domingo, 11 de agosto de 2024

«El mundo de Guermantes». Libro III. «En busca del tiempo perdido», Marcel Proust

El mundo de Guermantes

[1920, Le Côtè de Guermantes]

Libro III

En busca del tiempo perdido

[1913-1927, À la recherche du temps perdu]

Marcel Proust

[París, 1871-1922, ibidem]





Reflexiones desprendidas...

En el torbellino vertiginoso de la vida corriente, como la peonza que gira demasiado aprisa, todo parece gris, los nombres han perdido su color.

Suspendamos el movimiento perpetuo en que somos arrastrados y veamos qué aparece. 

Quizá volvamos a ver los matices, yuxtapuestos, pero enteramente distintos unos de otros, y recuperemos esos nombres.




En las situaciones de este libro, como en todos, somos testigos de lo que sienten unos y otros, según van apareciendo los personajes. 
De la manera en que lo expresa Proust, y según el detenimiento que le demos a nuestra lectura, hace que nuestras percepciones ante situaciones cotidianas, ya sea en nuestra relación con las personas o en los diferentes cambios en las etapas de vida, se intensifiquen. 
También ante el contacto con la naturaleza.

Catarsis lectora, diría un importante crítico. O una química extraña que se desprende del mundo creado en À la recherche... que hace que todos lo terminemos habitando.

Y cuesta mucho elegir un párrafo, una idea que supere o abarque a otras, ¿qué podría decir de las excelentes páginas que describen la enfermedad y muerte de su querida abuela materna,  Bathilde?

Uno de los temas en El mundo de Guermantes, libro III de la gran obra que es En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust son «los Nombres». La identificación que les otorgamos, la individualidad, que no solo abarca el universo físico. Le damos a los nombres propios un alma al capricho de nuestra imaginación que la nutre.
«El Nombre es un signo voluminoso siempre preñado de un espesor cargado de sentido» [R. Barthes].

Este tema lo acompaño con otras lecturas, como la de Roland Barthes, Marcel Proust. Miscelánea*:

Editorial Paidós


o la de Gilles Deleuze, Proust y los signos*:


Editorial Anagrama


Y la duquesa de Guermantes, Oriana, este nombre propio, existía en el mundo del Narrador desde hacía muchos años. Una de las mujeres más elegantes, inteligentes y envidiadas por la alta sociedad parisina. Impregnada de todo un halo de admiración y del aire de Combray —su enamoramiento surge en todo su esplendor e intensidad al principio.

Pero, ¿que sucede con ese halo —hada lo llama Proust— cuando nos acercamos físicamente a la persona real a la que corresponde ese nombre? Pasa que «el Nombre empieza a reflejar a esa persona, y esta no contiene nada del hada; el hada puede renacer si nos alejamos de la persona, mas si permanecemos cerca de ésta, el hada, se muere definitivamente y con ella el nombre».

Claro que todas estas reflexiones, y lo que es más, estas experiencias, necesitan de tiempo y predisposición, un estado de observación detenido y sensible. 

Y Proust lo dice así:

«En el torbellino vertiginoso de la vida corriente en que ya no tienen más que un uso enteramente práctico, los nombres han perdido todo color como una peonza prismática que gira demasiado aprisa y que parece gris, en desquite, cuando, ensoñando, reflexionamos, tratamos, para volver sobre el pasado, de moderar, de suspender el movimiento perpetuo en que somos arrastrados, poco a poco volvemos a ver que aparecen de nuevo, yuxtapuestos, pero enteramente distintos unos de otros, los matices que en el curso de nuestra existencia nos presentó sucesivamente un mismo nombre». 

