sábado, 10 de agosto de 2019

«El vestido de terciopelo / The Velvet Dress», Silvina Ocampo

«El vestido de terciopelo»

Silvina Ocampo

[1903-1993, Buenos Aires]


Silvina Ocampo, la más inquietante de las Ocampo,
una cuentista admirable.

«Pongo mi vida en lo que escribo», S. O.

Silvina Ocampo
       
          Esposa de Adolfo Bioy Casares [1914-1999], hermana de Victoria Ocampo [1890-1979] y amiga de Jorge Luis Borges [1899-1986]. Tres figuras tan grandes de la literatura argentina la rodearon, sin embargo, no opacaron su calidad de escritora. Supo hacerse un espacio en ese inmenso mundo literario, y encontró su lugar con un estilo muy propio.
          En algunos de sus temas, en sus universos ficticios podemos encontrar huellas de su primer amor: el dibujo y la pintura.

«Esta noche tenemos que perdernos»,
me dijo Borges

Borges por Silvina Ocampo

          Se relacionó con grandes nombres de las artes plásticas, como con Petorutti, Xul Solar, Horacio Butler, Norah Borges y otros integrantes del Grupo de París —artistas argentinos unidos por su amistad y concepción del arte moderno. En París, justamente, tomó clases nada menos que con Georgio De Chirico y Fernand Léger.
          Aunque ignorada por la crítica y por los lectores hasta finales de los ochenta, es, desde hace varios años, reconocida como una de las mejores cuentistas.
          Su belleza no era la convencional, y por su forma de vestirse —anteojos extravagantes, camisas enormes de su marido y piloto de plástico—, fue una freak sin proponérselo. No fue extrovertida y sociable como Victoria. Tímida, Silvina era feliz leyéndole a «sus dos debilidades»: Bioy y Borges.
          Con Victoria tuvo una relación difícil —relación que ha inspirado historias y mitos—, sin embargo, la hermana mayor la estimuló siempre para que desarrollara sus dotes literarias. Se admiraron y respetaron mutuamente.


Victoria Ocampo

          Silvina poeta*, obra que quedó un poco atrás de su narrativa, le dedicó a su hermana Victoria dos hermosos poemas: «Como siempre» [un recuerdo imaginado] y «El ramo» [una ofrenda fallida], escritos después de su muerte:

 El ramo 

[fragmento]

Yo no te conté nada. Sabías todo.
Reinabas sobre el mundo más adverso
como si no te hubieras lastimado.
Nos une siempre la naturaleza:
el árbol una flor las tardes las barrancas
misterios que no rompen la armonía.

S. O.

          Otra mujer fue destinataria de sus poemas y cuentos: Alejandra Pizarnik. Con ella mantuvo una relación sentimental de muchos años.
          Era la menor de seis hermanas de una familia rica y aristocrática, que se movía en un ambiente de cultura, intelectual argentino.  
          Autora de una extensa obra, algunos de sus libros son: Autobiografía de Irene [1948], Los días de la noche [1970], La furia [1976], Cornelia frente al espejo [1988], Las invitadas [1961], Y así sucesivamente [1987], Las repeticiones [2006], etc. Además las antologías, los cuentos infantiles, libros de poesía, teatro y las traducciones.
          
          Hoy la recuerdo con la relectura de uno de sus cuentos, esta vez también en inglés. I share this delicious story, and I hope that you too, in another country, will discover Silvina Ocampo´s exquisite.

          Y si les gustó, pueden seguir leyendo todos en el link que encontrarán al final. También encontrarán este cuento en italiano.
¡Buena lectura!

