápido a Pasha que tiene poco tiempo para darse cuenta. Hacía solo unos meses que habían aparecido en su ciudad. Asaltando lugares públicos, arrancando banderas. La mayoría de los habitantes no sabía cómo posicionarse, ni que esperar de esos jóvenes invasores que los trataban con aparente cortesía, les sonreían, «pueden seguir criando a sus hijos en paz», los tranquilizaban.
Pasha, con sus lentes de intelectual siempre puestos, no se fiaba, no se había sentido a gusto con la actitud artificiosa e impostada de esos hombres con sus flamantes uniformes.
Algo olía mal.
La historia está contada en tercera persona, pero desde el punto de vista de Pashka. En un momento cambia, y es la mirada de Sasha la que seguimos. El autor lo hace magistralmente: hay una necesidad argumental y lingüística para este giro inesperado. Hay un descubrimiento de lo insustancial de la existencia, un agotamiento físico y mental que marcará este momento de querer desaparecer.
Por último, les dije que quería ubicarlos en la «escenografía», en algo del ambiente alrededor de Pashka. Ustedes lo leerán con placer —aunque esa palabra no va bien por el tema que abarca.
Pues bien: los campos negros por los girasoles no recogidos, los surcos profundos dejados por los pesados vehículos militares y el olor a sangre, a gasolina, al aire denso, al miedo... allí, donde Pashka no debe perder de vista la línea del horizonte que debe traspasar, es el lenguaje, la literatura la que gana con sus comparaciones poéticas, sorprendentemente nítida y penetrante. Paso a paso en esos tres días invernales de nieve y escarcha, ¡solo tres días son!, para traspasar esa línea y llegar al orfanato.
Me despido hasta la próxima lectura, espero que disfruten de este autor y de su obra.
Cecilia Olguin Gianelli
Notas
- Serhiy Zhadan recibe el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán 2022:
https://www.suhrkamp.de/nachricht/serhij-zhadan-erhaelt-den-friedenspreis-des-deutschen-buchhandels-2022-b-3682
- Tres poemas de Serhiy Zhadan. Letras Libres:
https://letraslibres.com/poesia/serhiy-zhadan-tres-poemas/
- Donbass 2014, el germen de la guerra de Ucrania:
https://www.youtube.com/watch?v=tBG_gO6nVu0
https://www.youtube.com/watch?v=WideKXj5SkQ
- Serhiy Zhadan, el «niño terrible» que lucha por la paz en Ucrania. La Brújula:
https://librujula.publico.es/serhiy-zhadan-el-nino-terrible-que-lucha-por-la-paz-en-ucrania/
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