martes, 17 de febrero de 2015

Gustavo Adolfo Bécquer, el poeta sevillano nacía un día como hoy, 17 de febrero



Gustavo Adolfo Bécquer

Sevilla, 17 de febrero de 1836

Madrid, 22 de diciembre de 1870



Descubriendo los sentimientos... 
                                                                            y, ¿qué me preguntaste? ¡ah, sí!, ¿qué es la poesía?


«Gustavo Adolfo Bécquer», Valeriano Bécquer, Museo de Bellas Artes de Sevilla


Podrá no haber poetas,
pero siempre habrá poesía.
G. A. B.

 

 

Cartas literarias a una mujer

Carta I




En una ocasión me preguntaste:

 — ¿Qué es la poesía?

¿Te acuerdas? No sé a qué propósito había yo hablado algunos momentos antes de mi pasión por ella.

  — ¿Qué es la poesía? —me dijiste.

 Yo, que no soy muy fuerte en esto de las definiciones, te respondí titubeando: 

— La poesía es..., es... 

Y sin concluir la frase buscaba inútilmente en mi memoria un término de comparación, que no acertaba a encontrar.

 Tú habías adelantado un poco la cabeza para escuchar mejor mis palabras; los negros rizos de tus cabellos, esos cabellos que tan bien sabes dejar a su antojo, sombrear tu frente con un abandono tan artístico, pendían de tu sien y bajaban rozando tu mejilla hasta descansar en tu seno; en tus pupilas, húmedas y azules como el cielo de la noche, brillaba un punto de luz, y tus labios se entreabrían ligeramente al impulso de una respiración perfumada y suave.

 Mis ojos, que, a efecto sin duda de la turbación que experimentaba, habían errado un instante sin fijarse en ningún sitio, se volvieron instintivamente hacia los tuyos, y exclamé al fin: 

— ¡La poesía..., la poesía eres tú!

 ¿Te acuerdas? Yo aún tengo presente el gracioso ceño de curiosidad burlada, el acento mezclado de pasión y amargura con que me dijiste: 

— ¿Crees que mi pregunta sólo es hija de una vana curiosidad de mujer? Te equivocas.  

Yo deseo saber lo que es la poesía, porque deseo pensar lo que tú piensas, hablar de lo que tú hablas, sentir lo que tú sientes, penetrar, por último, en ese misterioso santuario en donde a veces se refugia tu alma, y cuyo dintel no puede traspasar la mía.

 Cuando llegaba a este punto se interrumpió nuestro diálogo. Ya sabes por qué. Algunos días han trascurrido. Ni tú ni yo lo hemos vuelto a renovar, y sin embargo, por mi parte no he dejado de pensar en él. Tú sientes, sin duda, que la frase con que contesté a tu extraña interrogación equivalía a una evasiva galante.

 ¿Por qué no hablar con franqueza? En aquel momento di aquella definición porque la sentí, sin saber siquiera si decía un disparate.
 Después lo he pensado mejor, y no dudo al repetirlo. La poesía eres tú. ¿Te sonríes? Tanto peor para los dos. Tu incredulidad nos va a costar, a ti el trabajo de leer un libro, y a mí el de componerlo.

 ¡Un libro! —exclamas palideciendo y dejando escapar de tus manos esta carta—. No te asustes. Tú lo sabes bien: un libro mío no puede ser muy largo. 
Erudito, sospecho que tampoco. Insulso, tal vez; mas para ti, escribiéndolo yo, presumo que no lo será, y para ti lo escribo.

 Sobre la poesía no ha dicho nada casi ningún poeta; pero en cambio, hay bastante papel borrado por muchos que no lo son.
 
 El que la siente se apodera de una idea, la envuelve en una forma, la arroja en el estadio del saber y pasa. Los críticos se lanzan entonces sobre esa forma, la examinan, la disecan, y creen haberla comprendido, cuando han hecho su análisis.