«El vestido de terciopelo»

del libro La Furia [1959]



La Furia es el  tercer libro de cuentos de Silvina Ocampo, publicado por la Editorial Sur, e inmediatamente reeditado varias veces. El nombre respondió a un consejo de su gran amigo, Jorge Luis Borges. 
          Son treinta y cuatro cuentos: La liebre dorada, La continuación, El mal, El vástago, La casa de azúcar, La casa de los relojes, Mimoso, El cuaderno, La sibila, El sótano, Las fotografías, Magush, La propiedad, Los objetos, Nosotros, La furia, Carta perdida en un cajón, El verdugo, Azabache, La última tarde, El vestido de terciopelo, Los sueños de Leopoldina, Las ondas, La boda, La paciente y el médico, Voz en el teléfono, El castigo, La oración, La creación, El asco, El goce y la penitencia, Los amigos, Informe del cielo y el infierno y La raza inextinguible.
          Fueron escritos entre 1937 [cuando Silvina tenía treinta y siete años] y 1959 [cuanto tenía cincuenta y seis], un largo período.

Editorial Sudamericana. Edición de 2007.


The Velvet Dress


Selected Short Stories, 2015
Translated by Daniel Balderston


          Sudando, secándonos la frente con pañuelos, que humedecimos en la fuente de la Recoleta, llegamos a esa casa, con jardín, de la calle Ayacucho. ¡Qué risa!

Sweating, mopping our brows with handkerchiefs that we had moistened in the Recoleta fountain, we finally arrived at the house on Ayacucho Street, the one with a garden. How amusing!
          Subimos en el ascensor al cuarto piso. Yo estaba malhumorada, porque no quería salir, pues mi vestido estaba sucio y pensaba dedicar la tarde a lavar y a planchar la colcha de mi camita. Tocamos el timbre, nos abrieron la puerta y entramos. Casilda y yo, en la casa, con el paquete. Casilda es modista. Vivimos en Burzaco y nuestros viajes a la capital la enferman, sobre todo cuando tenemos que ir al barrio norte, que queda tan a trasmano. De inmediato Casilda pidió un vaso de agua a la sirvienta para tomar la aspirina que llevaba en el monedero. La aspirina cayó al suelo con vaso y monedero. ¡Qué risa!

We took the elevator to the fifth floor. I was in a fool mood because my dress was dirty and I hadn´t really wanted to go out. I had planned to spend the afternoon washing and ironing my bedspread. We rang the bell: the door opened and we —Casilda and I— stepped into the house with the package. Casilda is a dressmaker. We live in Burzaco and our trips to the capital make her ill, especially when we have to travel to the northern part of the city, so far away. Right away, Casilda asked the servant for a glass of water to take the aspirin she had brought in her purse.The aspirin fell to the floor, along with the glass and the purse. How amusing!

          Subimos una escalera alfombrada (olía a naftalina), precedidas por la sirvienta, que nos hizo pasar al dormitorio de la señora Cornelia Catalpina, cuyo nombre fue un martirio para mi memoria. El dormitorio era todo rojo, con cortinajes blancos y había espejos con marcos dorados. Durante un siglo esperamos que la señora llegara del cuarto contiguo, donde la oíamos hacer gárgaras y discutir con voces diferentes. Entró su perfume y después de unos instantes, ella con otro perfume. Quejándose, nos saludó:

We went up a carpeted staircase (which smelled of mothballs), preceded by the servant, who showed us into the bedroom of Mrs. Cornelia Catalpina, whose very name was torture for me to remember. The bedroom was completely red, with white drapes and mirrors in golden frames. We waited for a century or two for a lady to come from the next room, where we could hear her singing scales and arguing with various voices. Her perfume entered; then, a few moments later, she herself entered with a different scent. She greeted us with a complaint:

          –¡Qué suerte tienen ustedes de vivir en las afueras de Buenos Aires! Allí no hay hollín, por lo menos. Habrá perros rabiosos y quema de basuras... Miren la colcha de mi cama. ¿Ustedes creen que es gris? No. Es blanca. Un campo de nieve –me tomó del mentón y agregó–: No te preocupan estas cosas. ¡Qué edad feliz! Ocho años tienes, ¿verdad? –y dirigiéndose a Casilda, agregó–: ¿Por qué no le coloca una piedra sobre la cabeza para que no crezca? De la edad de nuestros hijos depende nuestra juventud.

