jueves, 20 de junio de 2013

Las hermanas de Shakespeare, Liliana Heker

 
 
LAS HERMANAS DE SHAKESPEARE
 
 
LIANA HEKER (1943, Buenos Aires, Argentina)
 
 
 
Editorial Alfaguara
1999


Las intromisiones de la memoria

Debo confesar que este libro llegó a mis manos para leer el capítulo donde Liliana Heker, su autora, polemiza con Julio Cortázar. Me lo prestaron a propósito de mi insistencia y persistencia, por seguir leyendo al autor de "Rayuela" (este año se celebra medio siglo de su publicación). Siempre creí que la mejor manera de rendir homenaje a la memoria de una obra y a su autor, es precisamente: leyéndolos.

Y aquí estoy con el libro, leyéndolo desde el principio al fin, pasando por supuesto por el capítulo nombrado. Preguntándome si la intensión de la persona que me lo acercó tuvo que ver con la "resistencia al mito".

Cuando la escritora nos presenta este libro de ensayos y debates culturales y políticos, sentí curiosidad por leerlo todo, de "conversar" de estos temas, que van desde "el poder" justificado por una razón moral (Foucault), al dedicado a nosotros, "los lectores" que somos un poco cazadores solitarios decididos a abrirnos paso por nuestra cuenta, en un mundo literario, por lo que veo, no siempre honesto.
Y creí que el que leyera esta reseña también sentiría el mismo interés. Entonces, a riesgo de parecer detallista, voy a nombrar y “poner en clima” los textos que considero más relevantes.
La autora nos propone encontrarles un vínculo.

Vale aclarar que la mayoría ya habían sido publicados (en diarios y revistas literarias) con anterioridad en un periodo que va desde el año 1971 al 1997, a excepción de Las hermanas de Shakespeare que le da título al libro.

Con un lenguaje contundente, un dominio de los temas y precisión en la construcción de sus argumentos, nos damos cuenta que a L. Heker le fascinan las palabras y ama la literatura. Tiene una estrecha relación con ella, de muchos años como escritora de novelas, cuentos y ensayos, como jurado y formadora de escritores y lectores.
Fue imposible, como digo, limitarme al capítulo "de la discordia". Les confieso a los españoles que no estamos en el Ensanche catalán, pero sí creo que estos dos "contrincantes" rivalizan en inteligencia, y L.Heker se queda con la última palabra.


Interesante porque, haciendo un juego de memoria, estos escritos nos llevan a tiempos y personajes del pasado, con una intromisión legitimada de la autora por tres razones: el haber sido partícipe, la admiración honesta, y un "saldar deudas" y poner las cosas en su sitio.
Aún así, no deja de lado el presente que nos rodea, y nos lleva a discutir el futuro con temas que no caducan y se proyectan. Discutir y polemizar sin miedo parece ser una de las consignas.

Mencioné anteriormente que la mayoría de estos ensayos, reunidos en seis capítulos, ya habían sido publicados. Algunos en la revista literaria  El escarabajo de Oro (1961-1974), fundada por Liliana Heker junto al escritor argentino Abelardo Castillo; le siguió luego, junto a Silvia Iparraguirre (mujer de A.Castillo) la revista El Ornitorrinco (1977-1984). Ambas con una característica de vanguardia para la época, influencia sartreana y existencialista.
Ellas supieron aportar un cambio de visión sobre la misión de la crítica, el compromiso del escritor, y pese a la ausencia de debate por razones políticas, (dictadura militar, 1977-1986), ejercieron una resistencia cultural publicando sobre los derechos humanos.

Con el escritor y dramaturgo Abelardo Castillo (1935-Bs. As.), autor de famosas novelas como "El evangelio según Van Hutten", cuentista ampliamente premiado, destacado ensayista ("Las palabras y los días") y dramaturgo ("Israfel", basada en Edgar A. Poe), la une, además de estos trabajos en revistas literarias, su primera oportunidad de publicar, fue en su revista "El grillo de papel".

