lunes, 23 de marzo de 2015

Margo Glantz Shapiro en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2015



Feria Internacional del Libro de Buenos Aires

23 de abril al 11 de mayo de 2015,

tres semanas a puro placer...




En La Rural, Predio Ferial Buenos Aires, barrio de Palermo.
Lunes a viernes de 14:00 a 22.00
Sábados, domingos y feriados de 13:00 a 22:00



Este año la Ciudad Invitada de Honor de la Feria es México. Tendremos oportunidad de ver y escuchar a escritores consagrados con una amplia trayectoria y a jóvenes autores de gran calidad, las nuevas generaciones. También  otras personalidades de la vida cultural y artística del maravilloso país de Octavio Paz, Carlos Fuentes y Juan Rulfo.

Somos muchos los lectores que disfrutamos de estos y otros muchos autores mexicanos, nos apasionamos con conocer la vida y obra de Sor Juana Inés de la Cruz —si nos remontamos lejos en el tiempo— y llegamos a Alfonso Reyes Ochoa, tan relacionado con una destacada generación literaria argentina como lo fue la de Victoria Ocampo, Xul Solar, Borges o Bioy Casares.

¿Quién no recitó algún poema de Amado Nervo? o leyó y se conmovió con los de Elena Poniatowska, premio Cervantes 2013. Y sigo recordando a otros grandes, en mi Club de Lectura siempre hay alguna amiga y socia que vuelve a leer Pedro Páramo o El llano en llamas y nuevos comentarios aparecen sobre la obra de Juan Rulfo. Habrán visto la película Como agua para chocolate, basada en el libro de Laura Esquivel ... es que ella empezó como guionista, luego llegaría con uno de los personajes más controvertidos y fundamentales de la historia de México, Malinche.

Y si hablo de la tierra mexicana y de la condición femenina —a lo que seguramente remitió este último título— llego de inmediato a la escritora que nos visitará en esta Feria... y que no nos podemos perder.


México DF Ciudad Invitada 2015




La delegación estará integrada por casi 50 escritores y personalidades destacadas.


Entre estos participantes sobresale:

                                                       la escritora y ensayista Margo Glantz Shapiro [1930]. Margo es una de las máximas figuras de la cultura mexicana, miembro de la Academia de la Lengua desde 1995 y Premio Nacional de Ciencias y Artes 2004. Ese mismo año obtuvo el premio Sor Juana Inés de la Cruz. En 2010 ganó el premio FIL [Feria Internacional del Libro en Guadalajara] por su novela El rastro

Tiene un estrecho vínculo con la Argentina, pero... por si alguien no la recuerda o no la conoce, aquí está la imagen de una mujer polifacética, de inagotable curiosidad y gran espíritu crítico. Acuariana [28 de enero] de origen judío-ucraniano, su familia vive en México desde la segunda mitad de la década de 1920.

Joven entusiasta, no se cansa de aconsejar lecturas, frente a la «competencia» del espectáculo...Leer amplía la conciencia, nos conecta con nosotros mismos y miles de paisajes internos y externos, con otros mundos,... es fascinante.

No podemos decir que nació con las tecnologías e internet, sin embargo, como referente indispensable para nuevas generaciones que es, acepta y usa las múltiples posibilidades de Facebook y Twitter sobre todo, valora su rol de comunicación inmediata y poder enorme en despertar conciencias que podrían parecer inertes.

Se confiesa una twittera empedernida,... como ejercicio literario, es muy interesante tratar de decir algo muy importante en 140 caracteres... me fascina escribir twitters, los días que no los escribo siento como que no desayuné o algo así.
Aunque reconoce... demerita el pensamiento profundo.
Así es ella, a sus 85 años.

Y si hablamos de apariencia física, reconoce su condición de extravagante, es posible que me venga por genealogía, dice. Entre figura de Gustav Klimt —mujeres seguras de sí y desafiantes— y algún rostro desaforado de Orozco, su pelo rebelde confirma su desobediencia al estereotipo de belleza femenino.
Una mirada curiosa y coqueta, eso sí.





Margo Glantz Shapiro, una voz clara y distinguida


      
Pero lo que más interesa es saber de qué trata su escritura y leer algún texto de su autoría.

          Los temas... el primero que surge es el viaje, que a Margo, hábil novelista y visitante asidua de lugares y museos, la sedujo desde un primer momento, tanto a nivel vivencial como intelectual... el viaje es la actividad más inquietante de la vida, dice. Máxime cuando se realiza a través de un tiempo compartido, como sucede en su novela Las genealogías [2013], libro «autobiográfico organizado como un libro de ficción». Experiencia de sus padres y los mexicanos en una obra ya clásica, que «exhibe con elegante desparpajo los dobleces de la identidad y de la literatura».

          Unas líneas tremendas de la novela: ... La lloro, la admiro, me lleno de culpas, vuelvo a llorarla, a admirarla, a llenarme de culpas y escribo estas precarias palabras totalmente insuficientes, para recordarla y para ponerle un punto final, ahora sí, a mis genealogías.

