Feria Internacional del Libro de Buenos Aires
23 de abril al 11 de mayo de 2015,
tres semanas a puro placer...
En La Rural, Predio Ferial Buenos Aires, barrio de Palermo. |
Lunes a viernes de 14:00 a 22.00
Sábados, domingos y feriados de 13:00 a 22:00
Sábados, domingos y feriados de 13:00 a 22:00
Este año la Ciudad Invitada de Honor de la Feria es México. Tendremos oportunidad de ver y escuchar a escritores consagrados con una amplia trayectoria y a jóvenes autores de gran calidad, las nuevas generaciones. También otras personalidades de la vida cultural y artística del maravilloso país de Octavio Paz, Carlos Fuentes y Juan Rulfo.
Somos muchos los lectores que disfrutamos de estos y otros muchos autores mexicanos, nos apasionamos con conocer la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz —si nos remontamos lejos en el tiempo— y llegamos a Alfonso Reyes Ochoa, tan relacionado con una destacada generación literaria argentina como lo fue la de Victoria Ocampo, Xul Solar, Borges o Bioy Casares.
¿Quién no recitó algún poema de Amado Nervo? o leyó y se conmovió con los de Elena Poniatowska, premio Cervantes 2013. Y sigo recordando a otros grandes, en mi Club de Lectura siempre hay alguna amiga y socia que vuelve a leer Pedro Páramo o El llano en llamas y nuevos comentarios aparecen sobre la obra de Juan Rulfo. Habrán visto la película Como agua para chocolate, basada en el libro de Laura Esquivel ... es que ella empezó como guionista, luego llegaría con uno de los personajes más controvertidos y fundamentales de la historia de México, Malinche.
Y si hablo de la tierra mexicana y de la condición femenina —a lo que seguramente remitió este último título— llego de inmediato a la escritora que nos visitará en esta Feria... y que no nos podemos perder.
México DF Ciudad Invitada 2015
La delegación estará integrada por casi 50 escritores y personalidades destacadas.
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la escritora y ensayista Margo Glantz Shapiro [1930]. Margo es una de las máximas figuras de la cultura mexicana, miembro de la Academia de la Lengua desde 1995 y Premio Nacional de Ciencias y Artes 2004. Ese mismo año obtuvo el premio Sor Juana Inés de la Cruz. En 2010 ganó el premio FIL [Feria Internacional del Libro en Guadalajara] por su novela El rastro.
Tiene un estrecho vínculo con la Argentina, pero... por si alguien no la recuerda o no la conoce, aquí está la imagen de una mujer polifacética, de inagotable curiosidad y gran espíritu crítico. Acuariana [28 de enero] de origen judío-ucraniano, su familia vive en México desde la segunda mitad de la década de 1920.
Joven entusiasta, no se cansa de aconsejar lecturas, frente a la «competencia» del espectáculo...Leer amplía la conciencia, nos conecta con nosotros mismos y miles de paisajes internos y externos, con otros mundos,... es fascinante.
No podemos decir que nació con las tecnologías e internet, sin embargo, como referente indispensable para nuevas generaciones que es, acepta y usa las múltiples posibilidades de Facebook y Twitter sobre todo, valora su rol de comunicación inmediata y poder enorme en despertar conciencias que podrían parecer inertes.
Se confiesa una twittera empedernida,... como ejercicio literario, es muy interesante tratar de decir algo muy importante en 140 caracteres... me fascina escribir twitters, los días que no los escribo siento como que no desayuné o algo así.
Aunque reconoce... demerita el pensamiento profundo.
Así es ella, a sus 85 años.
Y si hablamos de apariencia física, reconoce su condición de extravagante, es posible que me venga por genealogía, dice. Entre figura de Gustav Klimt —mujeres seguras de sí y desafiantes— y algún rostro desaforado de Orozco, su pelo rebelde confirma su desobediencia al estereotipo de belleza femenino.
Una mirada curiosa y coqueta, eso sí.
Margo Glantz Shapiro, una voz clara y distinguida |
Pero lo que más interesa es saber de qué trata su escritura y leer algún texto de su autoría.
Los temas... el primero que surge
es el viaje, que a Margo, hábil novelista y visitante asidua de lugares y museos, la sedujo desde un primer momento, tanto a nivel vivencial
como intelectual... el viaje es la actividad más inquietante de la vida,
dice. Máxime cuando se realiza a través de un tiempo compartido, como
sucede en su novela Las genealogías [2013], libro «autobiográfico organizado como un libro de ficción». Experiencia de sus padres y los mexicanos en una obra ya clásica, que «exhibe con elegante desparpajo los dobleces de la identidad y de la literatura».
Unas líneas tremendas de la novela: ... La lloro, la admiro, me lleno de culpas, vuelvo a llorarla, a admirarla, a llenarme de culpas y escribo estas precarias palabras totalmente insuficientes, para recordarla y para ponerle un punto final, ahora sí, a mis genealogías.
Coronada de moscas [2012] es otra de sus obras donde los viajes tienen que ver, este es fruto de sus recorridos por la India. Viajes en México, Crónicas extranjeras [1964] fue uno de los primeros sobre este tema, pero con la diferencia del lugar y que es un libro académico —no personal como Coronada...—, de viajeros que llegaros a México en el siglo XIX.
El erotismo en una novela que tuvo mucho éxito y también generó mucha controversia, Apariciones [1996]... donde conviven escenas eróticas descritas de manera descarnada y una gran intertextualidad con una carga fuerte de erudición. Con textos fascinantes de Sor Juana... ,de sus contemporáneas y de monjas medievales en una historia que se desdobla, el amor carnal y el místico, la imposibilidad de prescindir del cuerpo, ¡hay que leerla!
Tres autores que por sobre los demás han trazado sendas en la sensibilidad de la autora: Borges, Kafka y el anónimo escritor de Las mil y una noches, quienes en conjunto han mostrado que un texto no es sino un intersticio por donde se cuela el sentido de la vida y tantas frases que hemos leído... «en algún lado».
La intertextualidad es una de sus características.
La conquista de América y figuras fundacionales de la historia de México son algunos de de sus temas en los tan valorados ensayos [temas introducidos también en sus ficciones]: La malinche, sus padres y sus hijos [2001], escritoras mexicanas reflexionando sobre su propia identidad¹. «La Malinche», figura fundamental en la historia mexicana, entregada a los conquistadores como parte de un tributo, convirtiéndose en la «principal lengua» de Hernán Cortez [además de su amante], aclarando que «los lenguas» eran los intérpretes. Margot la llama «nuestra traductora y traidora más eminente».
Sorjuanista por excelencia, Sor Juana Inés de la Cruz ocupa gran parte de sus estudios y escritos —su «caballito de batalla»— , la admira profundamente. Una mujer con una capacidad, una inteligencia, una destreza infinita... con su caligrafía, tan maravillosa como sus versos, el acto de escribir y sus rituales, la retórica amorosa de su poesía...