 La disección podrá revelar el mecanismo del cuerpo humano; pero los fenómenos del alma, el secreto de la vida, ¿cómo se estudian en un cadáver?

 No obstante, sobre la poesía se han dado reglas, se han atestado infinidad de volúmenes, se enseña en las Universidades, se discute en los círculos literarios, y se explica en los Ateneos.

 No te extrañes. Un sabio alemán ha tenido la humorada de reducir a notas y encerrar en las cinco líneas de una pauta el misterioso lenguaje de los ruiseñores. Yo, si he de decir la verdad, todavía ignoro qué es lo que voy a hacer; así es que no puedo anunciártelo anticipadamente.

 Sólo te diré, para tranquilizarte, que no te inundaré en ese diluvio de términos que pudiéramos llamar facultativos, ni te citaré autores que no conozco, ni sentencias en idiomas que ninguno de los dos entendemos.

 Antes de ahora te lo he dicho. Yo nada sé, nada he estudiado, he leído un poco, he sentido bastante y he pensado mucho, aunque no acertaré a decir si bien o mal. Como sólo de lo que he sentido y he pensado he de hablarte, te bastará sentir y pensar para comprenderme.

 Herejías históricas, filosóficas y literarias presiento que voy a decir muchas. No importa. Yo no pretendo enseñar a nadie, ni erigirme en autoridad, ni hacer que mi libro se declare de texto.

 Quiero hablarte un poco de literatura, siquiera no sea más que por satisfacer un capricho tuyo; quiero decirte lo que sé de una manera intuitiva, comunicarte mi opinión y tener al menos el gusto de saber que si nos equivocamos, nos equivocamos los dos, lo cual, dicho sea de paso, para nosotros equivale a acertar.

 La poesía eres tú, te he dicho, porque la poesía es el sentimiento, y el sentimiento es la mujer.

 La poesía eres tú, porque esa vaga aspiración a lo bello que la caracteriza, y que es una facultad de la inteligencia en el hombre, en ti pudiera decirse que es un instinto.

 La poesía eres tú, porque el sentimiento que en nosotros es un fenómeno accidental, y pasa como una ráfaga de aire, se halla tan íntimamente unido a tu organización especial, que constituye una parte de ti misma.

 Últimamente, la poesía eres tú, porque tú eres el foco de donde parten sus rayos.

 El genio verdadero tiene algunos atributos extraordinarios, que Balzac llama femeninos, y que efectivamente lo son. En la escala de la inteligencia del poeta hay notas que pertenecen a la de la mujer, y éstas son las que expresan la ternura, la pasión y el sentimiento. Yo no sé por qué los poetas y las mujeres no se entienden mejor entre sí. Su manera de sentir tiene tantos puntos de contacto... Quizá por eso... Pero dejemos digresiones y volvamos al asunto.

 Decíamos... ¡ah! sí, hablábamos de la poesía.

 La poesía es en el hombre una cualidad puramente del espíritu; reside en su alma, vive con la vida incorpórea de la idea, y para revelarla necesita darle una forma. Por eso la escribe.

 En la mujer, por el contrario, la poesía está como encarnada en su ser, su aspiración, sus presentimientos, sus pasiones y su destino son poesía: vive, respira, se mueve en una indefinible atmósfera de idealismo que se desprende de ella, como un fluido luminoso y magnético; es, en una palabra, el verbo poético hecho carne.

 Sin embargo, a la mujer se la acusa vulgarmente de prosaismo. No es extraño: en la mujer es poesía casi todo lo que piensa; pero muy poco de lo que habla. La razón yo la adivino, y tú la sabes. Quizá cuanto te he dicho lo habrás encontrado confuso y vago. Tampoco debe maravillarte. La poesía es al saber de la Humanidad lo que el amor a las otras pasiones. El amor es un misterio. Todo en él son fenómenos a cual más inexplicables; todo en él es ilógico; todo en él es vaguedad y absurdo.

 La ambición, la envidia, la avaricia, todas las demás pasiones tienen su explicación y aún su objeto, menos la que fecundiza el sentimiento y lo alimenta.