Es muy importante destacar esta época, ya que coincide con la toma de posición de la literatura con el contexto social y político en Argentina. Estas revistas y otras fueron la voz de los intelectuales. A través de ellas podemos acercarnos al pensamiento de la época, a las posturas literarias en su contexto histórico. Saber cómo se gestaron, las que se prohibieron, quienes intervinieron en sus proyectos, las intenciones literarias y toda una generación de escritores publicando en ellas: Piglia, Blaistein, Batista, Sábato, Borges, etc. y colaboraciones de la talla de Cortázar, Fuentes, Roa Bastos, Beatriz Guido, y tantos otros.


En "El poder es siempre coercitivo" nos advierte y explica, L. Heker, su significación y alcance en una contemporaneidad. Como “trabaja” enmascarado por la seducción, a veces, o agravado por el miedo y el secreto, otras. Perder la capacidad de discernir y no revelarse es una de las consecuencias de ir aceptando que nada se puede cambiar. No saber distinguir como podemos ser manipulados, con sistemas de pensamiento, educación, información y modas culturales controladas por el poder, trae implícito una falta de pensamiento propio y la posibilidad de la búsqueda en otras opciones.

“La intolerancia” no siempre acompaña al poder, también se ejerce de manera horizontal.
Un ejemplo, en el ambiente intelectual de escritores y críticos es el caso del escritor argentino Leopoldo Marechal (1900-1970), autor del inolvidable "Adán Buenosayres", ....uno de los más éticos de nuestra literatura, un precursor y un maestro. Él fue silenciado e ignorado por sus pares. Sufrió la desidia de sus contemporáneos y lo supo plasmar en su "Cacodelphia", ciudad llena de odios y traiciones.
No hubo mucho cambio desde entonces, opina L. H., los intelectuales argentinos sólo manifestamos solidaridad hacia un pequeño grupo de pertenencia.

"Reivindicación de la polémica" invita a recuperar el ejercicio de esta pasión que no tiene porqué ser pelea o discordia. Recordando algunas famosas, menciona la que mantuvieron Alberdi y Sarmiento o Sartre y Camus, y dice ......

Una visión amplia y compleja del mundo se está revelando cuando confrontan dos individuos con ideas.


Yo agrego otra (para no quedarme tan callada), a un polemizador nato, polemizando con casi todos sus colegas escritores y conciudadanos: Roberto Bolaño (1953-2003), quien dijo algo acerca de este otro tema que es "la memoria" .....

Para escribir novelas no hace falta imaginación. Sólo memoria. Las novelas se escriben combinando recuerdos.

Y encuentro que en "Tres respuestas", L.H. recurre a ella: la memoria. Nos lleva a una experiencia pasada, personal y pública a la vez, hurgando en una memoria que le debe haber dolido. Van dirigidas al cuentista y cofundador de El Grillo de Papel, Humberto Constantini, a Graciela Daleo (sobreviviente de la Esma, desaparecida dos años, Lic. en Sociología), y a Héctor Schmucler (sociólogo y semiólogo argentino).

H. Castillo escribió una nota contra ella y A. Castillo a su vuelta de México.
Aquí pueden leer una publicación para escuchar otra voz (además de la de la L.H.):
http://www.revistasudestada.com.ar/web06/article.php3?id_article=485

Después de esta ofensa, L.H. se mantuvo firme en su posición y sí aclara a sus lectores (por si hiciese falta) que la polémica con su amigo personal Cortázar no fue inventada.

Todo había nacido con un artículo en el que L. Heker cuestionaba algunos conceptos de Cortázar acerca del rol de los intelectuales argentinos bajo el régimen militar. Él dictaminaba que todo escritor con una verdad para decir debía irse de la Argentina.
Cortázar le respondió con su muy difundida "Carta a una escritora argentina".