Literatura comparada e iberoamericana, crítica literaria son también sus materias de estudio e investigación, su constante indagación en las posibilidades de la escritura... por ejemplo en Intervención y pretexto [1981], La lengua en la mano [1984], Borrones y borradores [2002], Esguince de cintura, literatura mexicana del siglo XX [1994].
Un tema recurrente en su escritura es el cuerpo humano, casi una obsesión ... la suya es una mirada cuidadosa y fragmentada, especialmente del cuerpo femenino, los pies, el cabello [De la amorosa inclinación a enredarse en cabellos, híbrido de varios temas y personajes, extremos de la belleza y la muerte], Las mil y unas calorías [1979], escrita en circunstancias algo graciosas de querer recuperar su físico perdido en EE. UU., «un lugar donde uno se aburre y come», a la moda de las novelas culinarias.
Agrego en este espacio a Saña [2006, la marca que deja la moda en el cuerpo femenino, India, Auschwitz, pintores y Rimbaud, entre mucho más, mutilaciones metafóricas o reales], después volvería al tema de la India, con otra visión y otra edad, otra etapa de su vida, con Coronada de moscas [2012], ya mencionado. Y termino con Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador [2005], donde Nora García es la protagonista —y de otras historias más, «una mujer que experimenta el mundo a través de su cuerpo... y de otras nimiedades».
Cuentos, o un largo relato fragmentado, es Zona de derrumbe [2001], cuyo vínculo entre las historias es el personaje, ya nombrado, Nora García. El cuerpo también es tema, pero no el cuerpo erótico, sino... ¡ya verán!
En estos relatos explora varias posiblidades, el que elijo podría ser considerado a primera vista un tema banal, no lo es. El tema de los pies y los problemas que nos ocasionanan a veces,... adquirir o no un atuendo de diseñador, ¿superficial?
Aquí está, veamos de que se trata y después las opinemos:
Unas líneas tremendas de la novela: ... La lloro, la admiro, me lleno de culpas, vuelvo a llorarla, a admirarla, a llenarme de culpas y escribo estas precarias palabras totalmente insuficientes, para recordarla y para ponerle un punto final, ahora sí, a mis genealogías.
Coronada de moscas [2012] es otra de sus obras donde los viajes tienen que ver, este es fruto de sus recorridos por la India. Viajes en México, Crónicas extranjeras [1964] fue uno de los primeros sobre este tema, pero con la diferencia del lugar y que es un libro académico —no personal como Coronada...—, de viajeros que llegaros a México en el siglo XIX.
El erotismo en una novela que tuvo mucho éxito y también generó mucha controversia, Apariciones [1996]... donde conviven escenas eróticas descritas de manera descarnada y una gran intertextualidad con una carga fuerte de erudición. Con textos fascinantes de Sor Juana... ,de sus contemporáneas y de monjas medievales en una historia que se desdobla, el amor carnal y el místico, la imposibilidad de prescindir del cuerpo, ¡hay que leerla!
Tres autores que por sobre los demás han trazado sendas en la sensibilidad de la autora: Borges, Kafka y el anónimo escritor de Las mil y una noches, quienes en conjunto han mostrado que un texto no es sino un intersticio por donde se cuela el sentido de la vida y tantas frases que hemos leído... «en algún lado».
La intertextualidad es una de sus características.
La conquista de América y figuras fundacionales de la historia de México son algunos de de sus temas en los tan valorados ensayos [temas introducidos también en sus ficciones]: La malinche, sus padres y sus hijos [2001], escritoras mexicanas reflexionando sobre su propia identidad¹. «La Malinche», figura fundamental en la historia mexicana, entregada a los conquistadores como parte de un tributo, convirtiéndose en la «principal lengua» de Hernán Cortez [además de su amante], aclarando que «los lenguas» eran los intérpretes. Margot la llama «nuestra traductora y traidora más eminente».
Sorjuanista por excelencia, Sor Juana Inés de la Cruz ocupa gran parte de sus estudios y escritos —su «caballito de batalla»— , la admira profundamente. Una mujer con una capacidad, una inteligencia, una destreza infinita... con su caligrafía, tan maravillosa como sus versos, el acto de escribir y sus rituales, la retórica amorosa de su poesía...
Literatura comparada e iberoamericana, crítica literaria son también sus materias de estudio e investigación, su constante indagación en las posibilidades de la escritura... por ejemplo en Intervención y pretexto [1981], La lengua en la mano [1984], Borrones y borradores [2002], Esguince de cintura, literatura mexicana del siglo XX [1994].
Un tema recurrente en su escritura es el cuerpo humano, casi una obsesión ... la suya es una mirada cuidadosa y fragmentada, especialmente del cuerpo femenino, los pies, el cabello [De la amorosa inclinación a enredarse en cabellos, híbrido de varios temas y personajes, extremos de la belleza y la muerte], Las mil y unas calorías [1979], escrita en circunstancias algo graciosas de querer recuperar su físico perdido en EE. UU., «un lugar donde uno se aburre y come», a la moda de las novelas culinarias.
Agrego en este espacio a Saña [2006, la marca que deja la moda en el cuerpo femenino, India, Auschwitz, pintores y Rimbaud, entre mucho más, mutilaciones metafóricas o reales], después volvería al tema de la India, con otra visión y otra edad, otra etapa de su vida, con Coronada de moscas [2012], ya mencionado. Y termino con Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador [2005], donde Nora García es la protagonista —y de otras historias más, «una mujer que experimenta el mundo a través de su cuerpo... y de otras nimiedades».
Vincula la literatura con otras artes, en Apariciones [1996], por ejemplo, con la pintura y en El rastro [2002], con la música, además también de la pintura.
Cuentos, o un largo relato fragmentado, es Zona de derrumbe [2001], cuyo vínculo entre las historias es el personaje, ya nombrado, Nora García. El cuerpo también es tema, pero no el cuerpo erótico, sino... ¡ya verán!
En estos relatos explora varias posiblidades, el que elijo podría ser considerado a primera vista un tema banal, no lo es. El tema de los pies y los problemas que nos ocasionanan a veces,... adquirir o no un atuendo de diseñador, ¿superficial?
Aquí está, veamos de que se trata y después las opinemos:
Zapatos: «andante» con variaciones
del libro Zona de derrumbe [2001]
Para Beatriz
Aguad
A medida que pasa
el tiempo, el zapato olvida su procedencia y su etimología.
¿Quién recuerda que la palabra zapato en
español proviene del turco? Es, pues, una palabra
renacentista, antes no existía en castellano, se usaban
otros vocablos: calzas o calzado. En el primer diccionario de la
lengua castellana, el de Covarrubias, se informa que calzado quiere
decir el que lleva zapatos, por oposición a los religiosos
que hicieron profesión de no llevarlos, por ejemplo Teresa
de Jesús o Juan de La Cruz, vulgarmente conocidos como los
carmelitas descalzos...