 Yo, sin embargo, la comprendo; la comprendo por medio de una revelación intensa, confusa e inexplicable.

 Deja esta carta, cierra tus ojos al mundo exterior que te rodea, vuélvelos a tu alma, presta atención a los confusos rumores que se elevan de ella, y acaso lo comprenderás como yo.

G. A. B.





¿Hace falta que agregue algo? El ángel, del que hablaba Federico sobrevuela a Bécquer...

Esta maravillosa carta la tomo como una reflexión para mí misma, preguntas que son retóricas, que quedan ahí, flotando... palabras que no se encuentran, dice, no, no son límite en el poeta aunque diga...


«Si tú supieras cómo las ideas más grandes se empequeñecen al encerrarse en el círculo de hierro de la palabra».

Me quedo en este estado de cerrar ahora los ojos al mundo exterior que me rodea y volver mi atención a lo que termino de leer, a esta «conversación», al mundo interior, a la intimidad y levedad que me llevan estas palabras y a ese trayecto inasible de la creación poética y la lectura.

La poesía y lo poético de esta Carta y de las otras..., es una lente que me permite ver algo en lo que no había prestado atención, o cuya oculta causa ignoraba...

 Poesía son, por último, todos esos fenómenos inexplicables que modifican el alma de la mujer cuando despierta al sentimiento y la pasión ...

 Bécquer identifica la mujer con la poesía, la mujer es «el otro»... Es el amor el que provoca la poesía.
¡Gracias G. A. B.! y a todos los que comparten esta lectura con sus múltiples interpretaciones y/o sensaciones, festejando el día de su nacimiento.

C. G. 





Mis notas


- Página principal Gustavo Adolfo Bécquer:
 https://sites.google.com/site/gustavoadolfoclaudiobecquer/home

 - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
 http://www.cervantesvirtual.com/bib/bib_autor/becquer/


 - Cartas literarias a una mujer: aparecen en las páginas del periódico El Contemporáneo, del 20 de diciembre de 1860, 8 de enero y 4 y 23 de abril de 1861, por entregas, caracterizadas por un cierto tono del discurso epistolar, conversacional. Romanticismo.

Anteriores a las Rimas, las Cartas... revelan, que más que populismo [por lo que se ha dicho de lo popular que es poesía de Bécquer], hay en estos textos fuertes tramas con literatura anterior a su creación, tanto de escritores españoles como de otras nacionalidades.

De esta forma se admite que la obra becqueriana está sustentanda por variados hipotextos [hipotexto-hipertexto: relaciones de la transtextualidad en las que de un texto A (hipotexto), se desprende un texto B (hipertexto); hipotexto: fuente principal de significado de un segundo texto (el hipertexto]: del poeta sevillano Fernando de Herrera [1534-1597, Siglo de Oro], del poeta inglés Lord Byron [1788-1824, Romanticismo], del pensamiento del poeta y ensayista alemán Heinrich Heine [1797-1856, Romanticismo (último y «enterrador»], por nombrar sólo a algunos.

Y pasa a ser hipotexto de otros textos literarios, fundamentalmente del poeta también sevillano Luis Cernuda [1902-1963, Generación del 27] y del poeta andaluz también parte de la Generación del 27, Rafael Alberti [1902-1999, Edad de Plata].

Bécquer fue un poeta romántico en las Cartas... y un poeta romántico epigonal en las Rimas. En las primeras también se instaura la ficción y por ser entregas periodísticas es interesante atender a algún sintagma [unidad gramatical, de única función sintáctica] que colabora en esta ficción entregada en
«folletines», por ejemplo el «se continuará» inscripto al final de una de las Cartas, sintagma que hace partícipe al lector y plasma la presencia de la ausencia.

Las Cartas conforman una unidad en sí mismas; siempre hay conectores o sintagmas que remiten a la Carta anterior: «En mi anterior te dije que la poesía eras tú...», Carta II.