Vale la pena leer el artículo y las cartas para tener una idea más completa, este es uno de los sitios:
http://www.bn.gov.ar/abanico/A20503/polemica.htm


L. H. nos aclara que el exilio forzoso de quienes no tuvieron otra salida nunca estuvo en discusión. Pero ella reivindica, sobre todo, a la resistencia cultural. A los que se quedaron y generaron ideas, los que tuvieron un compromiso intelectual con su circunstancia.
Cortázar, con su honradez esencial, admitió públicamente que tenían razón ....

Graciela Daleo, no compartió el planteo de la historia ni la protagonista que L. H. eligió para su novela El fin de la historia.
La autora se defiende con conceptos que creo no merecen discusión, "una novela es un ámbito propicio para la confrontación de voces", "debe inquietar, perturbar", "no debe expresarse una verdad monolítica".

A Héctor Schmucler, le responde por su artículo titulado "Los relatos de la traición", frente al malestar que le produjo la misma novela. No le gustó el tono ni la actitud moral de los personajes.
Irónicamente habla de "la culpa que podría sentir L. H. por ser escritora y no guerrillera".

"Era un conflicto fuerte porque en los 60 y 70 la militancia era casi un imperativo, pero personalmente lo viví de modo menos angustioso ..... yo elegí la literatura, dar testimonio desde allí", dijo L. H. a La Maga, el 21-8-96.
También le explica, con conceptos muy concretos, acerca de la imposibilidad de crear a un personaje como arquetipo de todos los sufrimientos. En realidad duda de que H. S. haya leído la novela.
En fin, capítulo complejo el de los setenta.

Tuve curiosidad por leer “Los talleres literarios”. Será porque asisto a dos (uno personalmente y otro a distancia, a través de internet) y me intrigaba su opinión.
Al principio nos cuenta de su amplia propagación, y algo que me extrañó: que son comúnmente desdeñados por buena parte de la literatura argentina y por los escritores jóvenes. Aquí encuentro algunas contradicciones.
Exceptúa a uno que elogia ampliamente. Funcionó en 1967, asistía ella y daban clases escritores de la talla de Borges, Ernesto Sábato y Marta Lynch.
Luego cuenta de la vitalidad de las reuniones en cafés entre los años 1976 y 1983 (dictadura militar), discusiones apasionadas y lecturas de poemas, personas amantes de los libros, a veces convocados por revistas literarias.
Duda L.H. de la validez y eficacia como lugar de aprendizaje. Y dice "no voy a cuestionar”.
Ya lo hace. Lo evalúa y argumenta. Recomiendo leer este capítulo con atención y sacar cada uno su propia conclusión.

Dos capítulos están dedicados a como se generaron sus novelas “Zona de clivaje”, y “El fin de la historia”.
Muy distintas ambas. La primera relata una historia amorosa entre una joven física y un profesor de literatura. Utiliza muy hábilmente la metáfora en el título.
La segunda, la que causó tanto revuelo, recorre un escenario sensible a los argentinos, la violenta década de los setenta y la guerrilla. Fue un "salto al vacío", ya que eligió ir por caminos difíciles e inseguros....por la manera en que "trató" a la figura del traidor.
Dice al respecto L.H: Su escritura fue un modo de atarme a la memoria, por incómoda o intolerable que esta memoria fuera.

La memoria otra vez. Vista de distintos ángulos. En “Memoria y literatura” habla de las intromisiones de ésta en la escritura de una ficción. Como a veces, inconscientemente, se filtra y mezcla con las ideas inventadas, y otras ocupan un lugar de honor y terminan siendo el centro mismo de la historia.
Algunos ejemplo de la "memoria personal" en la creación literaria son Proust, con su genial En busca del tiempo perdido, o Joyce con su Retrato del artista adolescente (álter ego del propio autor), Nabokov con Habla, memoria, y tantos otros. Vidas que dejan sus huellas y producen estas y otras obras maravillosas.

Y nuestra memoria, la de los lectores. Agregaremos siempre evocaciones que corren por nuestra cuenta.

