sábado, 30 de octubre de 2021

Cuentos de Dylan Thomas

Cuentos de Dylan Thomas

Brember

          Dylan Thomas, más conocido por sus poemas increíbles, ¡tan bellos!, rítmicos, majestuosos, ambientados en medio de la gente simple de Swansea en Gales, no sorprende con los cuentos. Son exquisitos, poéticos, contados con la misma pasión y cadencia galesa que encontramos en sus versos. «Una mezcla de alegría y sencillez, deleite y tragedia, no muy diferentes a las historias de James Joyce, a quien Thomas admiraba»*. 
          Historias donde la sensación de que las líneas divisorias entre la fantasía y la realidad se desdibujan. Donde el recuerdo de los sueños o la imaginación de entonces, aumenta. Algo oscuro y misterioso se filtra, dándole a estos relatos un aire fantástico y sublime. 
          
          Ahora leamos el relato, sumerjámosnos en la historia. Entremos en esa habitación —u otra de nuestros recuerdos—, tengamos la misma sensación de irrealidad y anhelo. 



          Las sombras descendieron lentamente hasta llegar al vestíbulo. Vio el perfil oscurecido de la balaustrada reflejarse en el espejo, el arco del candelabro que proyectaba la luz. Pero eso era todo. Las sombras se alargaban más hacia la puerta. Luego se perdían en la oscuridad del suelo y del techo. Rebuscó en los bolsillos para ver si encontraba un fósforo y por fin encendió la candela que llevaba en la mano. Sujetando la llama diminuta en alto, por encima de la cabeza, giró el picaporte y entró en la habitación. Olía a polvo y a madera vieja. Le resultó curioso ser tan sensible a ese olor, y cómo desató su imaginación. Las viejas damas bordando sus encajes a la luz de la luna, sus dedos pálidos y flacos, veloces sobre los brocados, sus mejillas sin edad, pero con el tinte de las mejillas de una niña. A eso le recordaba la habitación desde los tiempos en que por primera vez entró en ellas de puntillas y contempló aterrado las ventanas que se abrían a la extensión de césped grisáceo, a los árboles que se alzaban detrás. Si no, le recordaba a cuando, de niño, se sentaba ante el clavicordio y tocaba las teclas polvorientas con tal levedad que nadie alcanza a oír las notas emitidas, temeroso y sin embargo embelesado al oír que la música ascendía tenue en el aire. Siempre era triste. Detectaba la tristeza desolada bajo la fuga más liviana; a medida que sus manos pulsaban las notas, las lágrimas le asomaban a los ojos, un gran anhelo de algo que había conocido y había olvidado, algo que había amado y había perdido.

There were tears in his eyes, a great longing for something he had known and had forgotten, loved but had lost.

Eso fue unos cuantos años antes, y ahora se le impuso la misma sensación de irrealidad y anhelo cuando escendió las largas velas del clavicordio con su candela y vio, al extenderse la luz, que las paredes se cerraban a su alrededor y que las pesadas sillas le quitaban espacio. Las frotó levemente con la manga y dejó vagar los dedos unos instantes por encima del teclado. Qué frágiles eran aquellos sonidos. Qué curiosas melodías formaban, qué tristes y, sin embargo, qué perfectas. Por un instante pensó que había oído un ruido de pasos infantiles al otro lado de la puerta, pasos que corrían por el pasillo, hacia las tinieblas. Pero habían desaparecido. A la fuerza tuvo que suponer que nunca llegaron a oírse. Oyó una nota sostenida de risas que enseguida desapareció. Mientras tocaba, le pareció oír el ruido suave, el susurro más bien de una falda de seda arrastrada por el suelo. Dio más volumen a su música y, cuando volvió a suavizarla, no quedó nada.

Por más que se esforzase no pudo analizar las razones que lo habían llevado hasta la casa. Lo aterraba, pero no era capaz de alejarse de ella. Fuera, por el camino, había sentido el súbito deseo de desgarrar el velo de los años y remontarse a todo lo que la vieja casa significaba, el atardecer, las voces matizadas por los pasillos, el clavicordio, las escaleras que interminablemente ascendían hacia las tinieblas, el millar de detalles de las habitaciones, el miedo suave e insinuante que lo miraba desde los rincones, y que nunca desaparecía. Había caminado por la avenida hasta la puerta principal. La cabeza del león que representaba la aldaba le sonrió al llegar. La levantó y golpeó la madera. No contestó nadie. Volvió a llamar otra vez, y otra, pero la casa permaneció en silencio. Empujó la puerta con el hombro y se abrió. Recorrió de puntillas los pasillos, miró las habitaciones, tocó los objetos que le eran familiares. No había cambiado nada. Y fue entonces, cuando la noche salió por las ventanas emplomadas, que cerró la puerta de la sala de música a sus espaldas. Le colmó una gran sensación de alivio. El anhelo que siempre había permanecido en lo más recóndito de su mente, halló lo que había perdido, recordó lo que tenía olvidado. Aquel era el final de su viaje. 