Coronada de moscas [2012] es otra de sus obras donde los viajes tienen que ver, este es fruto de sus recorridos por la India. Viajes en México, Crónicas extranjeras [1964] fue uno de los primeros sobre este tema, pero con la diferencia del lugar y que es un libro académico —no personal como Coronada...—, de viajeros que llegaros a México en el siglo XIX.

          El erotismo en una novela que tuvo mucho éxito y también generó mucha controversia,  Apariciones [1996]... donde conviven escenas eróticas descritas de manera descarnada y una gran intertextualidad con una carga fuerte de erudición. Con textos fascinantes de Sor Juana... ,de sus contemporáneas y de monjas medievales en una historia que se desdobla, el amor carnal y el místico, la imposibilidad de prescindir del cuerpo, ¡hay que leerla!

          Tres autores que por sobre los demás han trazado sendas en la sensibilidad de la autora: Borges, Kafka y el anónimo escritor de Las mil y una noches, quienes en conjunto han mostrado que un texto no es sino un intersticio por donde se cuela el sentido de la vida y tantas frases que hemos leído... «en algún lado».
La intertextualidad es una de sus características.

          La conquista de América y figuras fundacionales de la historia de México son algunos de  de sus temas en los tan valorados ensayos [temas introducidos también en sus ficciones]: La malinche, sus padres y sus hijos [2001], escritoras mexicanas reflexionando sobre su propia identidad¹. «La Malinche», figura fundamental en la historia mexicana, entregada a los conquistadores como parte de un tributo, convirtiéndose en la «principal lengua» de Hernán Cortez [además de su amante], aclarando que «los lenguas» eran los intérpretes. Margot la llama «nuestra traductora y traidora más eminente».

          Sorjuanista por excelencia, Sor Juana Inés de la Cruz ocupa gran parte de sus estudios y escritos —su «caballito de batalla»— , la admira profundamente. Una mujer con una capacidad, una inteligencia, una destreza infinita... con su caligrafía, tan maravillosa como sus versos, el acto de escribir y sus rituales, la retórica amorosa de su poesía...







          Literatura comparada e iberoamericana, crítica literaria son también sus materias de estudio e investigación, su constante indagación en las posibilidades de la escritura... por ejemplo en Intervención y pretexto [1981], La lengua en la mano [1984], Borrones y borradores [2002], Esguince de cintura, literatura mexicana del siglo XX [1994].

          Un tema recurrente en su escritura es el cuerpo humano, casi una obsesión ... la suya es una mirada cuidadosa y fragmentada, especialmente del cuerpo femenino, los pies, el cabello [De la amorosa inclinación a enredarse en cabellos, híbrido de varios temas y personajes, extremos de la belleza y la muerte], Las mil y unas calorías [1979], escrita en circunstancias algo graciosas de querer recuperar su físico perdido en EE. UU., «un lugar donde uno se aburre y come», a la moda de las novelas culinarias.

Agrego en este espacio a Saña [2006, la marca que deja la moda en el cuerpo femenino, India, Auschwitz, pintores y Rimbaud, entre mucho más, mutilaciones metafóricas o reales], después volvería al tema de la India, con otra visión y otra edad, otra etapa de su vida, con Coronada de moscas [2012], ya mencionado. Y termino con Historia de una mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador [2005], donde Nora García es la protagonista —y de otras historias más, «una mujer que experimenta el mundo a través de su cuerpo... y de otras nimiedades».

          Vincula la literatura con otras artes, en Apariciones [1996], por ejemplo, con la pintura y en El rastro [2002], con la música, además también de la pintura.


          Cuentos, o un largo relato fragmentado, es  Zona de derrumbe [2001], cuyo vínculo entre las historias es el personaje, ya nombrado, Nora García. El cuerpo también es tema, pero no el cuerpo erótico, sino... ¡ya verán!

En estos relatos explora varias posiblidades, el que elijo podría ser considerado a primera vista un tema banal, no lo es. El tema de los pies y los problemas que nos ocasionanan a veces,... adquirir o no un atuendo de diseñador, ¿superficial?

Aquí está, veamos de que se trata y después las opinemos:


      
         

  Zapatos: «andante» con variaciones

del libro Zona de derrumbe [2001]




Para Beatriz Aguad


A medida que pasa el tiempo, el zapato olvida su procedencia y su etimología. ¿Quién recuerda que la palabra zapato en español proviene del turco? Es, pues, una palabra renacentista, antes no existía en castellano, se usaban otros vocablos: calzas o calzado. En el primer diccionario de la lengua castellana, el de Covarrubias, se informa que calzado quiere decir el que lleva zapatos, por oposición a los religiosos que hicieron profesión de no llevarlos, por ejemplo Teresa de Jesús o Juan de La Cruz, vulgarmente conocidos como los carmelitas descalzos...


2 - Los grandes colosos egipcios llevan los pies desnudos. Los héroes homéricos también, aunque pueda cabernos alguna duda. En cambio, Moisés, en el Deuteronomio, puede enorgullecerse de decirle a los hebreos: «Os he hecho marchar durante cuarenta años por el desierto y vuestras sandalias no se han gastado bajo vuestros pies», y ésta es, pienso, la primera mención escrita que existe sobre el calzado. Aunque, si lo reflexionamos bien, Dios ya había pensado, al crearnos, en la necesidad de proveernos de un buen sostén sobre la tierra: nuestro primer zapato es el que nos brinda la propia anatomía: la planta de los pies nos garantiza una pisada firme y sólida. La suavidad y la elasticidad de este calzado primigenio se deben sobre todo a un conjunto maravilloso de huesitos, los sesamoides, situados bajo el primer metatarso.