Estas, y otras que iré publicando son solo impresiones, sin ninguna otra pretensión del disfrute propio de detenerme en ciertos temas y compartirlo con ustedes. 
Algo así como un diario de lectura, esto es mi blog.
Hasta el próximo encuentro, 

Cecilia Olguin Gianelli

Notas


- El mundo de Guermantes, Libro III, En busca del tiempo perdido, Marcel Proust:
https://www.guao.org/sites/default/files/biblioteca/En%20busca%20del%20tiempo%20perdido%20III%20-%20El%20mundo%20de%20Guermantes.pdf


. Proust y los nombres, Roland Barthes
https://proassetspdlcom.cdnstatics2.com/usuaris/libros_contenido/arxius/52/51102_Marcel_Proust.pdf

- El Marcel Proust de Roland Barthes. Por Ricardo Labra. Zenda:
https://www.zendalibros.com/el-marcel-proust-de-roland-barthes/

- Proust y los signos, Gilles Deleuze:
https://archive.org/details/proust-y-los-signos-gilles-deleuze/page/n7/mode/2up


sábado, 3 de agosto de 2024

Decamerón, Proemio, Giovanni Boccaccio

Decamerón

[Decamerone, 1351-1353]

Giovanni Boccaccio

[Certaldo, Florencia, 1313-1375, ibidem

Proemio

La dedicatoria a las mujeres,
a los que han sufrido por amor,
por descontentos e incapacidades.
Devolver el alivio alguna vez recibido.
Memoria y gratitud.

The Decameron [1916], los jóvenes protagonistas.
John William Waterhouse [1849-1917].


COMIENZA EL LIBRO LLAMADO DECAMERÓN, APELLIDADO PRÍNCIPE GALEOTO, EN EL QUE SE CONTIENEN CIEN NOVELAS CONTADAS EN DIEZ DÍAS POR SIETE MUJERES Y POR TRES HOMBRES JÓVENES. 

HUMANA cosa es tener compasión de los afligidos, y aunque a todos conviene sentirla, más propio es que la sientan aquellos que ya han tenido menester de consuelo y lo han encontrado en otros: entre los cuales, si hubo alguien de él necesitado o le fue querido o ya de él recibió el contento, me cuento yo. Porque desde mi primera juventud hasta este tiempo habiendo estado sobremanera inflamado por altísimo y noble amor (tal vez, por yo narrarlo, bastante más de lo que parecería conveniente a mi baja condición aunque por los discretos a cuya noticia llegó fuese alabado y reputado en mucho), no menos me fue grandísima fatiga sufrirlo: ciertamente no por crueldad de la mujer amada sino por el excesivo fuego concebido en la mente por el poco dominado apetito, el cual porque con ningún razonable límite me dejaba estar contento, me hacía muchas veces sentir más dolor del que había necesidad. 

...por el excesivo fuego concebido en la mente por el poco dominado apetito, el cual porque con ningún razonable límite me dejaba estar contento, me hacía muchas veces sentir más dolor del que había necesidad. 

Y en aquella angustia tanto alivio me procuraron las afables razones de algún amigo y sus loables consuelos, que tengo la opinión firmísima de que por haberme sucedido así no estoy muerto. Pero cuando plugo a Aquél que, siendo infinito, dio por ley inconmovible a todas las cosas mundanas el tener fin, mi amor, más que cualquiera otro ardiente y al cual no había podido ni romper ni doblar ninguna fuerza de voluntad ni de consejo ni de vergüenza evidente ni ningún peligro que pudiera seguirse de ello, disminuyó con el tiempo, de tal guisa que sólo me ha dejado de sí mismo en la memoria aquel placer que acostumbra ofrecer a quien no se pone a navegar en sus más hondos piélagos, por lo que, habiendo desaparecido todos sus afanes, siento que ha permanecido deleitoso donde en mí solía doloroso estar. 

...tanto alivio me procuraron las afables razones de algún amigo y sus loables consuelos...

Pero, aunque haya cesado la pena, no por eso ha huido el recuerdo de los beneficios recibidos entonces de aquéllos a quienes, por benevolencia hacia mí, les eran graves mis fatigas; ni nunca se irá, tal como creo, sino con la muerte. Y porque la gratitud, según lo creo, es entre las demás virtudes sumamente de alabar y su contraria de maldecir, por no parecer ingrato me he propuesto prestar algún alivio, en lo que puedo y a cambio de los que he recibido (ahora que puedo llamarme libre), si no a quienes me ayudaron, que por ventura no tienen necesidad de él por su cordura y por su buena suerte, al menos a quienes lo hayan menester. Y aunque mi apoyo, o consuelo si queremos llamarlo así, pueda ser y sea bastante poco para los necesitados, no deja de parecerme que deba ofrecerse primero allí donde la necesidad parezca mayor, tanto porque será más útil como porque será recibido con mayor deseo. 