“Las hermanas de Shakespeare” nació ante un pedido de un diario. L. H. debía responder sobre el tema de la mujer y su relación con la literatura.
Cuando explica eso de "la mirada femenina”, dice que tal no existe; existe sí un hombre o una mujer que mira el mundo, y si es artista construirá su obra. Lo ejemplifica muy bien con la hermosa, seductora y cruel película de Jane Campion (directora neozelandesa), La lección de piano.
Menciona también a otra de mis preferidas, Marguerite Yourcenar y su maravillosa, imperdible novela, Memorias de Adriano.

Simone de Beauvoir, siempre polémica, dijo: "Hay mujeres locas y mujeres con talento, pero ninguna mujer ha alcanzado esa locura del talento que se llama genio".

Equilibra con dos cuentistas que admira, a quienes considera maestras contemporáneas del cuento: Katherine Mansfield y Flannery O´Connors.
Un capítulo interesante, un tema bien desarrollado, con una valorización hacia el escritor, hombre o mujer, más allá de las estadísticas.

Leer lo que dice de “Arlt”, de su conversación privilegiada con quien fue su amigo, tener la imagen del hombre más allá del autor ( Los siete locos, El juguete rabioso, sus famosas Aguafuertes porteñas y españolas), es algo que agradezco, aunque me resultó muy escueto. Me quedé con ganas de más.

Arlt es el primero en el capítulo de “Los maestros”.

El segundo, “Sarmiento”, nos lleva a la grandeza del Facundo y al hombre que se crea a sí mismo: violento, apasionado, comprometido, encarnizado enemigo de Rosas. Europeizante, por lo que para él Europa y Estados Unidos significaban el progreso para su propio país. Vale la pena dejarse sorprender por la riqueza del que fue contemporáneo de Whitman, y conocer su legado.

Luego le toca el turno a “Borges”, al que admira y el que la conmueve. Alude no al Borges sacralizado de hoy, sino al de ayer, cuestionado por la izquierda y admirado por una minoría. ¡Cuántos sentimientos y calificativos enfrentados que ha despertado!
Al decir L. H. que Borges pertenece (o perteneció) a "una especie rara", nos aclara que no a la manera de Kafka o Arlt, contando los conflictos del hombre hasta la exasperación, sino del tipo que no pretenden la identificación con el lector. Estos se acercarán a su lectura de acuerdo con su refinamiento, sensibilidad e inteligencia. Será un lector que ama profundamente las palabras y los juegos del intelecto....Sus ideas no mueven a la reflexión: mueven al deslumbramiento.
Es indudable que lo admira, como tantos en el mundo entero.
Y yo admiro a L. Heker que supo tener las palabras para decir : "Borges tenía esa sonrisa filosófica con que sobrelleva malentendidos, insultos y elogios a veces tan brutales como algunos agravios."

Y el que también tuvo que soportar injusticias, pero de otro tipo, fue “Leopoldo Marechal”. Él soportó el olvido. Su "polifónica" novela Adán Buenosayres, es una de las máximas obras de la literatura argentina. Tardó 19 años en escribirla. ¡19!, dijo de ella J. Cortázar: "un acontecimiento extraordinario en las letras argentinas".
Tenemos la gran oportunidad de acercarnos a nuestro lenguaje nacional en todo su registro, de lo poético a lo desfachatado y coloquial, pasando por discusiones absurdas y serias, todo amalgamado sin grietas, con desparpajo y desmesura, con una gran riqueza y expresividad.
Aquí pueden leer el artículo "Un Adán en Bs. As.", escrito por Cortázar en 1949:
http://lamaquinadeltiempo.com/cortazar/marechal.htm

Y con él forma el trío de escritores de una misma tumultuosa generación que supo abrir puertas y descubrir posibilidades inéditas en la sintaxis y lenguaje nacionales.