3 - Y este preámbulo es necesario para quien quiere escribir la historia de una mujer cuya máxima ambición fue caminar el camino de la vida con zapatos de diseñador.



4 - No había nacido en sábanas de seda ni probó sus primeros alimentos con cucharita de plata. Estaba empleada en una zapatería de provincia que vendía modelos [imitaciones] del centro a precios accesibles. Es más, la especialidad de esa tienda eran los choclos Elizalde [glacé negro, corte austero y perfecto] para el confort de las matronas; también las zapatillas estilizadas que combinaban el beige y el rojo, el gris y el negro o el blanco con el café o el azul marino, especialmente diseñadas para señoritas ambiciosas de barrio popular.

  
5 - Es hora de confesar que esta historia es autobiográfica, y por tanto profundamente sincera.



6 - El diseñador preferido de la protagonista, Nora García, es Ferragamo. Nació el 6 de junio de 1898, en Bonito, Irpinia: el onceavo hijo de una familia de 14 niños; sus padres, pequeños propietarios agrícolas. Desde pequeño tuvo obsesión con el calzado, pero a su padre [como al de mi madre] la parecía una profesión indigna. Una noche trabajó para confeccionar un par de zapatos blancos para la primera comunión de su hermana preferida. Fue un predestinado. De la misma manera que Leonardo da Vinci, nacido para pintar la Mona Lisa y diseñar inventos revolucionarios, Salvatore Ferragamo nació para diseñar zapatos.



7 - Cuando empiezo a escribir mi vida, me entran algunas dudas, aunque mi infancia fue también humilde. Esas dudas se fortalecen después de leer las memorias de Nabokov. La verdad es que cuando yo, Nora García, leo cosas tan profundas como las que él escribe, me siento disminuida, inútil, y, lo que es peor, mis obsesiones se convierten —como la naturaleza americana para Buffon— en algo inferior. ¿Cómo puede equipararse alguien, cuya tragedia ha sido sólo un exilio de colonia a colonia proletaria durante su infancia, con un exiliado de la nobleza de un país que produjo a Gogol, Dostoievski, Chéjov, y, claro, a Nabokov afterwards?

                     Mi historia trata de una mujer [quizá yo misma] que ama desesperadamente y la consecuencia de ese amor fatal no es el suicidio, al estilo de Anna Karenina echándose a las vías del tren o de Madame Bovary tomando arsénico para pagar sus deudas o de Madame de Cléves entrando a un convento para no ceder al amor carnal; no, su tragedia consiste en una paulatina deformación del pie izquierdo que le produce un dolor continuo y mediocre [opacado por analgésicos] como el de un callo o una muela inflamada, dolores nada comparables con el dolor lacerante que les producía a las santas mártires del cristianismo la amputación de un seno, la mutilación de un miembro, el desollamiento o la crucifixión. En Nabokov muchas veces la tragedia degenera en una parodia sutil; en mi caso, la parodia cae en la farsa como los perros americanos cayeron en la inferioridad cuando Colón descubrió que no ladraban. Y mis padres eran ya de por sí inferiores [judíos-rusos]. [¿No lo determinó así Hitler y exterminó a los judíos?] Mis padres ni siquiera fueron a América, la verdadera, sino a México, al sur del Río Bravo, donde los habitantes somos despreciables. Si yo hubiera nacido en Nueva York hubiera estudiado en Cambridge o en Harvard y mi inglés sería impecable, como el de Carlos Fuentes. Insisto, nací aquí al sur del Río Bravo, e insisto en contar la historia de una mujer que ama demasiado. ¿Habrá mayor necedad?


8 - Nabokov creía en Dios, un dios formado por una especie de corros de fantasmas que volaban como mariposas. ¿En qué Dios puedo creer yo, sin siquiera ser de Rusia y teniendo como herencia sólo un exilio menor? Porque a fin de cuentas los que se exiliaron fueron mis padres y su exilio fue menos productivo que el de Nabokov [que escribió en inglés y no en español como yo, Nora García] o el de algunos conquistadores del siglo XVI. Mi madre me dio el otro día la clave de por qué no regresó a Rusia: no tenía nada de qué vanagloriarse: no se volvió rica ni famosa, ¿entonces, para qué emigrar? Todavía no estaba en su total apogeo el estalinismo aunque ya se perfilaba, pero el acto de exilarse consistía en hacer algo grandioso y mi mamá se exiló sólo para seguir a un aventurero que   en aquel entonces ni siquiera usaba barba. Las cosas se hubieran mejorado si hubiésemos tenido un destino singular, pero mi padre tuvo una serie de tienditas, una serie de mudanzas, una serie de libros, una serie de hijas, y una serie de pinturas y de esculturas que están esperando ser reconsideradas como obras de arte, al estilo de las obras que los prerrafaelitas en Inglaterra pusieron de nuevo en circulación.