"How lucky you are to live outside Buenos Aires! At least there´s no soot there. There may be rabid dogs and garbage dumps... Look at my bedspread. Do you think it´s supposed to be gray? No. It´s white. Like a snowflake." She took me by the chin and added, "You don´t have to worry about things like that, What a joy to be young! You´re eight, right?" Then, addressing Casilda, she added, "Why don´t you put a stone on her head so, she won´t grow up? We´re young only as long as our children are.

¿Por qué no le coloca una piedra sobre la cabeza para que no crezca? 
"Why don´t you put a stone on her head so, she won´t grow up?



          Todo el mundo creía que mi amiga Casilda era mi mamá. ¡Qué risa!

Everyone thought my friend Casilda was my mother. How amusing!

          –Señora, ¿quiere probarse? –dijo Casilda, abriendo el paquete que estaba prendido con alfileres. Me ordenó: –Alcanza de mi cartera los alfileres.

"Ma´am, do you want to try it on?" Casilda asked, opening the package, which was all pinned together. Then she said to me, "Get the pins from my purse."

          –¡Probarse! ¡Es mi tortura! ¡Si alguien se probara los vestidos por mí, qué feliz sería! Me cansa tanto.

"Trying things on! It´s torture for me! If only someone could try on my dresses for me, how happy I would be! It´s so tiring."
          La señora se desvistió y Casilda trató de ponerle el vestido de terciopelo.

The lady undressed and Casilda tried to help her into the velvet dress.

          –¿Para cuándo el viaje, señora? –le dijo para distraerla.

"When are you suppose to leave on your trip, ma´am?" she asked to distract her.

          La señora no podía contestar. El vestido no pasaba por sus hombros: algo lo detenía en el cuello. ¡Qué risa!

The lady couldn´t answer. The dress was stuck to her shoulders: something kept it from going past her neck. How amusing!

        –El terciopelo se pega mucho, señora, y hoy hace calor. Pongámosle un poquito de talco.

"Velvet is very sticky, ma´am, and it´s hot today. Let´s put on a little talcum powder. 

          –Sáquemelo, que me asfixio –exclamó la señora.

"Take it off, I´m suffocating," the lady cry out. 

          Casilda le quitó el vestido y la señora se sentó sobre el sillón, a punto de desvanecerse.

Casilda held the dress and the lady sat down in an armchair, about to faint.

          –¿Para cuándo será el viaje, señora? –volvió a preguntar Casilda para distraerla.

"When is the trip suppose to be, ma´am?" Casilda asked again to distract her.

          –Me iré en cualquier momento. Hoy día, con los aviones, uno se va cuando quiere. El vestido tendrá que estar listo. Pensar que allí hay nieve. Todo es blanco, limpio y brillante.

I´m leaving any day now. Today, thanks to airplanes, you can leave whenever you feel like it. The dress will have to be ready. To think it´s snowing there. Everything is white, clean, and shiny."

          –Se va a París, ¿no?

"You´re going to Paris?"
          –Iré también a Italia.

"I´m also going to Italy."
          –¿Vuelve a probarse el vestido, señora? En seguida terminamos.

"Won´t you try on the dress again, ma´am? We´ll be finished in a moment."

          La señora asintió dando un suspiro.

The lady nodded with a sigh.
          –Levante los dos brazos para que pasemos primero las dos mangas –dijo Casilda, tomando el vestido y poniéndoselo de nuevo.

"Raise both of your arms so we can first put on the two sleeves", Casilda said, taking the dress and helping her put it on once again.

