domingo, 31 de agosto de 2025

«El polaco», J. M. Coetzee

 El polaco

[2022]

J. M. Coetzee

[Ciudad del Cabo, Sudáfrica, 1940]

Premio Nobel de Literatura 2003



Editorial El Hilo de Ariadna; 137 págs.


Vida y obra del autor:


J. M. Coetzee


El escritor y novelista J. M. Coetzee, cuyo nombre completo y casi nadie tiene en cuenta es John Maxwell, nació el 9 de febrero de 1940 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Nacionalizado australiano en 2006, vive en Adelaida —Estado de Australia Meridional.

Su infancia y juventud, etapa formativa, la pasó en su país de nacimiento, en Ciudad del Cabo y Worcester. Allí, se licenció en Matemáticas e Inglés.
Alrededor de los 19 o 20 años se trasladó a Londres donde trabajó como programador informático —etapa reflejada en su novela Juventud [2002].

Viajó a Estados Unidos. En la Universidad de Texas, en Austin, adquirió el Doctorado en Lingüística Computacional. Su tesis fue un análisis computarizado sobre el dramaturgo irlandés Samuel Beckett [1906-1989] —figura clave del teatro del absurdo. 
Trabajó como profesor universitario de Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad Estatal de Nueva York, en Búfalo, hasta 1983.

Regresó a Sudáfrica en 1984. Obtuvo una cátedra en Letras Inglesas en la misma Universidad  donde había estudiado —UCT. Con una breve interrupción en 1989 para trabajar como profesor visitante en la Universidad de John Hopkins [Baltimore, Maryland], ejerció allí la docencia hasta su retiro, en 2002.




Ese año se mudó a Australia y en 2006 obtuvo la nacionalidad de este país. Sin que ello, según lo explica, lo alejera de la sociedad y de los temas de su país de origen, Sudáfrica, que nunca dejaron de preocuparle. Lugar, vale decir, alrededor del cual transcurre gran parte de su obra.


Editorial Debolsillo; 186 págs. [1983]
Premio Booker

Actualmente, reside en Adelaida, donde trabaja como investigador en el Departamento de Inglés de la universidad homónima. 

Su obra, que le valiera los más importantes galardones, como el premio Nobel de Literatura 2003 y dos veces Premio Booker, por Vida y obra de Michael K. [1983], la historia de un superviviente de la guerra civil sudafricana, un hombre humilde, un jardinero que trata de sobreponerse en una sociedad cruel donde reina el apartheid, y Desgracia [1999], que trata de un profesor, David Lurie, experto en poesía romántica inglesa, acusado de acoso sexual por una alumna, es una de las más sólidas e interesantes, tanto para la crítica como para los lectores.

Apreciamos su estilo sobrio y minimalista, su prosa cuidada y clara, sin ornamentos, que sus simbolismos y metáforas no sean infranqueables a pesar de que sus tramas están dotadas de una complejidad psicológica. Y, por último, que su exploración a temas complejos universales y locales [culpas, opresión social, injusticias, moralidad, políticas, poder, crueldad hacia el ser humano y hacia los animales], sean tratados como situaciones que existen en un mundo absurdo donde no todo es blanco y negro, dejándonos a nosotros, los lectores, la última palabra con nuestra propia interpretación de las tramas ficcionales donde aparecen. 
Valoro ese espacio.

Autor de novelas, ensayos, críticas literarias y cuentos, destaco algunos de sus libros, además de los ya nombrados:

En medio de alguna parte [In the Heart of the Country, 1977]. Adaptada al cine por la directora y guionista belga, Marion Hänsel como Dust [1985].



Esperando a los bárbaros
[Waiting for the Barbarians, 1980]. Adaptada al cine por el director colombiano Ciro Guerra en 2019. Con las actuaciones de Johnny Depp, Mark Rylance y Robert Pattinson entre otros.





Vida y época de Michael K [Life & Times of Michael K, 1983], Book Prize. Desgracia [1999], Elizabeth Costello [2003], La infancia de Jesús [2019], Los días de Jesús en la escuela [2016], La muerte de Jesús [2019] y El Polaco [2022] que comentaré en este post.
Novelas autobiográficas: Infancia [1997], Juventud [2002] y Verano [2009].
Luego, libros de cuentos, como Siete cuentos morales [2018] y ensayos, como Contra la censura. Ensayos sobre la pasión por silenciar [1996].