Temas: la poesía, dificultades para escribirla, el amor como tema poético, la naturaleza un dios casi panteísta, la religión.

[fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/celehis/article/download/617/620]


- Cartas I, II, III, IV:
 https://sites.google.com/site/gustavoadolfoclaudiobecquer/cartasliterariasaunamujer


- Cartas I, II, III, IV:
http://cvc.cervantes.es/obref/rimas/apendices/carta.htm


Aclaración de términos/ alusiones:

- Umbral: es frecuente en Bécquer la confusión entre «dintel» —esto es, la parte superior de una puerta o ventana— y «umbral». Mantengo la lectura original.

- Creístes, sientes: Mantengo la lección original, salvando el vulgarismo.

- Referencia a Balzac: López Estrada [1972: 114-134], editor de estas cartas, ha rastreado los contactos literarios entre Bécquer y Balzac. Cita en concreto un pasaje de La peu de chegrin.


- Obra Literaria:
  1. Historia de los templos de España [1857]
  2. Cartas literarias a una mujer [1860-61, en «El Contemporáneo»]
  3. Cartas desde mi celda [1864]
  4. El libro de los gorriones  [1868] [La compilación de sus Rimas; se perdió el manuscrito durante la «Revolución Gloriosa» de 1868 y Bécquer las escribió de nuevo; las Rimas que produjo las llamó el poeta «poesías que recuerdo del libro perdido»].
  5. Leyendas [publicadas en varios sitios antes de la muerte del autor]
  6. Rimas  [obra póstuma, la de 1871 tiene 76 rimas; la edición considerada definitiva tiene 10 más]

Las obras completas de Gustavo Adolfo Bécquer comprenden: veinte Leyendas, diez Cartas desde mi celda, cuarto Cartas literarias a una mujer, Los Templos de Toledo, las Rimas, Trozos poéticos de la adolescencia, quince Ensayos Literarios, 24 crónicas sobre Tradiciones y costumbres españolas, 19 crónicas de tema diverso, Pensamientos y un Testamento Literario.


*     *     *


- Biografía:

 Gustavo Adolfo Claudio Domínguez Bastida de Insausti Vargas Bécquer, poeta epigonal [sigue el modelo de la generación anterior; guarda una relación tan vinculante con el sistema poético español moderno, como la obra de Garcilaso con la poesía renacentista] del Romanticismo.

Nació el 17 de febrero de 1836 en Sevilla. Sus padres fueron José Domínguez Insausti Bécquer [pintor de obras costumbristas] y Joaquina Bastida Vargas. Una familia de ocho hermanos donde Gustavo era el quinto.

El apellido Bécquer era procedente de unos antepasados que eran nobles comerciantes originarios de Flandes y que en el siglo XVI se establecieron en Sevilla.

En 1841 muere su padre.

En 1846 comienza a dar clases en el colegio de San Telmo. Lo nombro porque allí tendrá como profesor al poeta español Francisco Rodríguez Zapata [1813-1889], entusiasta de «la escuela de lo bueno», autor de composiciones de un puro clasicismo.

En ese colegio conoce también a su amigo, el escritor y poeta Narciso Campillo [1835-1900] quien iba a ser un destacado director del Museo Universal [luego se llamó: La ilustración Española y Americana]. Se distanciaría de Bécquer más adelante por tener una concepción distinta de la literatura, inscibiéndose en una renovación de la retórica clásica.

En 1847 muere su madre, y es adoptado por su tía María Bastida.

Ese mismo año se clausura el colegio San Telmo y pasa a vivir con su madrina Manuela Monnehay, que poseía una biblioteca donde Bécquer pudo leer una gran cantidad de libros que después marcarían su obra.

En 1850 ingresa en el taller de pintura de Cabral Bejarano, y en 1852 en el taller de pintura de su tío Joaquín Domínguez Bécquer junto con su inseparable hermano Valeriano.