             Las guerras no nos tocaban siquiera de cerca, las oíamos en la radio o las veíamos en los noticieros en el cine, mientras mis tíos y primos en la Unión Soviética morían en el combate, en el aire o de hambre. Quizás esta obsesión por los zapatos —que intento volver heroica para compensar la falta de heroísmo familiar— tenga su origen en la profesión de mi tío Iván, el hermano mayor de mi madre que era zapatero, profesión nefasta, vergonzosa para la familia, sobre todo si se tiene en cuenta que ese tío ni siquiera producía un par de zapatos entero, apenas la parte superior del calzado sin la suela, como ahora en las maquiladoras; además, nunca he sabido si confeccionaba zapatos de hombre o de mujer. Mi tío Aliosha llegó a México, mandado por mis abuelos para proteger a mi madre de mi padre y del exilio, se dedicó también a vender materia prima para calzados; él vendía  sólo la suela, la carnaza, y los dos tíos juntos y nosotros —que luego vendimos zapatos elegantes, modelos metropolitanos a precio de pueblo o de barrio bajo— tampoco podríamos equipararnos con el gran Ferragamo que hizo de la confección de zapatos un arte tan grandioso como el que ahora alcanzan con sus diseños Yves Saint Laurent o Armani, en los años treinta Cocó Chanel o antes Bach con el arte de la fuga.



9 - Creo haber demostrado que no teníamos nada de excelso y que para poder levantar el nivel de esta historia que relata un amor desgraciado y convertirlo en una tragedia tengo que hacer un esfuerzo hercúleo. Lo intentaré.

                                     Ya decía yo que mi tío Aliosha llegó a México enviado por mi abuelo a cuidar a mi mamá y al llegar aquí cayó en la profesión nefanda, o mejor dicho, merodeó por ella porque tenía una tienda de pieles [de inferior calidad] por la calle de Jesús Carranza, calle que no es evidentemente la flor de la elegancia, y, para agravar aún más las cosas, vendía lo que los zapateros que hacen calzado en el pueblo llaman despectivamente la carnaza. Completo el cuadro, antes de proceder a narrar mi historia de la mujer que amó demasiado, quizá una historia en donde me     retrato a mí misma, Nora García. Mis propios padres tuvieron varias veces unas zapaterías en un barrio polvoriento de la ciudad, en aquella época todavía un pueblo, y es más, allí se copiaban a la, perfección y con humildad los zapatos de mi ídolo avant la lettre, Salvatore Ferragamo [que para agravar las cosas fue, además, fascista]. ¿Cómo hubiera yo podido saber, cuando entre lecturas de Faulkner y Dos Passos, sentada tristemente en la zapatería rogándole a Dios que ya no vinieran más clientes para que pudiera terminar de leer con tranquilidad Santuario o Manhattan Transfer, que mi ídolo sería más tarde Ferragamo y que me habría de apasionar de manera tan obsesiva por los zapatos? ¿Que hubiese yo descendido tan bajo sólo para comprarme zapatos de ese diseñador, cuyos herederos, en la actualidad, también diseñan joyas, perfumes y ropa de alta costura? Por esa época, o quizá antes de que yo pudiera leer sentada en la zapatería [era demasiado joven], podía percibir la tristeza que mi madre sentía a veces cuando tenía que vender zapatos y mi padre no hacía nada de provecho más que escribir poesía. Con todo, a pesar de ser tan joven, ya sabía apreciar la elegancia de esos zapatos [copias quizá inconscientes de los de Ferragamo] confeccionados graciosamente con tiritas verdes y grises, negras y blancas, café y color hueso, rojas y azules [marino] con tacón altísimo y puntiagudo —esas agujas y esas tiritas sabiamente distribuidas para que el pie se vea sexy—  que se han vuelto a poner de moda gracias a Manolo Blahnik, tanto que su apellido es el epítome del calzado de diseñador, y por ello, en lugar de hablar de sus zapatos, las modelos hablan de sus Blahniks.

Nosotros vendíamos los zapatos a la módica suma de veintitrés pesos con cincuenta centavos, el tacón no era tan aguzado como el que han puesto de moda los grandes costureros actuales y por tanto eran más elegantes, más cómodos, más graciosos, en una palabra, la maravilla; zapatos, lo veo bien hoy, poco adecuados para transitar por esas calles que en época de lluvias eran tan lodosas y profundas como el lago de Xochimilco [el de antes, cuando la ciudad estaba situada en la región más transparente del aire] y por las que se circulaba en canoa o a lomo de cargador indígena, alias tameme, por la módica suma de cincuenta centavos, pieza de plata conocida como tostón, medida colonial de moneda.


10 - Como venía yo diciendo, los zapatos que mi madre vendía en su zapatería de pueblo estaban hechos concienzudamente a mano, e imitaban sin saberlo los diseños de Ferragamo, y en Neiman Marcus de Dallas se vendían aproximadamente a cuarenta dólares de esa época, suma exorbitante si se piensa que nosotros, lo subrayo, los vendíamos a ventitrés cincuenta el par, y el peso estaba a dos cuarenta y cinco por un dólar. Vuelve a surgirme la duda: ¿podré seguir escribiendo una novela con estas pequeñeces?