Por un momento, las velas brillaron con mayor intensidad. Pudo ver mejor toda la estancia. Se puso en pie, la atravesó y recogió un libro polvoriento que estaba sobre la mesa. La casa solariega de Brember. Se lo llevó a la luz. Todas las páginas le resultaban conocidas, allí estaba la familia generación tras generación, hombres más dados al pensamiento que a la acción, visionarios todos que vieron el mundo desde las nubes de sus propios sueños. Fue pasando las páginas hasta llegar a la última: George Henry Brember, el último del linaje, falleció...

Contempló su propio nombre y cerró el libro.

***

Comentario


          Maravilloso relato, uno de mis preferidos. Con su cadencia, lenguaje intimista, escenas simples que inteligentemente nos van llevando al momento de la trama. Pero también sale de esos tiempos y viaja hacia lo que cada uno siente al leerla.
          El clima se va creando, todo se aligera porque Thomas crea estas imágenes, poderosas sí pero dotadas de un aura casi sobrenatural. Una forma de alivianar un dolor: «tocaba las teclas polvorientas con tal levedad que nadie alcanza a oír las notas emitidas, temeroso y sin embargo embelesado al oír que la música ascendía tenue en el aire».
          El amor, que a veces no fue tanto, por el Gales natal del autor, con la tristeza de la depresión de la época, está presente con todas sus contradicciones y altibajos. Así como su conexión con la zona rural y su ascendencia con tono melancólico. Siempre el tan presente conflicto entre generaciones, el anciano mirando a los jóvenes y viceversa. El recuerdo de la infancia y el paso del tiempo. Y luego el tema de la muerte, presente en este relato, en otros y en su poesía: cómo se prepara el hombre para este momento final. En este relato tiene más de una interpretación con el giro que da al final. 
          Muchas frases adquieren un significado metafórico: «las escaleras que interminablemente ascendían hacia las tinieblas», imagen con sentido a la que Thomas poeta volverá en su célebre poema «No entres dócilmente en esa buena noche»*. Y tienen una gran importancia porque refuerza la emoción que experimenta el protagonista. El famoso poema transmite uno de los mensajes más edificantes, todo un impulso a no rendirse, a luchar hasta el final, ¡vuelvan a leerlo o escucharlo*! Rage, rage!

          Admirador de Keats y Joyce, entrelaza los sentimientos y pensamientos en una mezcla de realidad e imaginación. Imaginación a la que Thomas da una gran importancia. Como a la intuición en el proceso de entender los temas trascendentales. 


          Pueden leer el cuento una vez más o escucharlo en una voz muy agradable:
https://www.ivoox.com/brember-dylan-thomas-audios-mp3_rf_1428646_1.html

          O hacer, al finalizar y si lo desean, el ejercicio de trasladar este relato y traerlo al presente. Desgarrar el velo de los años —no hace falta que sean tantos—, y remontarse a todo lo que la casa de la niñez significó, con otras luces y sombras. Las nuestras.




          Ahora me despido. Hasta el próximo relato de Dylan Thomas que publicaré en breve en este mismo sitio. Debajo dejo el link para que ustedes vayan haciendo su propia elección y lectura de los Cuentos completos*
          No dejen de leer la obra del poeta galés más conocido, favorito de los Beatles entre otros muchos famosos. Mundos tan diversos como los de la política, el rock y el cine —The Edge of Love [En el límite del amor]— lo tuvieron y seguramente lo seguirán teniendo en cuenta. 
           Supo llegar a la gente. Fue el primer poeta que difundió su obra masivamente —radio, cine, televisión, discos— con su voz grave, inolvidable que podemos seguir escuchando. Una personalidad carismática, sin lugar a dudas. Un ícono literario que perdura. Un maestro también de la prosa.

Cecilia Olguin Gianelli

Notas, Referencias, Bibliografía

- The Collected Stories, Dylan Thomas:
https://www.goodreads.com/book/show/676733.The_Collected_Stories

- Cuentos completos. Dylan Thomas:
file:///Users/Cecilia/Downloads/Relatos%20completo%20-%20Dylan%20Thomass.pdf

- Falling in Love with the ShorStories of Dylan Thomas:https://shortstoriesdiary.wordpress.com/2015/01/30/falling-in-love-with-the-short-stories-dylan-thomas/ 

- «No entres dócilmente en esa buena noche», Dylan Thoma
https://ciudadseva.com/texto/no-entres-docilmente-en-esa-buena-noche/

https://www.youtube.com/watch?v=9xfLRP2TmMs

- Imágenes elegidas:
  •  Neil Oseman [Reino Unido, 1980]. Director de fotografía. Por como emplea la iluminación —tan importante en este relato— para construir sus escenas. https://neiloseman.com/tag/candles/
  • Nikolas Konstantin. Por como capta emociones y muestra a las personas en ese instante tan sensible. Crea escenas. https://abduzeedo.com/node/44027; https://www.flickr.com/people/rasenkantenstein/