En el capítulo “Las muertes de Cortázar” comprendí al fin porqué me habían acercado este libro. Yo venía de hacer un curso, "50 años de Rayuela", y al desarrollar L. Heker como y cuando se instaló esta novela "como una obra sagrada", imposible de ser cuestionada, se aclaró un concepto.
Concuerdo con ella que puede resultarnos larga en algunos pasajes y molesta la lectura siguiendo una secuencia de capítulos con consigna de juego absurdo, pero no se puede negar su belleza, originalidad y desparpajo..... una relectura tranquila es revalorizarla es muchos aspectos.

Y no olvidarse de los cuentos de Cortázar....."entre los más bellos que se hayan escrito".

Claro, el fanatismo era tal en una época que el nombre Rocamadour era muy usado, y todas querían ser la Maga. Y debe haber sido muy difícil para L.H. disentir públicamente con Cortázar. Tenía el derecho, por ser su amiga y por admirarlo en muchos aspectos. Por eso no duda en responder sus dichos en el artículo "América latina: exilio y literatura".
La autora expone en "La polémica", sus diferencias, detallando y argumentando, sobre todo, el papel y la responsabilidad de los intelectuales y artistas para con su país.
Lo podrán leer en los sitios antes mencionados.

Elige para finalizar "Retratos y autorretratos", donde recorre sus primeras lecturas, como se sumergió en el mundo cautivante de los libros, ¡los libros! "multiplicar hasta el infinito la posibilidad de aventuras". Pero lo mejor: ser dueña y señora de su soledad, de su libertad.
Algo que no es poco, sin lugar a dudas.

Nos cuenta de su encuentro casual con “Borges”, como tantos otros transeúntes de Buenos Aires. Tuvo la oportunidad (y el coraje) de hablarle de su revista El Escarabajo de Oro, y él le respondió con un "Mire lo que son las casualidades .... justo estoy haciendo un trabajo sobre Edgar Allan Poe". Así era él, no perdía la capacidad de sorprenderse.

En su admiración por “Bioy Casares” escritor, no deja de destacar su caballerosidad y distinción como hombre. El autor de La invención de Morel y El sueño de los héroes le sorprende y nos lo cuenta: la humildad de los grandes. "Su gentileza inimitable, inteligencia sin ostentación ..... la fiesta que es encontrarlo caminando serenamente por la vida."

Me la imagino a L. H. también caminando serenamente (a pesar de su ímpetu), andando por su Almagro natal, o su San Telmo adoptado, su Sur, que es mucho más que un punto cardinal para los argentinos. Con sus gatos y su inteligencia generosa.

Espero haber sido uno de  esos lectores ávidos y críticos que Liliana Heker menciona, al haber establecido no sé si diálogo (no me siento a la altura), pero sí el acercamiento y comprensión a esta obra que recomiendo.
Había leído de ella sólo cuentos. Después de leer este libro y opiniones de gente que la han rodeado, tengo muchas ganas de leer sus don novelas Zona de clivaje y El fin de la historia.

¿Qué rescato a nivel personal y creo no equivocarme que será valorado por muchos?

El ser capaces de descubrir valores desconocidos y no seguir como manada consagrando lo acríticamente consagrado, muchas veces sin leerlo siquiera, sería una de mis aspiraciones. No consagrar ciegamente sin saber ver todas las aristas del pensamiento dominante que lleva a una coincidencia masiva y sí descubrir las complejidades y contradicciones, sería otra.
No perder la esperanza y creer siempre que una "Calidelphia" es posible a los ojos del intelecto, se suma.
Valorar a los que disienten y cuestionan, tomarme el trabajo de crear mi sistema de pensamiento para exponer con convicción una postura inteligente e independiente, también.
No confundir esto último, el saber polemizar con la intolerancia, la que debemos denunciar desde nuestro lugar pequeño o grande, sobre todo cuando es fáctica (desde el poder), lo agrego.

Todo esfuerzo vale la pena para luchar contra la mediocridad, estupidez y aburrimiento
Termino con las palabras de la autora:

Tal vez sea hora de que recuperemos la pasión por las ideas y encaremos otra vez, creativamente, el pensamiento y la cultura de nuestro tiempo.


 C.G.













 
 






   

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