2 - Los grandes
colosos egipcios llevan los pies desnudos. Los héroes
homéricos también, aunque pueda cabernos alguna duda.
En cambio, Moisés, en el Deuteronomio, puede enorgullecerse
de decirle a los hebreos: «Os he hecho
marchar durante cuarenta años por el desierto y vuestras
sandalias no se han gastado bajo vuestros pies», y
ésta es, pienso, la primera mención escrita que
existe sobre el calzado. Aunque, si lo reflexionamos bien, Dios ya
había pensado, al crearnos, en la necesidad de proveernos de un buen sostén sobre la tierra: nuestro
primer zapato es el que nos brinda la propia anatomía: la
planta de los pies nos garantiza una pisada firme y sólida.
La suavidad y la elasticidad de este calzado primigenio se deben
sobre todo a un conjunto maravilloso de huesitos, los sesamoides,
situados bajo el primer metatarso.
3 - Y este
preámbulo es necesario para quien quiere escribir la
historia de una mujer cuya máxima ambición fue
caminar el camino de la vida con zapatos de diseñador.
4 - No
había nacido en sábanas de seda ni probó sus
primeros alimentos con cucharita de plata. Estaba empleada en una
zapatería de provincia que vendía modelos [imitaciones] del centro a precios accesibles. Es más, la
especialidad de esa tienda eran los choclos Elizalde [glacé negro, corte
austero y perfecto] para el confort de las matronas; también
las zapatillas estilizadas que combinaban el beige y el rojo, el
gris y el negro o el blanco con el café o el azul marino,
especialmente diseñadas para señoritas ambiciosas de
barrio popular.
5 - Es hora de
confesar que esta historia es autobiográfica, y por tanto
profundamente sincera.
6 - El
diseñador preferido de la protagonista, Nora García,
es Ferragamo. Nació el 6 de junio de 1898, en Bonito,
Irpinia: el onceavo hijo de una familia de 14 niños; sus
padres, pequeños propietarios agrícolas. Desde
pequeño tuvo obsesión con el calzado, pero a su padre [como al de mi madre] la parecía una profesión
indigna. Una noche trabajó para confeccionar un par de
zapatos blancos para la primera comunión de su hermana
preferida. Fue un predestinado. De la misma manera que Leonardo da
Vinci, nacido para pintar la Mona Lisa y diseñar inventos
revolucionarios, Salvatore Ferragamo nació para
diseñar zapatos.
7 - Cuando empiezo
a escribir mi vida, me entran algunas dudas, aunque mi infancia fue
también humilde. Esas dudas se fortalecen después de
leer las memorias de Nabokov. La verdad es que cuando yo, Nora
García, leo cosas tan profundas como las que él
escribe, me siento disminuida, inútil, y, lo que es peor,
mis obsesiones se convierten —como la naturaleza americana para Buffon— en algo inferior.
¿Cómo puede equipararse alguien, cuya tragedia ha
sido sólo un exilio de colonia a colonia proletaria durante
su infancia, con un exiliado de la nobleza de un país que
produjo a Gogol, Dostoievski, Chéjov, y, claro, a Nabokov
afterwards?
Mi historia trata de una mujer [quizá yo misma] que ama desesperadamente y la consecuencia de ese amor fatal no es el suicidio, al estilo de Anna Karenina echándose a las vías del tren o de Madame Bovary tomando arsénico para pagar sus deudas o de Madame de Cléves entrando a un convento para no ceder al amor carnal; no, su tragedia consiste en una paulatina deformación del pie izquierdo que le produce un dolor continuo y mediocre [opacado por analgésicos] como el de un callo o una muela inflamada, dolores nada comparables con el dolor lacerante que les producía a las santas mártires del cristianismo la amputación de un seno, la mutilación de un miembro, el desollamiento o la crucifixión. En Nabokov muchas veces la tragedia degenera en una parodia sutil; en mi caso, la parodia cae en la farsa como los perros americanos cayeron en la inferioridad cuando Colón descubrió que no ladraban. Y mis padres eran ya de por sí inferiores [judíos-rusos]. [¿No lo determinó así Hitler y exterminó a los judíos?] Mis padres ni siquiera fueron a América, la verdadera, sino a México, al sur del Río Bravo, donde los habitantes somos despreciables. Si yo hubiera nacido en Nueva York hubiera estudiado en Cambridge o en Harvard y mi inglés sería impecable, como el de Carlos Fuentes. Insisto, nací aquí al sur del Río Bravo, e insisto en contar la historia de una mujer que ama demasiado. ¿Habrá mayor necedad?
Mi historia trata de una mujer [quizá yo misma] que ama desesperadamente y la consecuencia de ese amor fatal no es el suicidio, al estilo de Anna Karenina echándose a las vías del tren o de Madame Bovary tomando arsénico para pagar sus deudas o de Madame de Cléves entrando a un convento para no ceder al amor carnal; no, su tragedia consiste en una paulatina deformación del pie izquierdo que le produce un dolor continuo y mediocre [opacado por analgésicos] como el de un callo o una muela inflamada, dolores nada comparables con el dolor lacerante que les producía a las santas mártires del cristianismo la amputación de un seno, la mutilación de un miembro, el desollamiento o la crucifixión. En Nabokov muchas veces la tragedia degenera en una parodia sutil; en mi caso, la parodia cae en la farsa como los perros americanos cayeron en la inferioridad cuando Colón descubrió que no ladraban. Y mis padres eran ya de por sí inferiores [judíos-rusos]. [¿No lo determinó así Hitler y exterminó a los judíos?] Mis padres ni siquiera fueron a América, la verdadera, sino a México, al sur del Río Bravo, donde los habitantes somos despreciables. Si yo hubiera nacido en Nueva York hubiera estudiado en Cambridge o en Harvard y mi inglés sería impecable, como el de Carlos Fuentes. Insisto, nací aquí al sur del Río Bravo, e insisto en contar la historia de una mujer que ama demasiado. ¿Habrá mayor necedad?
8 - Nabokov
creía en Dios, un dios formado por una especie de corros de
fantasmas que volaban como mariposas. ¿En qué Dios
puedo creer yo, sin siquiera ser de Rusia y teniendo como herencia
sólo un exilio menor? Porque a fin de cuentas los que se
exiliaron fueron mis padres y su exilio fue menos productivo que el
de Nabokov [que escribió en inglés y no en
español como yo, Nora García] o el de algunos
conquistadores del siglo XVI. Mi madre me dio el otro día la
clave de por qué no regresó a Rusia: no tenía
nada de qué vanagloriarse: no se volvió rica ni
famosa, ¿entonces, para qué emigrar? Todavía
no estaba en su total apogeo el estalinismo aunque ya se perfilaba,
pero el acto de exilarse consistía en hacer algo grandioso y
mi mamá se exiló sólo para seguir a un
aventurero que
en aquel entonces ni siquiera usaba barba. Las cosas se
hubieran mejorado si hubiésemos tenido un destino singular,
pero mi padre tuvo una serie de tienditas, una serie de mudanzas,
una serie de libros, una serie de hijas, y una serie de pinturas y
de esculturas que están esperando ser reconsideradas como
obras de arte, al estilo de las obras que los prerrafaelitas en
Inglaterra pusieron de nuevo en circulación.