          Durante algunos segundos Casilda trató inútilmente de bajar la falda, para que resbalara sobre las caderas de la señora. Yo la ayudaba lo mejor que podía. Finalmente consiguió ponerle el vestido. Durante unos instantes la señora descansó extenuada, sobre el sillón; luego se puso de pie para mirarse en el espejo. ¡El vestido era precioso y complicado! Un dragón bordado de lentejuelas negras brillaba sobre el lado izquierdo de la bata. Casilda se arrodilló, mirándola en el espejo, y le redondeó el ruedo de la falda. Luego se puso de pie y comenzó a colocar alfileres en los dobleces de la bata, en el cuello, en las mangas. Yo tocaba el terciopelo: era áspero cuando pasaba la mano para un lado y suave cuando la pasaba para el otro. El contacto de la felpa hacía rechinar mis dientes. Los alfileres caían sobre el piso de madera y yo los recogía religiosamente uno por uno. ¡Qué risa!

Casilda se arrodilló...
Casilda knelt down...



For a few seconds Casilda tried unsuccessfully to pull the skirt of the dress down over the lady´s hips. I helped as best I could. She finally managed to put on the dress. For a few moments the lady rested in the armchair, exhausted; the she stood up to look at herself in the mirror. The dress was beautiful and complex! A dragon embroidered with black sequins was shining on the left side of the gown. Casilda knelt down, looking in the mirror, and adjusted the hem. Then she stood up and began putting pins in the folds of the gown, on the neck and sleeves. I touched the velvet: it was rough when you rubbed it one way and smooth when you rubbed it the other. The plush set my teeth on edge. The pins fell on the wood floor, and I picked them up religiously, one by one. How amusing!

          –¡Qué vestido! Creo que no hay otro modelo tan precioso en todo Buenos Aires –dijo Casilda, dejando caer un alfiler que tenía entre sus dientes–-. ¿No le agrada, señora?

"What a dress! I don´t think there´s such a beautiful pattern in all of Buenos Aires," said Casilda, letting a pin drop from her lips. "Don´t you like it, ma´am?"

          –Muchísimo. El terciopelo es el género que más me gusta. Los géneros son como las flores: uno tiene sus preferencias. Yo comparo el terciopelo a los nardos.

"Very much. Velvet is my favorite material. Fabric is like flowers: one has one´s favorites. I think that velvet is like spikenard."

          –¿Le gusta el nardo? Es tan triste –protestó Casilda.

Do you like spikenard? It´s so sad," Casilda protested.
          –El nardo es mi flor preferida, y sin embargo me hace daño. Cuando aspiro su olor me descompongo. El terciopelo hace rechinar mis dientes, me eriza, como me erizaban los guantes de hilo en la infancia y, sin embargo, para mí no hay en el mundo otro género comparable. Sentir su suavidad en mi mano me atrae aunque a veces me repugne. ¡Qué mujer está mejor vestida que aquella que se viste de terciopelo negro! Ni un cuello de puntilla le hace falta, ni un collar de perlas; todo estaría de más. El terciopelo se basta a sí mismo. Es suntuoso y es sobrio.

"Spikenard is my favorite flower, yet it´s harmful to me. When I smell it I get sick. Velvet sets my teeth on edge, give me goose bumps, the same as linen gloves used to when I was a girl, and yet for me there´s no other fabric like it in the whole world. Feeling its softness with my hand attracts me even if it sometimes repels me. How can a woman be better dressed that in black velvet? She doesn´t need a lace collar, or a string of pearls; everything else is unnecessary. Velvet is sufficient by itself. It´s sumptuous and sober."
          Cuando terminó de hablar, la señora respiraba con dificultad. El dragón también. Casilda tomó un diario que estaba sobre una mesa y la abanicó, pero la señora la detuvo, pidiéndole que no le echara aire, porque el aire le hacía mal. ¡Qué risa!