...aunque haya cesado la pena, no por eso ha huido el recuerdo de los beneficios recibidos...
...la gratitud...
...me he propuesto prestar algún alivio...

¿Y quién podrá negar que, por pequeño que sea, no convenga darlo mucho más a las amables mujeres que a los hombres? Ellas, dentro de los delicados pechos, temiendo y avergonzándose, tienen ocultas las amorosas llamas (que cuán mayor fuerza tienen que las manifiestas saben quienes lo han probado y lo prueban); y además, obligadas por los deseos, los gustos, los mandatos de los padres, de las madres, los hermanos y los maridos, pasan la mayor parte del tiempo confinadas en el pequeño circuito de sus alcobas, sentadas y ociosas, y queriendo y no queriendo en un punto, revuelven en sus cabezas diversos pensamientos que no es posible que todos sean alegres. Y si a causa de ellos, traída por algún fogoso deseo, les invade alguna tristeza, les es fuerza detenerse en ella con grave dolor si nuevas razones no la remueven, sin contar con ellas son mucho menos fuertes que los hombres; lo que no sucede a los hombres enamorados, tal como podemos ver abiertamente nosotros. 

...convenga darlo mucho más a las amables mujeres ...

Ellos, si les aflige alguna tristeza o pensamiento grave, tienen muchos medios de aliviarse o de olvidarlo porque, si lo quieren, nada les impide pasear, oír y ver muchas cosas, darse a la cetrería, cazar o pescar, jugar y mercadear, por los cuales modos todos encuentran la fuerza de recobrar el ánimo, o en parte o en todo, y removerlo del doloroso pensamiento al menos por algún espacio de tiempo; después del cual, de un modo o de otro, o sobreviene el consuelo o el dolor disminuye. Por consiguiente, para que al menos por mi parte se enmiende el pecado de la fortuna que, donde menos obligado era, tal como vemos en las delicadas mujeres, fue más avara de ayuda, en socorro y refugio de las que aman (porque a las otras les es bastante la aguja, el huso y la devanadera) entiendo contar cien novelas, o fábulas o parábolas o historias, como las queramos llamar, narradas en diez días, como manifiestamente aparecerá, por una honrada compañía de siete mujeres y tres jóvenes, en los pestilentes tiempos de la pasada mortandad, y algunas canciones cantadas a su gusto por las dichas señoras. En las cuales novelas se verán casos de amor placenteros y ásperos, así como otros azarosos acontecimientos sucedidos tanto en los modernos tiempos como en los antiguos; de los cuales, las ya dichas mujeres que los lean, a la par podrán tomar solaz en las cosas deleitosas mostradas y útil consejo, por lo que podrán conocer qué ha de ser huido e igualmente qué ha de ser seguido: cosas que sin que se les pase el dolor no creo que puedan suceder. Y si ello sucede, que quiera Dios que así sea, den gracias a Amor que, librándome de sus ligaduras, me ha concedido poder atender a sus placeres.

... en socorro y refugio de las que aman...
... siete mujeres y tres jóvenes...
 ...en los pestilentes tiempos de la pasada mortandad...
...las ya dichas mujeres que los lean, ...
...conocer qué ha de ser huido e igualmente qué ha de ser seguido...


Giovanni Boccaccio, Decameron, Proemio, Giornata prima, Introduzione
Audiolibri italiani
https://www.youtube.com/watch?v=Iizsookzdes


Notas

- Proemio del Decameron: La dedica alle donne e piacevoli ragionamenti.
https://online.scuola.zanichelli.it/testiescenari/files/2009/10/a2_pp525-527.pdf

Proemio del DecameronAnálisis y comentario:
https://library.weschool.com/lezione/boccaccio-proemio-decameron-4510.html