Las guerras no nos tocaban siquiera de cerca, las oíamos en la radio o las veíamos en los noticieros en el cine, mientras mis tíos y primos en la Unión Soviética morían en el combate, en el aire o de hambre. Quizás esta obsesión por los zapatos —que intento volver heroica para compensar la falta de heroísmo familiar— tenga su origen en la profesión de mi tío Iván, el hermano mayor de mi madre que era zapatero, profesión nefasta, vergonzosa para la familia, sobre todo si se tiene en cuenta que ese tío ni siquiera producía un par de zapatos entero, apenas la parte superior del calzado sin la suela, como ahora en las maquiladoras; además, nunca he sabido si confeccionaba zapatos de hombre o de mujer. Mi tío Aliosha llegó a México, mandado por mis abuelos para proteger a mi madre de mi padre y del exilio, se dedicó también a vender materia prima para calzados; él vendía sólo la suela, la carnaza, y los dos tíos juntos y nosotros —que luego vendimos zapatos elegantes, modelos metropolitanos a precio de pueblo o de barrio bajo— tampoco podríamos equipararnos con el gran Ferragamo que hizo de la confección de zapatos un arte tan grandioso como el que ahora alcanzan con sus diseños Yves Saint Laurent o Armani, en los años treinta Cocó Chanel o antes Bach con el arte de la fuga.
Las guerras no nos tocaban siquiera de cerca, las oíamos en la radio o las veíamos en los noticieros en el cine, mientras mis tíos y primos en la Unión Soviética morían en el combate, en el aire o de hambre. Quizás esta obsesión por los zapatos —que intento volver heroica para compensar la falta de heroísmo familiar— tenga su origen en la profesión de mi tío Iván, el hermano mayor de mi madre que era zapatero, profesión nefasta, vergonzosa para la familia, sobre todo si se tiene en cuenta que ese tío ni siquiera producía un par de zapatos entero, apenas la parte superior del calzado sin la suela, como ahora en las maquiladoras; además, nunca he sabido si confeccionaba zapatos de hombre o de mujer. Mi tío Aliosha llegó a México, mandado por mis abuelos para proteger a mi madre de mi padre y del exilio, se dedicó también a vender materia prima para calzados; él vendía sólo la suela, la carnaza, y los dos tíos juntos y nosotros —que luego vendimos zapatos elegantes, modelos metropolitanos a precio de pueblo o de barrio bajo— tampoco podríamos equipararnos con el gran Ferragamo que hizo de la confección de zapatos un arte tan grandioso como el que ahora alcanzan con sus diseños Yves Saint Laurent o Armani, en los años treinta Cocó Chanel o antes Bach con el arte de la fuga.
9 - Creo haber
demostrado que no teníamos nada de excelso y que para poder
levantar el nivel de esta historia que relata un amor desgraciado y
convertirlo en una tragedia tengo que hacer un esfuerzo
hercúleo. Lo intentaré.
Ya decía yo que mi tío Aliosha llegó a México enviado por mi abuelo a cuidar a mi mamá y al llegar aquí cayó en la profesión nefanda, o mejor dicho, merodeó por ella porque tenía una tienda de pieles [de inferior calidad] por la calle de Jesús Carranza, calle que no es evidentemente la flor de la elegancia, y, para agravar aún más las cosas, vendía lo que los zapateros que hacen calzado en el pueblo llaman despectivamente la carnaza. Completo el cuadro, antes de proceder a narrar mi historia de la mujer que amó demasiado, quizá una historia en donde me retrato a mí misma, Nora García. Mis propios padres tuvieron varias veces unas zapaterías en un barrio polvoriento de la ciudad, en aquella época todavía un pueblo, y es más, allí se copiaban a la, perfección y con humildad los zapatos de mi ídolo avant la lettre, Salvatore Ferragamo [que para agravar las cosas fue, además, fascista]. ¿Cómo hubiera yo podido saber, cuando entre lecturas de Faulkner y Dos Passos, sentada tristemente en la zapatería rogándole a Dios que ya no vinieran más clientes para que pudiera terminar de leer con tranquilidad Santuario o Manhattan Transfer, que mi ídolo sería más tarde Ferragamo y que me habría de apasionar de manera tan obsesiva por los zapatos? ¿Que hubiese yo descendido tan bajo sólo para comprarme zapatos de ese diseñador, cuyos herederos, en la actualidad, también diseñan joyas, perfumes y ropa de alta costura? Por esa época, o quizá antes de que yo pudiera leer sentada en la zapatería [era demasiado joven], podía percibir la tristeza que mi madre sentía a veces cuando tenía que vender zapatos y mi padre no hacía nada de provecho más que escribir poesía. Con todo, a pesar de ser tan joven, ya sabía apreciar la elegancia de esos zapatos [copias quizá inconscientes de los de Ferragamo] confeccionados graciosamente con tiritas verdes y grises, negras y blancas, café y color hueso, rojas y azules [marino] con tacón altísimo y puntiagudo —esas agujas y esas tiritas sabiamente distribuidas para que el pie se vea sexy— que se han vuelto a poner de moda gracias a Manolo Blahnik, tanto que su apellido es el epítome del calzado de diseñador, y por ello, en lugar de hablar de sus zapatos, las modelos hablan de sus Blahniks.
Nosotros vendíamos los zapatos a la módica suma de veintitrés pesos con cincuenta centavos, el tacón no era tan aguzado como el que han puesto de moda los grandes costureros actuales y por tanto eran más elegantes, más cómodos, más graciosos, en una palabra, la maravilla; zapatos, lo veo bien hoy, poco adecuados para transitar por esas calles que en época de lluvias eran tan lodosas y profundas como el lago de Xochimilco [el de antes, cuando la ciudad estaba situada en la región más transparente del aire] y por las que se circulaba en canoa o a lomo de cargador indígena, alias tameme, por la módica suma de cincuenta centavos, pieza de plata conocida como tostón, medida colonial de moneda.