When she had finished talking the lady was breathing with difficulty. The dragon also. Casilda took a newspaper from the table and fanned her, but the lady made her stop, saying that fresh air did her no good. How amusing!
          En la calle oí gritos de los vendedores ambulantes. ¿Qué vendían? ¿Frutas, helados, tal vez? El silbato del afilador y el tilín del barquillero recorrían también la calle. No corrí a la ventana, para curiosear, como otras veces. No me cansaba de contemplar las pruebas de este vestido con un dragón de lentejuelas. La señora volvió a ponerse de pie y se detuvo de nuevo frente al espejo tambaleando. El dragón de lentejuelas también tambaleó. El vestido ya no tenía casi ningún defecto, sólo un imperceptible frunce debajo de los dos brazos. Casilda volvió a tomar los alfileres para colocarlos peligrosamente en aquellas arrugas de género sobrenatural, que sobraban.

I heard the cries of some street vendors outside. What were they selling? Fruit, maybe ice cream? The whistle of knife sharpener and the ringing bell of the ice-cream vendor also went up and down the street. I didn´t run to the window to see them, as I had in other occasions. I couldn´t tear myself away from watching the fittings of the dress with the sequin dragon. The lady stood up again and, staggering slightly, walked over the mirror. The sequin dragon also staggered. The dress was now nearly perfect, except for an almost imperceptible tuck under the arms. Casilda took up the pins once more, plunging them perilously into the wrinkles that bulged out of the unearthly fabric.
          –Cuando seas grande –me dijo la señora– te gustará llevar un vestido de terciopelo, ¿no es cierto?

"When you grow up," the lady told me, "you´d like to have a velvet dress, would´n you?

          –Sí –respondí, y sentí que el terciopelo de ese vestido me estrangulaba el cuello con manos enguantadas. ¡Qué risa!

sentí que el terciopelo de ese vestido me estrangulaba el cuello...
I´m feeling the velvet of the dress strangling my neck...



"Yes," I answered, feeling the velvet of the dress strangling my neck with its gloved hands. How amusing!

          –Ahora me quitaré el vestido –dijo la señora.

"Now help me take it off," the lady said.

          Casilda la ayudó a quitárselo tomándolo del ruedo de la falda con las dos manos. Forcejeó inútilmente durante algunos segundos, hasta que volvió a acomodarle el vestido.

Casilda tried to help her to take it off, holding the hem in both hands. She pulled on it unsuccessfully for a few seconds, then put it back on the way it was before.

          –Tendré que dormir con él –dijo la señora, frente al espejo, mirando su rostro pálido y el dragón que temblaba sobre los latidos de su corazón–. Es maravilloso el terciopelo, pero pesa –llevó la mano a la frente–. Es una cárcel. ¿Cómo salir? Deberían hacerse vestidos de telas inmateriales como el aire, la luz o el agua.

"I´ll have to sleep in it," the lady said, standing before the mirror, looking at her pale face, the dragon trembling with each beat of her heart. "Velvet is wonderful but it´s very heavy," she said, wiping her brow. "It´s a prison. How to escape it? They should make dresses of fabric as immaterial as air, light, or water." 

          –Yo le aconsejé la seda natural –protestó Casilda.

"I recommended raw silk to you," Casilda protested.

          La señora cayó al suelo y el dragón se retorció. Casilda se inclinó sobre su cuerpo hasta que el dragón quedó inmóvil. Acaricié de nuevo el terciopelo que parecía un animal. Casilda dijo melancólicamente:
          –Ha muerto. ¡Me costó tanto hacer este vestido! ¡Me costó tanto, tanto!
          –¡Qué risa!
The lady fell to the floor, the dragon writhing. Casilda leaned over the body until the dragon lay still. I again caressed the velvet, which seemed like a live animal. Casilda said sadly, "She´s dead. And I had so much trouble making this dress! It cost me so very much!"
How amusing!
*     *     *