A esta inmensa obra de ficción y no ficción, se le agrega traducciones e introducciones [en inglés].
Obra por la que obtuvo infinidad de premios y reconocimientos —algunos ya mencionados—, agrego el Premio Jerusalén 1987, un asteroide, el 216591, nombrado así en su honor —una práctica común en la astronomía para honrar a figuras literarias, científicas y culturales—, y diversos títulos honoris causa de distintas universidades del mundo.
Además de gran escritor, J. M. Coetzee es todo un intelectual. La profundidad de sus obras lo corroboran.

*

Mi comentario




El Polaco es la última novela publicada por J. M. Coetzee, con la particularidad de que fue publicada en español antes que en cualquier otro idioma —editorial El Hilo de Ariadna. Coetzee explica que lo hizo como un gesto simbólico para contrarrestar la hegemonía del inglés.

La estructura del libro, bastante fragmentaria, con frases cortantes y fuertes, con interrogaciones, tiene varias particularidades. La numeración de los párrafos es una de ellas, sucesión de bloques cortos que le dan ritmo y rapidez a la lectura, y pueden facilitar el análisis al poder citar el texto preciso. La manera en que los dos protagonistas se perfilan en la parte creativa, al principio, es otra. Es como si estuviéramos presenciando el proceso del autor a través del narrador, algo así como la escritura en desarrollo. El narrador omnisciente que no se esconde. Al contrario, es otro personaje, creando a sus personajes. Haciéndonos partícipes del nacimiento de la historia.
Pero tranquilos, la trama no tarda en aparecer, nos olvidamos de esta primera parte para sumergirnos de lleno en una nueva experiencia. 
Quizá, en una segunda lectura, le demos un significado.

Coetzee se arriesga en una historia de amor diferente. Asimétrica. [No voy a usar la palabra que tanto leo en las reseñas, porque no quiero predisponer a los futuros lectores, también porque simplifica]. 
Todo sucede entre una mujer de Barcelona, de mediana edad, joven, de cuarenta y tantos, elegante y culta, algo frívola, y un pianista polaco, que llega desde Berlín. Él es alto, vigoroso, con una imponente melena blanca, ronda los setenta y tantos años. Un interprete nada convencional de Chopin, al que Wiltold, así se llama, está entregado en cuerpo y alma, «porque nos habla de nosotros, de nuestros deseos», dice. Su Chopin, el que él interpreta, no es nada romántico, más bien austero.

Ella tiene un aire de lejanía —es algo que viene de adentro—, balancea con su amabilidad y buena disposición. Es guapa. Sin ser una belleza, es atractiva. Respecto a su interior, ya tendrá tiempo cada lector para develarlo por sí mismo. 

Las reflexiones metaliterarias, desde Cervantes [El Quijote], Octavio Paz y el tiempo en el amor en [La llama doble], pasando por Dante [La Divina Comedia], irán enriqueciendo temas como el azar, la naturaleza de las historias, los mitos literarios... y van a encadenarse con las tensiones entre estos dos personajes. Sobre todo, con respecto al amor y al lenguaje. Tensión que nos mantendrá interesados en todo momento.

El encuentro entre Wiltold y Beatriz se produce en Barcelona, ciudad donde ha sido invitado a tocar. Ella, una mujer casada con un banquero e hijos, forma parte de la comisión organizadora.
El nombre de ella alude a Beatrice, la musa de Dante Alighiere, su amor no correspondido en la realidad y la que lo guía a través del Paraíso en la ficción. Una figura espiritual, que representa el amor divino que trasciende el tiempo y el espacio. 
Así la va a mirar Wiltold a esta Beatriz catalana.

Una situación inesperada del azar, hace que Margarita, amiga de Beatriz y encargada de llevar a cenar al invitado esa noche, se indisponga y que tenga que ser Beatriz quien asuma los deberes de hospitalidad con el extranjero. 
¿Cómo entretener a un hombre, cuyo apellido con tantas w y z —Wiltold Walczkiewicz— nadie pronuncia y lo llaman simplemente «El Polaco»?