Ya decía yo que mi tío Aliosha llegó a México enviado por mi abuelo a cuidar a mi mamá y al llegar aquí cayó en la profesión nefanda, o mejor dicho, merodeó por ella porque tenía una tienda de pieles [de inferior calidad] por la calle de Jesús Carranza, calle que no es evidentemente la flor de la elegancia, y, para agravar aún más las cosas, vendía lo que los zapateros que hacen calzado en el pueblo llaman despectivamente la carnaza. Completo el cuadro, antes de proceder a narrar mi historia de la mujer que amó demasiado, quizá una historia en donde me retrato a mí misma, Nora García. Mis propios padres tuvieron varias veces unas zapaterías en un barrio polvoriento de la ciudad, en aquella época todavía un pueblo, y es más, allí se copiaban a la, perfección y con humildad los zapatos de mi ídolo avant la lettre, Salvatore Ferragamo [que para agravar las cosas fue, además, fascista]. ¿Cómo hubiera yo podido saber, cuando entre lecturas de Faulkner y Dos Passos, sentada tristemente en la zapatería rogándole a Dios que ya no vinieran más clientes para que pudiera terminar de leer con tranquilidad Santuario o Manhattan Transfer, que mi ídolo sería más tarde Ferragamo y que me habría de apasionar de manera tan obsesiva por los zapatos? ¿Que hubiese yo descendido tan bajo sólo para comprarme zapatos de ese diseñador, cuyos herederos, en la actualidad, también diseñan joyas, perfumes y ropa de alta costura? Por esa época, o quizá antes de que yo pudiera leer sentada en la zapatería [era demasiado joven], podía percibir la tristeza que mi madre sentía a veces cuando tenía que vender zapatos y mi padre no hacía nada de provecho más que escribir poesía. Con todo, a pesar de ser tan joven, ya sabía apreciar la elegancia de esos zapatos [copias quizá inconscientes de los de Ferragamo] confeccionados graciosamente con tiritas verdes y grises, negras y blancas, café y color hueso, rojas y azules [marino] con tacón altísimo y puntiagudo —esas agujas y esas tiritas sabiamente distribuidas para que el pie se vea sexy— que se han vuelto a poner de moda gracias a Manolo Blahnik, tanto que su apellido es el epítome del calzado de diseñador, y por ello, en lugar de hablar de sus zapatos, las modelos hablan de sus Blahniks.
Nosotros vendíamos los zapatos a la módica suma de veintitrés pesos con cincuenta centavos, el tacón no era tan aguzado como el que han puesto de moda los grandes costureros actuales y por tanto eran más elegantes, más cómodos, más graciosos, en una palabra, la maravilla; zapatos, lo veo bien hoy, poco adecuados para transitar por esas calles que en época de lluvias eran tan lodosas y profundas como el lago de Xochimilco [el de antes, cuando la ciudad estaba situada en la región más transparente del aire] y por las que se circulaba en canoa o a lomo de cargador indígena, alias tameme, por la módica suma de cincuenta centavos, pieza de plata conocida como tostón, medida colonial de moneda.
10 - Como
venía yo diciendo, los zapatos que mi madre vendía en
su zapatería de pueblo estaban hechos concienzudamente a
mano, e imitaban sin saberlo los diseños de Ferragamo, y en Neiman
Marcus de Dallas se vendían aproximadamente a cuarenta
dólares de esa época, suma exorbitante si se piensa
que nosotros, lo subrayo, los vendíamos a ventitrés
cincuenta el par, y el peso estaba a dos cuarenta y cinco por un
dólar. Vuelve a surgirme la duda: ¿podré
seguir escribiendo una novela con estas pequeñeces?
11 - En el
Times de julio
de 1989 se lee que la tan violentada y guillotinada María
Antonieta se ha convertido en la niña de los ojos de los
franceses quienes la han absuelto de sus culpas dos siglos
después, es más, aún la lloran, lamentan su
trágica muerte. El objeto más visitado en el Museo de
Caen donde se organizó una exposición para celebrar
el bicentenario de la revolución francesa es el zapato que
la infortunada reina dejó caer al montar al patíbulo.
Tres arquitectos fueron comisionados para crear seis nichos
abstractos que albergan —por turnos— el precioso calzado de raso de
seda. Guardianes vestidos a la moda de las postrimerías del
siglo XVII lo trasladan de uno a otro espacio, protegidas sus manos
con guantes de tafilete: los espectadores, para contemplarlo, deben
arrodillarse sobre un cojín de brocado dorado cubierto con
un lienzo blanco.
12 - He decidido
ponerle a este libro el título de Historia de una mujer
que quiso andar por el camino de la vida con zapatos de
diseñador...
13 - Tengo que
empezar a contar la historia en el momento en que la mujer [es
decir, yo, Nora García] va caminando por una calle de
zapateros, quizá esa calle en Lisboa donde se vendían
zapatos de mala calidad, detrás de una plaza parecida a la
de mi infancia, donde se vendía calzado de pueblo. Y ahora
que lo cuento, me gustaría escribir un texto tan fino como
los zapatos finos que diseñó Ferragamo y no puedo,
porque ella, Nora García, conoció de niña
sólo zapaterías de barrio donde se vendían
zapatos de imitación para la gente de la clase media baja y
a veces para los limosneros que todas las semanas pasaban con su
lata vacía a recaudar sus monedas reglamentarias de a
centavo y entre semana llegaban con sus zapatos rotos y sin
calcetines o sin medias y pedían zapatos mineros de a siete
cincuenta o choclos de viejita de glacé negro con agujetas de a cinco
pesos. Sólo mi maestra de piano, chaparrita y con bloomers
de algodón color mamey, compraba zapatos con tiritas verdes
y gris que combinaba con primor con su bolsa del mismo tono
aperlado de las tiritas. Nosotros sólo vendíamos
zapatos: alguna vez in illo tempore, tuvimos una boutique en el mero centro
donde mi madre vendía bolsas, guantes y sombreros, hoy
objetos obsoletos.
14 - Una
prestigiosa revista de anticuarios registra un hallazgo
excepcional: un par de zapatos del siglo XVII rematado en la casa
de los lores de Northampton por veinte mil libras esterlinas. Lo
excepcional, debe agregarse, no estriba en el hecho escueto de que
se hayan encontrado zapatos del siglo XVII, lo extraordinario es
que se trata de un par en perfecto estado de conservación.
Recuérdese que como la Cenicienta, María Antonieta
sólo dejó caer un zapato cuando subió a la
guillotina.
15 - Una mujer
pasa repetidas veces frente a una vitrina, mejor, por una calle
donde hay zapatos; su obsesión es doble, está fijada
en los zapatos y en una novela que tiene relación con un
camino por andar, obsesión que también tuvieron Santa
Teresa y San Ignacio o San Juan, y los franciscanos
seráficos de México. La idea es trazar un paralelismo
entre la mujer que tiene que andar simplemente un camino amoroso o
el camino nel mezzo del
camin di nostra vita, digamos, y, paralelamente, a manera de
alegoría, los frailes seráficos, Santa Teresa o San
Juan, que andan descalzos o con sus pobres y primitivas sandalias.
Por ello, continúo escribiendo el texto donde una mujer camina con zapatos de diseñador el camino de su vida, su vocación martírica contrasta con ese afán y de ello resulta su nostalgia de Santa Teresa de Jesús y de los frailes seráficos de México; lo remata todo con San Juan, el más importante de los místicos. Debe subrayarse que quizá esa obsesión cambie totalmente el plan de la novela.