11 - En el Times de julio de 1989 se lee que la tan violentada y guillotinada María Antonieta se ha convertido en la niña de los ojos de los franceses quienes la han absuelto de sus culpas dos siglos después, es más, aún la lloran, lamentan su trágica muerte. El objeto más visitado en el Museo de Caen donde se organizó una exposición para celebrar el bicentenario de la revolución francesa es el zapato que la infortunada reina dejó caer al montar al patíbulo. Tres arquitectos fueron comisionados para crear seis nichos abstractos que albergan —por turnos— el precioso calzado de raso de seda. Guardianes vestidos a la moda de las postrimerías del siglo XVII lo trasladan de uno a otro espacio, protegidas sus manos con guantes de tafilete: los espectadores, para contemplarlo, deben arrodillarse sobre un cojín de brocado dorado cubierto con un lienzo blanco.
 
12 - He decidido ponerle a este libro el título de Historia de una mujer que quiso andar por el camino de la vida con zapatos de diseñador...


13 - Tengo que empezar a contar la historia en el momento en que la mujer [es decir, yo, Nora García] va caminando por una calle de zapateros, quizá esa calle en Lisboa donde se vendían zapatos de mala calidad, detrás de una plaza parecida a la de mi infancia, donde se vendía calzado de pueblo. Y ahora que lo cuento, me gustaría escribir un texto tan fino como los zapatos finos que diseñó Ferragamo y no puedo, porque ella, Nora García, conoció de niña sólo zapaterías de barrio donde se vendían zapatos de imitación para la gente de la clase media baja y a veces para los limosneros que todas las semanas pasaban con su lata vacía a recaudar sus monedas reglamentarias de a centavo y entre semana llegaban con sus zapatos rotos y sin calcetines o sin medias y pedían zapatos mineros de a siete cincuenta o choclos de viejita de glacé negro con agujetas de a cinco pesos. Sólo mi maestra de piano, chaparrita y con bloomers de algodón color mamey, compraba zapatos con tiritas verdes y gris que combinaba con primor con su bolsa del mismo tono aperlado de las tiritas. Nosotros sólo vendíamos zapatos: alguna vez in illo tempore, tuvimos una boutique en el mero centro donde mi madre vendía bolsas, guantes y sombreros, hoy objetos obsoletos.


14 - Una prestigiosa revista de anticuarios registra un hallazgo excepcional: un par de zapatos del siglo XVII rematado en la casa de los lores de Northampton por veinte mil libras esterlinas. Lo excepcional, debe agregarse, no estriba en el hecho escueto de que se hayan encontrado zapatos del siglo XVII, lo extraordinario es que se trata de un par en perfecto estado de conservación. Recuérdese que como la Cenicienta, María Antonieta sólo dejó caer un zapato cuando subió a la guillotina.


15 - Una mujer pasa repetidas veces frente a una vitrina, mejor, por una calle donde hay zapatos; su obsesión es doble, está fijada en los zapatos y en una novela que tiene relación con un camino por andar, obsesión que también tuvieron Santa Teresa y San Ignacio o San Juan, y los franciscanos seráficos de México. La idea es trazar un paralelismo entre la mujer que tiene que andar simplemente un camino amoroso o el camino nel mezzo del camin di nostra vita, digamos, y, paralelamente, a manera de alegoría, los frailes seráficos, Santa Teresa o San Juan, que andan descalzos o con sus pobres y primitivas sandalias.

                                              Por ello, continúo escribiendo el texto donde una mujer camina con zapatos de diseñador el camino de su vida, su vocación martírica contrasta con ese afán y de ello resulta su nostalgia de Santa Teresa de Jesús y de los frailes seráficos de México; lo remata todo con San Juan, el más importante de los místicos. Debe subrayarse que quizá esa obsesión cambie totalmente el plan de la novela.


16 - Primero, pasea por las calles donde hay zapaterías y al mirarlas su pensamiento está ligado indisolublemente al comienzo de la novela, entrevista como un largo camino por andar, camino que se haría intransitable si no llevara los pies calzados con zapatos especiales, el par más maravilloso y suave, más estético que existe en el Universo.

