domingo, 10 de septiembre de 2023

«Hijos de la fábula», Fernando Aramburu

 Hijos de la fábula

[2023]

Fernando Aramburu

[San Sebastián, España, 1959]

          De un determinado conflicto social y político, de una lucha armada polémica, se desprenden tantas historias como personas involucradas, de una u otra manera, hayan estado.
          Fernando Aramburu, autor de la famosa novela Patria [2016], imagina una, y nos la cuenta. 
          Una mirada y un tono muy distinto a la anterior que tanto nos impactó, por el dolor que sufriera la sociedad en Euskadi [País Vasco], y el mundo que observaba. 
          Lo logra, aunque al principio sintamos un desconcierto. 
          Los invito a leer mi reseña.


Tusquets Editores, 2023; 312 págs.


          «Olemos a mierda de gallina», dice uno de los dos protagonistas. Viven semi escondidos en una granja avícola a las afueras de Albi, sur de Francia. 
          Ellos son Asier y Joseba, los jóvenes protagonistas. «Militantes» de ETA —pseudo etarras— que en el momento en que se incorporan a la organización terrorista vasca, esta, cada vez más acorralada, anuncia su cese de actividad armada. 
          Es así como quedan «colgados» en Francia. 
          Este sería, a grandes rasgos, el comienzo de la historia, y dice poco de todo lo que leerán. Porque la riqueza literaria, a mi modo de ver, está en la construcción de estos personajes tan bien logrados. Casi todo lo que sabemos e intuimos acerca de ellos es a través de los diálogos. Sin darnos cuenta, por lo dinámico de este recurso, nos vamos adentrando en la relación entre ellos, sus personalidades, estados de ánimo, historias personales y datos específicos que hacen a la trama. Todo, con una mínima intervención de un narrador omnisciente.

          Comienzo por los personajes y mis impresiones. Sin detallar ni ir más allá de lo debido.




          Dos muchachos muy diferentes uno de otro, en su contextura física, en su intelecto y personalidad. Veinte y veintiún años, procedentes de dos pueblos vecinos de la provincia de Guipúzcoa —una de las tres provincias que forman el País Vasco.
          Para uno, Asier, la auto disciplina lo es todo. Militarizarse a como sea. Tanto sea con un secuestro gallináceo o con una escoba por rifle, él se siente un militante y así se lo inculca vehementemente a Joseba. E insiste, ¡lejos de las mujeres!, «las hembras debilitan al guerrero». Ni hijos, ni familia ni nada que ate.
          Para el otro, siempre rezagado por su gordura, la paternidad importa, y su novia Karmele desde ya, de la que no pudo despedirse ni escribirle una carta. Asier no se lo permite.
          Ninguno de los dos habla francés, y eso dará lugar a muchos malentendidos. No saben manejar armas —tampoco las tienen. Y esto dará lugar a muchas situaciones también irrisorias. La gracia está presente.           
          Dos novatos, sí, en todo el sentido de la palabra. Pero con mucha voluntad, saben luchar contra el aburrimiento y el abandono. Y la ilusión, la tienen en grande. Como así también una imaginación relacionada con la ideología, verán cómo esta trabaja en sus pensamientos. 
          Algo de lo que les cuento, podría ser una articulación compleja en otro escritor. Fernando Aramburu logra con gran fluidez y naturalidad que entremos en sus vidas. Y mucho respeto. En ningún momentos se nombra a las víctimas ni hay golpes bajos. Sobre todo, conociendo la historia que hay detrás. Es otra la significación que busca el autor, y para mí la encuentra, pese a lo absurdo que pudiera parecer en una lectura rápida.

          Los dueños de la granja son Fabien y Guillemette, una mujer que se las trae. Solidarizados con la causa nacional vasca, ayudan a los que necesitan esconderse por un tiempo. Tienen un perro Mao, que también juega su papel. Una tarde, es ella la que les muestra la imagen en la televisión y dice:

—No más de l´ETA.