Por ello, continúo escribiendo el texto donde una mujer camina con zapatos de diseñador el camino de su vida, su vocación martírica contrasta con ese afán y de ello resulta su nostalgia de Santa Teresa de Jesús y de los frailes seráficos de México; lo remata todo con San Juan, el más importante de los místicos. Debe subrayarse que quizá esa obsesión cambie totalmente el plan de la novela.
16 - Primero,
pasea por las calles donde hay zapaterías y al mirarlas su
pensamiento está ligado indisolublemente al comienzo de la
novela, entrevista como un largo camino por andar, camino que se
haría intransitable si no llevara los pies calzados con
zapatos especiales, el par más maravilloso y suave,
más estético que existe en el Universo.
En sus andanzas topa con una zapatería en donde hay un par de zapatos que le fascina; están de barata: le parecen sin embargo excesivamente caros porque está acostumbrada a ser abonera, a comprar en retazos: sus padres fueron aboneros como quien dice porque llegaron a México y lo primero que se encontraron en el tren que iba hacia lo desconocido fue a un señor hebreo que llevaba miles de corbatas alrededor del cuello y miles de sombreros encimados sobre la cabeza, y no sé bien qué en las manos, pero habló con mis padres en ruso y les dijo que no hablaran ruso, que hablaran alemán, y eso marcó sus vidas porque mi padre llevó en la cabeza una canasta con pan que lo inició en el camino de los aboneros, luego se compró un caballo, ¿de dónde lo sacó si no tenía dinero? Nunca lo supe, pero hay que convenir en que comenzó con el pie derecho el camino de la vida en México, o más bien, montado sobre un caballo y que ese caballo era para llevar el pan, y que sus zapatos —unas botas— los apoyaba en los estribos; cuando mi padre andaba a caballo parecía un conquistador, porque la canasta de pan la llevaba sobre la cabeza un indio que para mayor precisión se llamaba Serafín. Mi padre prefería leer poesía mientras Serafín cargaba, vendía y cobraba las mensualidades, porque aunque parezca mentira el pan se vendía en abonos. Y si yo voy a pie por el camino de la vida con zapatos de diseñador, Ferragamo o Maud Frizon [no Christian Dior ni Yves Saint Laurent], entonces sí que las cosas me van a ir bien, sobre todo si conservo a la vez mis viejos hábitos ancestrales, los de abonero, y si consigo, en barata, el último par de zapatos color verde fatiga de Ferragamo, con un tacón ni muy bajo ni muy alto, medio botines, con una hebilla preciosa, divino calzado que cumple una función múltiple: permitirme que camine por la vida con zapatos de diseñador, perfectos, elegantes, y, cosa fundamental, no demasiado caros.
En sus andanzas topa con una zapatería en donde hay un par de zapatos que le fascina; están de barata: le parecen sin embargo excesivamente caros porque está acostumbrada a ser abonera, a comprar en retazos: sus padres fueron aboneros como quien dice porque llegaron a México y lo primero que se encontraron en el tren que iba hacia lo desconocido fue a un señor hebreo que llevaba miles de corbatas alrededor del cuello y miles de sombreros encimados sobre la cabeza, y no sé bien qué en las manos, pero habló con mis padres en ruso y les dijo que no hablaran ruso, que hablaran alemán, y eso marcó sus vidas porque mi padre llevó en la cabeza una canasta con pan que lo inició en el camino de los aboneros, luego se compró un caballo, ¿de dónde lo sacó si no tenía dinero? Nunca lo supe, pero hay que convenir en que comenzó con el pie derecho el camino de la vida en México, o más bien, montado sobre un caballo y que ese caballo era para llevar el pan, y que sus zapatos —unas botas— los apoyaba en los estribos; cuando mi padre andaba a caballo parecía un conquistador, porque la canasta de pan la llevaba sobre la cabeza un indio que para mayor precisión se llamaba Serafín. Mi padre prefería leer poesía mientras Serafín cargaba, vendía y cobraba las mensualidades, porque aunque parezca mentira el pan se vendía en abonos. Y si yo voy a pie por el camino de la vida con zapatos de diseñador, Ferragamo o Maud Frizon [no Christian Dior ni Yves Saint Laurent], entonces sí que las cosas me van a ir bien, sobre todo si conservo a la vez mis viejos hábitos ancestrales, los de abonero, y si consigo, en barata, el último par de zapatos color verde fatiga de Ferragamo, con un tacón ni muy bajo ni muy alto, medio botines, con una hebilla preciosa, divino calzado que cumple una función múltiple: permitirme que camine por la vida con zapatos de diseñador, perfectos, elegantes, y, cosa fundamental, no demasiado caros.
17 - Nunca lo
había pensado antes, pero ¿no tendrá ella los
pies deformados y adoloridos porque no solía comprarse
zapatos de diseñador? Pero, sigo: ella recorre Bond Street,
pasa por Armani, se pasma ante sus trajes y sobre todo cuando toca
la textura de las telas; Ungaro, vestidos exquisitos, pero
demasiado juveniles [ya no tiene tan estrecha la cintura], Yves
Saint Laurent, maravilloso, pero ¿dónde usaría
esos zapatos? Podría comprarse un traje de Armani, tiene el
dinero ahora que están de barata, pero está
acostumbrada a gastar el dinero en pequeñeces: ocupan tanto
lugar las prendas en su clóset que podría comprarse,
sumándolas, algo maravilloso, pero no lo hace, lo recalco,
porque tiene mentalidad de abonera. Sus pasos ciegos la dirigen de
nuevo a Ferragamo donde ha visto los zapatos, sabe que no
podrá escribir si no está bien calzada, ya lo ha
comprobado: lleva ahora unos zapatos de Oxford Street, de Ravel, tienda
barata para los que vienen de fuera o los que no tienen, como ella,
mucho dinero, o adolecen de la misma mentalidad de abonero que
tengo yo, Nora García, además de sentir una nostalgia
inmensa [como de tango] por esos zapatos de tiritas de colores,
verde y gris, rojo y gris, azul marino y blanco, tacón alto
y esbelto de mi zapatería de infancia, la que tuvo
mamá, al lado de los zapatos de glacé de viejita de Elizondo
que íbamos a buscar a Tacuba con papá y cuando los de
vamp costaban veintitrés pesos con cincuenta
centavos y los de viejita doce cincuenta. Quizá debiera
comprarme unos zapatos así; antes me los compraba en las
baratas, recuerdo un par gris con verde Christian Dior,
tacón muy alto, zapatillas con hebilla abrochadas en forma
de T, como las de los años veinte, zapatos que tuve que
regalar el otro día, aunque estaban muy buenos
todavía, pero ya no puedo usarlos porque tengo juanetes y
tener juanetes calza perfectamente con la mentalidad de abonera y
no con los zapatos estilosos.