                                                                  En sus andanzas topa con una zapatería en donde hay un par de zapatos que le fascina; están de barata: le parecen sin embargo excesivamente caros porque está acostumbrada a ser abonera, a comprar en retazos: sus padres fueron aboneros como quien dice porque llegaron a México y lo primero que se encontraron en el tren que iba hacia lo desconocido fue a un señor hebreo que llevaba miles de corbatas alrededor del cuello y miles de sombreros encimados sobre la cabeza, y no sé bien qué en las manos, pero habló con mis padres en ruso y les dijo que no hablaran ruso, que hablaran alemán, y eso marcó sus vidas porque mi padre llevó en la cabeza una canasta con pan que lo inició en el camino de los aboneros, luego se compró un caballo, ¿de dónde lo sacó si no tenía dinero? Nunca lo supe, pero hay que convenir en que comenzó con el pie derecho el camino de la vida en México, o más bien, montado sobre un caballo y que ese caballo era para llevar el pan, y que sus zapatos —unas botas— los apoyaba en los estribos; cuando mi padre andaba a caballo parecía un conquistador, porque la canasta de pan la llevaba sobre la cabeza un indio que para mayor precisión se llamaba Serafín. Mi padre prefería leer poesía mientras Serafín cargaba, vendía y cobraba las mensualidades, porque aunque parezca mentira el pan se vendía en abonos. Y si yo voy a pie por el camino de la vida con zapatos de diseñador, Ferragamo o Maud Frizon [no Christian Dior ni Yves Saint Laurent], entonces sí que las cosas me van a ir bien, sobre todo si conservo a la vez mis viejos hábitos ancestrales, los de abonero, y si consigo, en barata, el último par de zapatos color verde fatiga de Ferragamo, con un tacón ni muy bajo ni muy alto, medio botines, con una hebilla preciosa, divino calzado que cumple una función múltiple: permitirme que camine por la vida con zapatos de diseñador, perfectos, elegantes, y, cosa fundamental, no demasiado caros.


17 - Nunca lo había pensado antes, pero ¿no tendrá ella los pies deformados y adoloridos porque no solía comprarse zapatos de diseñador? Pero, sigo: ella recorre Bond Street, pasa por Armani, se pasma ante sus trajes y sobre todo cuando toca la textura de las telas; Ungaro, vestidos exquisitos, pero demasiado juveniles [ya no tiene tan estrecha la cintura], Yves Saint Laurent, maravilloso, pero ¿dónde usaría esos zapatos? Podría comprarse un traje de Armani, tiene el dinero ahora que están de barata, pero está acostumbrada a gastar el dinero en pequeñeces: ocupan tanto lugar las prendas en su clóset que podría comprarse, sumándolas, algo maravilloso, pero no lo hace, lo recalco, porque tiene mentalidad de abonera. Sus pasos ciegos la dirigen de nuevo a Ferragamo donde ha visto los zapatos, sabe que no podrá escribir si no está bien calzada, ya lo ha comprobado: lleva ahora unos zapatos de Oxford Street, de Ravel, tienda barata para los que vienen de fuera o los que no tienen, como ella, mucho dinero, o adolecen de la misma mentalidad de abonero que tengo yo, Nora García, además de sentir una nostalgia inmensa [como de tango] por esos zapatos de tiritas de colores, verde y gris, rojo y gris, azul marino y blanco, tacón alto y esbelto de mi zapatería de infancia, la que tuvo mamá, al lado de los zapatos de glacé de viejita de Elizondo que íbamos a buscar a Tacuba con papá y cuando los de vamp costaban veintitrés pesos con cincuenta centavos y los de viejita doce cincuenta. Quizá debiera comprarme unos zapatos así; antes me los compraba en las baratas, recuerdo un par gris con verde Christian Dior, tacón muy alto, zapatillas con hebilla abrochadas en forma de T, como las de los años veinte, zapatos que tuve que regalar el otro día, aunque estaban muy buenos todavía, pero ya no puedo usarlos porque tengo juanetes y tener juanetes calza perfectamente con la mentalidad de abonera y no con los zapatos estilosos.


18 - Un pie alterado como un zapato demasiado usado, el tacón pelado y las deformaciones de los pies ya no se ocultan con el calzado: las puntas abolladas o arrugadas exhiben una parte que ya nunca podrá ser llenada por el pie. Nada recibe tanto el impacto de la realidad como los pies calzados sobre la tierra. Por eso de niña usé zapatos de charol negro con hebilla y traba en forma de T, achatados, de piso, con tacón de goma o blancos y durante los primeros días no quería caminar con ellos para no mancharles la suela y para evitarlo caminaba sobre periódicos. Esa operación detiene el efecto de realidad, mantiene la belleza intacta, como sucede en las naturalezas muertas en las cuales se pinta un poco de basura que nunca se deteriora: la pintura conserva para siempre su equilibrio.


19 - Sus pasos ciegos la dirigen de nuevo a Ferragamo donde ha visto los zapatos, sabe que no podrá escribir si no está bien calzada, entra, pregunta por los zapatos, se los muestran, son de un gris verdoso, con un reflejo plateado producido por el tratamiento que le han dado a la piel, el tacón no es demasiado delgado, es mediano, con una pequeña curva interior como los de los zapatos del catálogo de Ferragamo ahora que están en exhibición en el Museo Victoria y Albert de Londres. Ha ido al museo, ha pasado por las innumerables salas donde se amontonan erráticas colecciones de estatuas medievales, cerámicas azules, alfombras persas; piensa que debería detenerse, porque las alfombras persas están definitivamente asociadas a los zapatos o mejor dicho a la falta de zapatos, porque uno no debe pisarlas, hay que descalzarse antes de entrar a una mezquita o a una casa, y allí hay siempre alfombras; sigue sin detenerse, sin embargo, sólo el pensamiento le sirve de lastre en ese camino hollado por sus zapatos; las alfombras están en la pared: sus pies nunca podrán alcanzarlas ni usando sandalias especiales. Encuentra por fin, ¡oh maravilla! la sala donde se exhiben los zapatos del genial Ferragamo. Los admira, entusiasmada, y se decide, nada le impedirá comprarse un par de zapatos de este genial diseñador.