Todo lo que Beatriz empieza a imaginar, las conjeturas de esa noche inesperada por venir, su recelo y prevención... ¿exagera adelantándose a situaciones?, nos preguntamos. 
«¿Hablará español?», se pregunta ella entre otras dudas y ansiedades.
Y acá entra el otro tema de Coetzee, el idioma, el lenguaje, el entendimiento o no entre dos personas. Dos culturas, dos generaciones, dos pasados muy distintos. 

Dos amantes, con sus respectivas formas de expresarse —idiolectos—, podríamos suponer que no pueden penetrar totalmente en el alma de la otra. Otra postura es que esta es una explicación superficial, las intimidades, lo no dicho, son cosas mucho más profundas y tienen otro canal de conexión.

Coetzee no evita llamar a las cosas por su nombre, en este sentido y en los que irán apareciendo. Siempre, esa cuota de fina ironía y cruda realidad que le conocemos. 
Sin embargo, su narrativa es tan limpia y cuidada que nos envuelve gratamente, acompañados, en este caso, por la música de Chopin y las idas y vueltas de una relación adulta.

Aquí, un párrafo elegido, del comienzo, para no delatar nada ni avanzar en la trama :




Ella se sorprende de lo alto que es. No solo es alto, sino que es grande; tiene un pecho que parece no caber dentro de la chaqueta. Inclinado sobre el teclado tiene el aspecto de una gran araña. 
Difícil imaginar unas manos tan grandes como aquellas extrayendo algo delicado y dulce de un teclado. Y sin embargo lo hacen.

La Beatrice del Dante y la Beatriz catalana van a entrar en el juego de los eternos malentendidos del amor. 
Como toda buena novela, encuentro que hay, en este desarrollo y «final» de la historia, una sutil ambigüedad, así es el lenguaje después de todo. También la vida con sus muchas capas interpretativas. Así que nunca podría darles una respuesta reduccionista, en esta parte de opinión personal, al estilo de «me gustó o no me gustó». 

Sí voy a decir, que el estilo de Coetzee, para los que hemos leído más de una de sus obras, se presenta acá, una vez más reconocible es sus duelos verbales entre los personajes que nunca terminan de unirse. 
Estos enfrentamientos dialécticos, con un lenguaje y retórica en función a los argumentos que defiende uno y otro, que, además, me revelan sus personalidades, hacen que la historia tenga una vitalidad impresionante. 

Como ejemplo de todo lo dicho, les cuento que, surge, en este entrecruce de frases, hablando de las posibilidades de estar juntos, una alusión a Octavio Paz [La llama doble]. Una idea de que el amor puede florecer en la memoria y el recuerdo. El amor no ocupa un momento lineal y la memoria puede hacer trascender el tiempo físico:


Eternal Love, by Viktorija Lapteva


«Una vida en común uno al lado del otro, eso es lo que deseo. Para siempre. La próxima vida también, si es que hay otra vida. Pero si no, OK, lo acepto. Si dices que no, no para toda la vida, solo por esta semana... OK, también acepto eso. Hasta un solo día. Por un minuto. Un minuto es suficiente. ¿Qué es el tiempo? El tiempo es nada. Tenemos nuestra memoria. En la memoria no hay tiempo. Te mantendré en la memoria. Y tú, quizá, tú también me recuerdes».

Como Paul Auster, J. M. Coetzee, a esta altura de su vida creativa, se permite despojarse de todo, del lenguaje florido, de la retórica excesiva y, como él mismo dice «después de tantos años, ahora escribo buenas frases, simples y económicas, atractivas desde el punto de vista musical, para mantener la atención del lector».
Y sí que lo logra.

Recomiendo la lectura de esta novela magnífica, corta e inteligente, de esta etapa tardía de J. M. Coetzee. 
Hasta la próxima lectura, 

Cecilia Olguin Gianelli

Notas

- J. M. Coetzee. Random House:
https://www.penguinrandomhouse.com/authors/231142/j-m-coetzee/

- J. M. Coetzee. Adelaide University:
https://www.adelaide.edu.au/jmcoetzeecentre/

- Sensibilidad y Pensamiento la ficción de J. M. Coetzee. Malba Literatura:
https://www.malba.org.ar/evento/seminario_sensibilidad-y_pensamiento_la-ficcion_de-j-m-coetzee/



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