18 - Un pie
alterado como un zapato demasiado usado, el tacón pelado y
las deformaciones de los pies ya no se ocultan con el calzado: las
puntas abolladas o arrugadas exhiben una parte que ya nunca
podrá ser llenada por el pie. Nada recibe tanto el impacto
de la realidad como los pies calzados sobre la tierra. Por eso de
niña usé zapatos de charol negro con hebilla y traba
en forma de T, achatados, de piso, con tacón de goma o
blancos y durante los primeros días no quería caminar
con ellos para no mancharles la suela y para evitarlo caminaba
sobre periódicos. Esa operación detiene el efecto de
realidad, mantiene la belleza intacta, como sucede en las
naturalezas muertas en las cuales se pinta un poco de basura que
nunca se deteriora: la pintura conserva para siempre su
equilibrio.
19 - Sus pasos
ciegos la dirigen de nuevo a Ferragamo donde ha visto los zapatos,
sabe que no podrá escribir si no está bien calzada,
entra, pregunta por los zapatos, se los muestran, son de un gris
verdoso, con un reflejo plateado producido por el tratamiento que
le han dado a la piel, el tacón no es demasiado delgado, es
mediano, con una pequeña curva interior como los de los
zapatos del catálogo de Ferragamo ahora que están en
exhibición en el Museo Victoria y Albert de Londres. Ha ido
al museo, ha pasado por las innumerables salas donde se amontonan
erráticas colecciones de estatuas medievales, cerámicas azules, alfombras
persas; piensa que debería detenerse, porque las alfombras
persas están definitivamente asociadas a los zapatos o mejor
dicho a la falta de zapatos, porque uno no debe pisarlas, hay que
descalzarse antes de entrar a una mezquita o a una casa, y
allí hay siempre alfombras; sigue sin detenerse, sin
embargo, sólo el pensamiento le sirve de lastre en ese
camino hollado por sus zapatos; las alfombras están en la
pared: sus pies nunca podrán alcanzarlas ni usando sandalias
especiales. Encuentra por fin, ¡oh maravilla! la sala donde
se exhiben los zapatos del genial Ferragamo. Los admira,
entusiasmada, y se decide, nada le impedirá comprarse un par
de zapatos de este genial diseñador.
20 - Vuelve sobre
sus pasos y, ya en la tienda, se prueba los zapatos que le han
traído después de señalarlos en la mesa
redonda en la que se exhiben los objetos de barata; le aclaran que
es el único par, se mide el pie izquierdo, en el que tiene
el juanete; comprueba que la hechura es perfecta: soluciona a la
vez el problema de la belleza y el de la comodidad; sin embargo, no
puede evitarlo, le parecen demasiado caros, aunque estén de
barata. Sale sin comprarlos. Recorre de nuevo las tiendas,
ningún zapato le gusta de la misma manera, pero le siguen pareciendo
caros, está acostumbrada a gastar en cosas pequeñas,
baratas, le parece que es lo único que se merece, pero, eso
sí, también sabe que la novela que quiere escribir no
podrá escribirse cabalmente si no se compra el calzado
ideal, de Ferragamo, su ábrete sésamo, su zapatilla
de cristal, su hada madrina.
21 - Lo que
más le preocupa en ese momento es que come demasiado
turrón de yema y bebe demasiado jerez y engorda y
además no puede usar zapatos Ferragamo ni quitárselos
en la playa para pisar la arena porque tiene juanetes y a menos que
la arena le cubra los pies esa deformidad es visible. Piensa en
otros zapatos que ha hecho Ferragamo, y en esas hormas a la medida
de cada pie diplomático, imperial o de artista del jet set.
En ese momento desea tener los pies de la Mangano, Silvana Mangano,
quien como la que cuenta este cuento, Nora García,
perteneció, cuando era niña, a las clases inferiores
y probablemente, como ella, usó zapatos de marcas ordinarias
y puede darse que, también como a ella, se le haya formado
un juanete, por cuestiones hereditarias y por usar zapatos
apretados y de mala calidad, pero, todo hubiese podido acabar como en los cuentos de hadas, ¿por qué no
pensarlo así?, más tarde, Ferragamo pudo haberle
hecho una horma a la medida de su juanete.
22 - Me interesa
mucho la vida de Ferragamo, pensé hoy por la tarde. Idea por
lo menos curiosa en alguien que tiene los pies deformes y
está tirada en la playa en traje de baño y con los
pies descalzos, y en uno de los pies ostenta un juanete imposible
de disimular cuando se está descalza, y me pregunto
¿cómo me puede interesar la vida de un señor
gordo que se pasó la vida siempre inclinado, midiendo pies,
estudiando su anatomía, su estructura y luego confeccionando
hormas de madera y que además fue fascista?
Aunque, claro, esas hormas eran únicas, una para cada pie, porque como la huella de las manos o como la voz, la huella de nuestros pies es única, así es la vida o la anatomía, un simple designio de la naturaleza. Además, en cada una de las hormas que hacía Ferragamo inscribía el nombre del dueño de los zapatos que permitían caminar por el mundo con solidez y natural elegancia. Las hormas eran perfectas, de madera de magnífica calidad. Ahora las hormas, aún las más ordinarias, se venden a precio de oro, si son de buena madera y están bien confeccionadas, pero habría que comprarlas, hechas a la medida, si uno quiere mantener sus zapatos impecables. No me canso de pensarlo: las huellas de cada pie son excepcionales y únicas como las huellas de la mano y como las huellas de la voz; pero en estas épocas de democracia, o mejor dicho de globalización, nadie lo quiere admitir y en lugar de mandarse a hacer la ropa a la medida se la compra uno ya hecha, prét á porter, y, lo mismo, sobra decirlo, pasa con los zapatos.
Aunque, claro, esas hormas eran únicas, una para cada pie, porque como la huella de las manos o como la voz, la huella de nuestros pies es única, así es la vida o la anatomía, un simple designio de la naturaleza. Además, en cada una de las hormas que hacía Ferragamo inscribía el nombre del dueño de los zapatos que permitían caminar por el mundo con solidez y natural elegancia. Las hormas eran perfectas, de madera de magnífica calidad. Ahora las hormas, aún las más ordinarias, se venden a precio de oro, si son de buena madera y están bien confeccionadas, pero habría que comprarlas, hechas a la medida, si uno quiere mantener sus zapatos impecables. No me canso de pensarlo: las huellas de cada pie son excepcionales y únicas como las huellas de la mano y como las huellas de la voz; pero en estas épocas de democracia, o mejor dicho de globalización, nadie lo quiere admitir y en lugar de mandarse a hacer la ropa a la medida se la compra uno ya hecha, prét á porter, y, lo mismo, sobra decirlo, pasa con los zapatos.