          Como ya estarán adivinando, ni Asier ni Joseba se lo creen, «esto es un truco». Mantienen firme su convicción. No ven la hora de ser llamados a la lucha. 
          Las escapadas que hacen a Toulouse y los encuentros con Txalupa, otro militante, pero en retirada, ayudan, con sus viejas historias de acción y hospitalidad. Su amiga María Cristina, una chica desprejuiciada y expeditiva, pareja de Brigitte, les da otro tipo de ayuda y apoyo... ellos vendrían a formar el supuesto talde.
          Estos son los principales personajes con los cuales interactúan. Personajes secundarios que, como los protagonistas, tienen algo para destacar, ya sea rasgos físicos o de personalidades —los tildaríamos de extrañas en otro contexto.
          El río Tarn, con los paseos en barca y un viaje, también es un rico escenario por donde se mueven. Tomarán su nombre para su proyecto —no muy convencidos.
          Zaragoza, San Sebastián y sus pueblos completan los lugares recorridos.

          A medida que avanzaba en la lectura, me apropiaba de la historia vívidamente. Escuchaba a Joseba, por ejemplo, diciéndole a Asier:
—¿No es raro?
—¿El qué es raro?
—Ocurren cosas raras en el mundo. Aquí, en cambio, no se mueve nada. La noche tranquila, el río tranquilo, la luna allá arriba.
..............
—[...] No sabemos nada del mundo.
—Tampoco el mundo sabe nada de nosotros.

          Y recordé otras excelentes obras y personajes. A Giovanni Drogo esperando absurdamente en esa frontera [El desierto de los tártaros, Dino Buzzati] y en lo de querer dotar a la vida de un sentido. O la espera inútil de Vladimir y Estragón [Esperando a Godot, Samuel Beckett], a los que el tiempo y el espacio se les confunde. También a George y Lennie [De ratones y hombres, John Steinbeck] en cuanto a la relación de los dos amigos, atemorizados y aislados, y cómo cada uno va a cumplir su rol de antagonista débil-fuerte en ese «equipo» que sabe proveer de leche caliente y miel cuando así tiene que ser. Así son estos del GDG —su más que reducida organización.

          Pese a que leí algunas críticas no muy positivas, recomiendo esta novela. Disfruté de la historia y de la manera en que está escrita: un lenguaje seco de frases cortas, con un solo verbo. Tan de acuerdo al contexto y a los personajes, a los que nunca el autor les da cualidades que no merecen. No hay impostura, uno los ve tal cual son.       
          Fernando Aramburu sale airoso del fino equilibrio. No cae en la ironía ni en en exceso de parodia. Consigue que sintamos, en todo momento, que detrás se esconde el drama. No solo el político, el del conflicto vasco que bien podría ser otro, sino el de cada uno de ellos. Y todo toma una significación más profunda y personal.
          Disfruté de la historia, aparentemente sencilla, casi tragicómica, dejándome llevar por ella. Luego, me tomé unos días para pensarla y reflexionar sobre todo lo que ya les conté y elaborar de qué manera quería trasmitírselos para despertarles la curiosidad de leer el libro y que ustedes le encuentren sus propios significados o, la moraleja de la fábula en el desenlace... si es que la tiene.
          Espero que lo haya logrado, hasta la próxima lectura,
Cecilia Olguin Gianelli
  

Notas

- Fernando Aramburu: [San Sebastián, 4 de enero de 1959] escritor, traductor y profesor de español. Licenciado en Filología Hispánica en la Universidad de Zaragoza. Desde 1985, reside en Alemania.
          Su novela de mayor éxito, y multipremiada, es Patria [2016], cuyo tema es el terrorismo etarra. Fue llevada a la pantalla en una excelente serie televisiva por el canal HBO en 2020. Temática ya abordada en Los peces de la amargura [relatos, 2006], Premio Real Academia Española 2008.
          Otros libros muy recomendados son: Los ojos vacíos [2000], Autorretrato sin mí [2018], el libro con el que me gustaría seguir, El vigilante del fiordo [relatos, 2011], Viaje con Clara por Alemania [2010] y Ávidas pretensiones [2014], Premio Biblioteca Breve 2014.

- Entrevista: Feranando Aramburu, «Hijos de la fábula». Espacio Fundación Telefónica Madrid.


https://www.youtube.com/watch?v=pMRTXmeA1rA

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Conversar de libros, y de los caminos a donde ellos nos llevan, dar una opinión, contar impresiones, describir una escena, personaje favorito, nunca contarlo todo, aunque a veces, elijamos ir un poco más allá, y no está mal, no a todos les molesta.
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