20 - Vuelve sobre sus pasos y, ya en la tienda, se prueba los zapatos que le han traído después de señalarlos en la mesa redonda en la que se exhiben los objetos de barata; le aclaran que es el único par, se mide el pie izquierdo, en el que tiene el juanete; comprueba que la hechura es perfecta: soluciona a la vez el problema de la belleza y el de la comodidad; sin embargo, no puede evitarlo, le parecen demasiado caros, aunque estén de barata. Sale sin comprarlos. Recorre de nuevo las tiendas, ningún zapato le gusta de la misma manera, pero le siguen pareciendo caros, está acostumbrada a gastar en cosas pequeñas, baratas, le parece que es lo único que se merece, pero, eso sí, también sabe que la novela que quiere escribir no podrá escribirse cabalmente si no se compra el calzado ideal, de Ferragamo, su ábrete sésamo, su zapatilla de cristal, su hada madrina.


21 - Lo que más le preocupa en ese momento es que come demasiado turrón de yema y bebe demasiado jerez y engorda y además no puede usar zapatos Ferragamo ni quitárselos en la playa para pisar la arena porque tiene juanetes y a menos que la arena le cubra los pies esa deformidad es visible. Piensa en otros zapatos que ha hecho Ferragamo, y en esas hormas a la medida de cada pie diplomático, imperial o de artista del jet set. En ese momento desea tener los pies de la Mangano, Silvana Mangano, quien como la que cuenta este cuento, Nora García, perteneció, cuando era niña, a las clases inferiores y probablemente, como ella, usó zapatos de marcas ordinarias y puede darse que, también como a ella, se le haya formado un juanete, por cuestiones hereditarias y por usar zapatos apretados y de mala calidad, pero, todo hubiese podido acabar como en los cuentos de hadas, ¿por qué no pensarlo así?, más tarde, Ferragamo pudo haberle hecho una horma a la medida de su juanete.


22 - Me interesa mucho la vida de Ferragamo, pensé hoy por la tarde. Idea por lo menos curiosa en alguien que tiene los pies deformes y está tirada en la playa en traje de baño y con los pies descalzos, y en uno de los pies ostenta un juanete imposible de disimular cuando se está descalza, y me pregunto ¿cómo me puede interesar la vida de un señor gordo que se pasó la vida siempre inclinado, midiendo pies, estudiando su anatomía, su estructura y luego confeccionando hormas de madera y que además fue fascista?

                                                Aunque, claro, esas hormas eran únicas, una para cada pie, porque como la huella de las manos o como la voz, la huella de nuestros pies es única, así es la vida o la anatomía, un simple designio de la naturaleza. Además, en cada una de las hormas que hacía Ferragamo inscribía el nombre del dueño de los zapatos que permitían caminar por el mundo con solidez y natural elegancia. Las hormas eran perfectas, de madera de magnífica calidad. Ahora las hormas, aún las más ordinarias, se venden a precio de oro, si son de buena madera y están bien confeccionadas, pero habría que comprarlas, hechas a la medida, si uno quiere mantener sus zapatos impecables. No me canso de pensarlo: las huellas de cada pie son excepcionales y únicas como las huellas de la mano y como las huellas de la voz; pero en estas épocas de democracia, o mejor dicho de globalización, nadie lo quiere admitir y en lugar de mandarse a hacer la ropa a la medida se la compra uno ya hecha, prét á porter, y, lo mismo, sobra decirlo, pasa con los zapatos.


23 - Mientras piensa en los zapatos, Nora García sabe que escribirá un texto que tiene que parecerse a la ópera que detiene la historia y los sentimientos: los inmoviliza. En el teatro los sentimientos se activan y en la ópera lo que parece trágico se vuelve grotesco por la voz, los ademanes y el atuendo y también porque, vuelve Nora García a reflexionar, tiene deformados los pies, se le han ido deformando cada vez que canta su aria triunfal, aria en la que siempre se duerme su principal acompañante: la ama pero no soporta la ópera; la escena se repetirá degradada en la zapatería, mientras lo piensa escucha en el impecable compact disc a la Callas cantando Aída, quien, semejante a Nefertiti, inicia el descenso a los infiernos con su intensa y prodigiosa voz de soprano.


24 - Me detengo, esto es muy importante; la obsesión principal de Nora García proviene de una concepción especial de la idea de la fama, está relacionada con el honor del nombre. Convencida, regresa a Ferragamo, vuelve a probarse los zapatos, la empleada le comenta, usted ya estuvo aquí, Nora asiente, ruega que se los muestren de nuevo, los contempla, los acaricia, se los pone, verifica que no se le note demasiado el juanete, se decide, se los quita, se encamina a la caja y los paga, pero antes de hacerlo pronuncia un voto, una manda a Santa Teresa de Jesús: usarlos solamente cuando se siente a escribir, como ahora lo hace, con los zapatos puestos, los zapatos Ferragamo que ha comprado en una exclusiva boutique de la calle Bond en Londres, acompañando al calzado, unas medias de ese mismo, exacto color [se comprará luego varios pares de Fogal, pues son las únicas que calzan con los zapatos del gran artesano, mejor, del gran artista del calzado] y, por fin, con solemnidad, ¡ya era hora!, sentada como franciscano seráfico a la máquina de escribir o frente a la computadora, fumándose un cigarrillo, oyendo a Bach, comiendo turrón de yema y bebiendo un oporto, comienza el acto más heroico de su vida; escribir la historia de la mujer que caminó por la vida con zapatos de diseñador.