          ¿Les gustó? Qué placer leer otro de los cuentos de esta gran escritora argentina, Silvina Ocampo. Y...  como dice la niña protagonista: how amusing! ¡Qué risa, sí! 
          Risa que conjura el horror.
          Es un disfrute entrar al universo literario de esta gran cuentista, y ponernos en la piel de sus personajes, niños entre crueles e inocentes. Inocencia que no se separa de una cierta ferocidad sin disculpas, propia de una infancia con una «ingenuidad» singular. El mal intrínseco planteado con tanta gracia. 
          Esta espontaneidad, tan bien lograda en el personaje protagonista [también narrador], nos contagia de un asombro especial, hace que recuperemos algo infantil, oscuro e inasible. Lo quimérico y lo cotidiano aquí conviven. 
          El relato se puebla de una minuciosidad llena de matices. La ternura en el decir de la niña, que nunca es explícita, menos empalagosa,  tiene una tensión e intriga que nos mantiene atentos, casi hechizados, diría. Es que esta niña entre dos mujeres adultas, es tan impasible... todo lo observa, piensa y dice con su mirada directa que nos hace descubrir facetas. 
          La ropa, lo habrán notado en este cuento y otros [también los objetos], tiene una entidad y un comportamiento perturbador. Desde la incomodidad de la niña por su vestido sucio [aunque peor es la sensación de asfixia al pensar la posibilidad de ponerse el elegante vestido], hasta el lamento de Casilda, la modista, por el trabajo que le dio hacerlo, y ahora... ¡desperdiciado!, pasando por lo principal: el maravilloso vestido de terciopelo, ¡una verdadera cárcel para la señora que se mira en el espejo!, ¿por qué no se harán vestidos de aire, luz o agua?, dice, y el drama se precipita.
          Por qué «cubrirse», por qué no ser uno mismo, podríamos aventurarnos y pensar nosotros, descubriendo significados.
          Silvina Ocampo nos lleva por estos caminos, casi como si ella también los estuviera descubriendo. Es que lo que rodea a las personas, las condicionan, y lo que se ve de ellas, lo más evidente, puede no serlo. Todo se vuelve complejo, incierto. 
          Su escritura clara y de frases cortas, donde «cada línea brilla como una cuchilla» —leí por ahí—, y se hace imagen, presencia animada y cambiante, agrego. No es de extrañar, teniendo en cuenta su experiencia como artista plástica.

          Ahora me despido. Si acaso nunca leyeron a Silvina Ocampo, o hace mucho que no la leían, ya se encontraron, en este relato, con uno de sus personajes infantiles irreverentes que aclaran las conductas de los adultos —raramente claras—, con una muerte espontánea que de tan bizarra, nos causa risa —o espanto, ¡todo un desenlace!




          
          Personalmente los disfruto mucho. Termino de corregir este post frente al Lago di Como. Me dejo llevar, una vez más, por esta realidad ambigua que Silvina Ocampo propone —universos ficticios creados con gran libertad—, por sus guiños y buena escritura. Un verdadero placer de lectura.


Cecilia Olguin Gianelli

Notas y lecturas


 - Cuentos completos, Silvina Ocampo:

- Thus Their Faces, Silvina Ocampo: «42 stories are anthologized from her writing between 1937 and 1988...».

- «Il vestito di velluto», Silvina Ocampo:
http://www.progettobabele.it/traducendotraducendo/showrac.php?ID=5191

- La hermana menor. Un retrato de Silvina Ocampo, Mariana Enríquez: Leer un adelanto:

- Silvina Ocampo. Fundación Konex: Vida y obra.

Ilustraciones, obras artísticas:

- «La muerte violenta: Una perspectiva infantil en dos cuentos de Silvina Ocampo»: Michelle Quiñones. Université of Central Florida.
http://www.hispanetjournal.com/La%20muerte%20violenta.pdf

 - Entre niños y adultos, entre risas y horror: Dos cuentos de Silvina Ocampo.
https://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_1997_num_17_1_2012

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Conversar de libros, y de los caminos a donde ellos nos llevan, dar una opinión, contar impresiones, describir una escena, personaje favorito, nunca contarlo todo, aunque a veces, elijamos ir un poco más allá, y no está mal, no a todos les molesta.
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