23 - Mientras
piensa en los zapatos, Nora García sabe que escribirá
un texto que tiene que parecerse a la ópera que detiene la
historia y los sentimientos: los inmoviliza. En el teatro los
sentimientos se activan y en la ópera lo que parece
trágico se vuelve grotesco por la voz, los ademanes y el
atuendo y también porque, vuelve Nora García a
reflexionar, tiene deformados los pies, se le han ido deformando
cada vez que canta su aria triunfal, aria en la
que siempre se duerme su principal acompañante: la ama pero
no soporta la ópera; la escena se repetirá degradada
en la zapatería, mientras lo piensa escucha en el impecable
compact disc a
la Callas cantando Aída, quien, semejante a Nefertiti,
inicia el descenso a los infiernos con su intensa y prodigiosa voz
de soprano.
24 - Me detengo,
esto es muy importante; la obsesión principal de Nora
García proviene de una concepción especial de la idea
de la fama, está relacionada con el honor del nombre.
Convencida, regresa a Ferragamo, vuelve a probarse los zapatos, la
empleada le comenta, usted ya estuvo aquí, Nora asiente,
ruega que se los muestren de nuevo, los contempla, los acaricia, se
los pone, verifica que no se le note demasiado el juanete, se
decide, se los quita, se encamina a la caja y los paga, pero antes
de hacerlo pronuncia un voto, una manda a Santa Teresa de
Jesús: usarlos solamente cuando se siente a escribir, como
ahora lo hace, con los zapatos puestos, los zapatos Ferragamo que
ha comprado en una exclusiva boutique de la calle Bond en Londres,
acompañando al calzado, unas medias de ese mismo, exacto
color [se comprará luego varios pares de Fogal, pues son las
únicas que calzan con los zapatos del gran artesano, mejor,
del gran artista del calzado] y, por fin, con solemnidad, ¡ya
era hora!, sentada como franciscano seráfico a la
máquina de escribir o frente a la computadora,
fumándose un cigarrillo, oyendo a Bach, comiendo
turrón de yema y bebiendo un oporto, comienza el acto
más heroico de su vida; escribir la historia de la mujer
que caminó por la vida con zapatos de
diseñador.
* * *
El tono con el que Margo escribe es casi siempre festivo, acá lo comprobamos, y agradecemos. Hasta cuando nos va a hablar de lo más terrible, «recurre al guiño, al gracejo o al juego de palabras que despojan a la expresión de cualquier tremendismo y la dotan de fresca vitalidad». El intersticio que habrán notado, noción que define la obra glantciana, le puede dar un sentido fragmentario, en principio incoherente, pero con un enlace interno incuestionable. Así sucede, a veces, en la de la vida... y bueno la comprensión resultaría mucho más sencilla si le agregamos un componente lúdico. Basta con que sigamos el consejo que Margo nos da en Las genealogías:
«Hay que meterse profundamente
como cuando uno se baña en el agua; eso es la eternidad».
En
esta narración de fácil lectura palpamos «su juego». Podría parecer en apariencia simple y de tema femenino. No, escapa a este encasillamiento y apela a la
inteligencia, cautiva con su extraordinario manejo de la palabra.
Esta es sólo una invitación para seguir conociendo a una autora que no quiere que cataloguen su obra, esa necesidad es terrible, porque lo obliga a uno a quedarse en límites muy estrechos.
A ella le gusta la literatura, ... también la pintura, la música, viajar, ver mezquitas, saber por qué los musulmanes viven de cierta manera, comprarse ropa, estar a la moda, la fibrolidad también es maravillosala, dice.
Y ama la lectura, todo en perfecto equilibrio.
No se logra fácil, requiere un largo camino por andar, camino que se haría intransitable si uno no llevara los pies calzados con un par de maravillosos, suaves, estéticos zapatos de diseñador.
C. G.
* * *
Los otros destacados escritores mexicanos que visitarán la Feria: Paco Ignacio Taibo
II, Fabio Morábito, Álvaro Enrigue, Carmen Boullosa, Guadalupe Nettel,
Ana García Begua, Daniel Saldaña y el argentino residente en México
Néstor García Canclini.
Completan la delegación: Alfonso Morales
Carrillo, Ana Franco, Bernardo Fernández BEF, Carla Faesler, Christopher
Domínguez, Cuauhtémoc Cárdenas Batel, Daniela Tarazona, Eduardo Antonio
Parra, Eduardo Lizalde, Eduardo Matos Moctezuma, Eduardo Milán, Enrique
Serna, Fabrizio Mejía Madrid, Francisco Hinojosa, Francisco Mata Rosas,
Francisco Segovia, Guillermo Fadanelli, Guillermo Osorno, Hernán Bravo
Varela, Humberto Musacchio, José María Espinasa, Leonardo López Luján,
Luigi Amara, Magali Tercero, Marco Antonio Campos, Mardonio Carballo,
María Baranda, Mario Bojorquez, Myriam Moscona, Pedro Tzontémoc, Rafael
Barajas El Fisgón, Rafael Pérez Gay, Ricardo Cayuela, Salvador Martínez
della Rocca, Sandra Lorenzano, Sergio González Rodríguez, Verónica
Gerber, Vicente Quirarte y Vivian Abenshushan.
* * *
Mis notas, fuentes, referencias, bibliografía
- La lectura y visita de varias entrevistas:
http://pijamasurf.com/2013/06/por-que-leer-nos-conviene/
http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/la-escritora-y-academica-margo-glantz-cumplira-85-anos-1422373229
http://lajornadajalisco.com.mx/2014/10/en-las-redes-sociales-se-demerita-el-pensamiento-profundo-margo-glantz/
https://www.youtube.com/watch?v=0LvgZlaF4hQ
- Su Twitter:
https://twitter.com/margo_glantz
- La lectura y visita de varias entrevistas:
http://pijamasurf.com/2013/06/por-que-leer-nos-conviene/
http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/la-escritora-y-academica-margo-glantz-cumplira-85-anos-1422373229
http://lajornadajalisco.com.mx/2014/10/en-las-redes-sociales-se-demerita-el-pensamiento-profundo-margo-glantz/
https://www.youtube.com/watch?v=0LvgZlaF4hQ
- Su Twitter:
https://twitter.com/margo_glantz
- Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes:
http://www.cervantesvirtual.com/portales/margo_glantz/presentacion/
- Academia Mexicana de la Lengua: audio del programa radial «Letras y voces». Escuchar su voz en un excelente reportaje, saber de su notoriedad, de su libro más famoso, Las
genealogías
http://www.academia.org.mx/Margo-Glantz
- Zapatos «andante» con variaciones:
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor-din/zapatos-andante-con-variaciones--0/html/f6a6261b-6bfe-4662-b710-0733ac11af1f_2.html#I_0_
¹- Las hijas de la Malinche:
http://www.debatefeminista.com/PDF/Articulos/lashij1053.pdf
- Sitio web oficial de la Feria:
http://www.el-libro.org.ar/
- Sitio web oficial de la Feria:
http://www.el-libro.org.ar/
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Conversar de libros, y de los caminos a donde ellos nos llevan, dar una opinión, contar impresiones, describir una escena, personaje favorito, nunca contarlo todo, aunque a veces, elijamos ir un poco más allá, y no está mal, no a todos les molesta.
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