*     *     *



               El tono con el que Margo escribe es casi siempre festivo, acá lo comprobamos, y agradecemos. Hasta cuando nos va a hablar de lo más terrible, «recurre al guiño, al gracejo o al juego de palabras que despojan a la expresión de cualquier tremendismo y la dotan de fresca vitalidad». El intersticio que habrán notado, noción que define la obra glantciana, le puede dar un sentido fragmentario, en principio incoherente, pero con un enlace interno incuestionable. Así sucede, a veces, en la de la vida... y bueno la comprensión resultaría mucho más sencilla si le agregamos un componente lúdico. Basta con que sigamos el consejo que Margo nos da en Las genealogías:

     «Hay que meterse profundamente como cuando uno se baña en el agua; eso es la eternidad».

En esta narración de fácil lectura palpamos «su juego». Podría parecer en apariencia simple y de tema femenino. No, escapa a este encasillamiento y apela a la inteligencia, cautiva con su extraordinario manejo de la palabra.

Esta es sólo una invitación para seguir conociendo a una autora que no quiere que cataloguen su obra, esa necesidad es terrible, porque lo obliga a uno a quedarse en límites muy estrechos.

A ella le gusta la literatura, ... también la pintura, la música, viajar, ver mezquitas, saber por qué los musulmanes viven de cierta manera, comprarse ropa, estar a la moda, la fibrolidad también es maravillosala, dice.
 Y ama la lectura, todo en perfecto equilibrio.

No se logra fácil, requiere un largo camino por andar, camino que se haría intransitable si uno no llevara los pies calzados con un par de maravillosos, suaves, estéticos zapatos de diseñador.


C. G.


*     *     *


Los otros destacados escritores mexicanos que visitarán la Feria: Paco Ignacio Taibo II, Fabio Morábito, Álvaro Enrigue, Carmen Boullosa, Guadalupe Nettel, Ana García Begua, Daniel Saldaña y el argentino residente en México Néstor García Canclini.

Completan la delegación: Alfonso Morales Carrillo, Ana Franco, Bernardo Fernández BEF, Carla Faesler, Christopher Domínguez, Cuauhtémoc Cárdenas Batel, Daniela Tarazona, Eduardo Antonio Parra, Eduardo Lizalde, Eduardo Matos Moctezuma, Eduardo Milán, Enrique Serna, Fabrizio Mejía Madrid, Francisco Hinojosa, Francisco Mata Rosas, Francisco Segovia, Guillermo Fadanelli, Guillermo Osorno, Hernán Bravo Varela, Humberto Musacchio, José María Espinasa, Leonardo López Luján, Luigi Amara, Magali Tercero, Marco Antonio Campos, Mardonio Carballo, María Baranda, Mario Bojorquez, Myriam Moscona, Pedro Tzontémoc, Rafael Barajas El Fisgón, Rafael Pérez Gay, Ricardo Cayuela, Salvador Martínez della Rocca, Sandra Lorenzano, Sergio González Rodríguez, Verónica Gerber, Vicente Quirarte y Vivian Abenshushan.


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Mis notas, fuentes, referencias, bibliografía


- La lectura y visita de varias entrevistas:
 http://pijamasurf.com/2013/06/por-que-leer-nos-conviene/

http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/la-escritora-y-academica-margo-glantz-cumplira-85-anos-1422373229

 http://lajornadajalisco.com.mx/2014/10/en-las-redes-sociales-se-demerita-el-pensamiento-profundo-margo-glantz/

https://www.youtube.com/watch?v=0LvgZlaF4hQ


- Su Twitter:
https://twitter.com/margo_glantz


- Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes:
  http://www.cervantesvirtual.com/portales/margo_glantz/presentacion/


- Academia Mexicana de la Lengua: audio del programa radial «Letras y voces». Escuchar su voz en un excelente reportaje, saber de su notoriedad, de su libro más famoso, Las genealogías
  http://www.academia.org.mx/Margo-Glantz


- Zapatos «andante» con variaciones
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor-din/zapatos-andante-con-variaciones--0/html/f6a6261b-6bfe-4662-b710-0733ac11af1f_2.html#I_0_


¹- Las hijas de la Malinche:
http://www.debatefeminista.com/PDF/Articulos/lashij1053.pdf


- Sitio web oficial de la Feria:
  http://www.el-libro.org.ar/














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Conversar de libros, y de los caminos a donde ellos nos llevan, dar una opinión, contar impresiones, describir una escena, personaje favorito, nunca contarlo todo, aunque a veces, elijamos ir un poco más allá, y no está mal, no a todos les molesta.
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