En 1853 conoce a su amigo Nombela. Narciso, Gustavo y el propio Nombela piensan en trasladarse a Madrid para instalarse en el ambiente literario. Allí viajan y Béscquer comienza con las primeras colaboraciones en diferentes periódicos. De más está decir, con grandes dificultades económicas.

En 1856, en colaboración con García Luna y con seudónimo el «Adolfo García», estrenan la obra de teatro «La novia y el pantalón».

En 1857, junto con Juan de la Puerta Vizcaíno, publica la primera entrega de la «Historia de los templos de España».

En 1858 cae gravemente enfermo. Lo acompaña su hermano Valeriano, quien luego retornará a Sevilla.
Ese mismo año conoce a la que sería la inspiradora de gran parte de sus famosas rimas, Julia Espin,


Julia Espín [1838-1906], cantante de ópera y musa de Bécquer
                                                                                                                                 


                                                                                                                         a la que ve asomada a un balcón junto a su hermana Josefina en uno de sus paseos por las calles de Madrid.
Poco tiempo después acudiría a las tertulias de Joaquín Espín, padre de las muchachas, y allí escribiría en el álbum de ellas varias rimas y haría una seríe de dibujos.

A finales de este mismo año nace en Sevilla la hija de Valeriano, su sobrina Julia Bécquer, de la que es padrino y a la que le escoge el nombre de su musa.

Entre 1860 y 1861 son los años de la escritura de gran parte de las rimas, de la publicación de las «Cartas literarias a una mujer» y de varias de sus leyendas.

En 1860 conoce a su amigo Augusto Ferrán y a la que sería su esposa, Casta Esteban y Navarro, miembro de una distinguida familia.

En 1861 contraen matrimonio y en 1862 nace su primer hijo Gregorio Gustavo Adolfo. Es época de sus colaboraciones en «El Contemporáneo».

En 1863 pasa una larga temporada en Sevilla y cuando regresan a Madrid, Valeriano, su hermano, va a vivir también allí definitivamente.

En 1864 publica en «El Contemporáneo» las «Cartas desde mi celda».

Durante 1865 desempeña el cargo de censor de novela, colabora en el «Museo Universal» y en el periódico humorístico «Gil Blas».
Nace su segundo hijo Jorge.

En 1866 es nombrado Director Literario del «Museo Universal».

En 1868 se separa de Casta, al conocer lainfidelidad de su mujer. Estando en Noviercas, provincia de Soria, donde vivían los padres de Casta ocurrió «la tragedia» [contado por Julia Bécquer, infantil testigo de los hechos]. Un antigu novio que aparece [con el cual se casó al morir Gustavo]. Ocurriese lo que hubiere ocurrido, al día siguiente Gustavo se va llevándose a sus dos hijos, de tres y cinco años. Volvió a casarse Casta, pero no todavía con ese ex novio, sino con otro, del que enviduaría en 1873.

Otros opinan que no fue ese el único motivo, o en todo caso que ese motivo fue la consecuencia de los celos de Casta por la influencia que tenía su cuñado Valeriano sobre Gustavo. Lo arrastraba en sus correrías artísticas y ella quedaba excluída, al cuidado de sus dos niños. Es por eso que decide darle celos con alguien que considera inofensivo por estar casado, Rubio.
Aconsejado por Valeriano, Gustavo la abandona y ... el 15 de diciembre de 1868 estalla el escándalo:
nace en Noviercas, Emilio Eusebio Bécquer.
Rubio y Casta son condenados por la opinión pública. También cuando en 1873 se produce el asesinato del segundo marido de Casta. Señalan a Rubio como autor del crimen.

En la Revolución de 1868 había habido un saqueo en casa del Ministro González Bravo que preparaba la publicación de las «Rimas» de Gustavo y desaparece el manuscrito. Las vuelve a escribir al año siguiente en el «Libro de los gorriones».

En 1869 regresa definitavemente a Madrid, tras pasar una temporada en Toledo con su hermano e hijos.

En 1870 es nombrado Director de «La Ilustración de Madrid».

En setiembre de ese mismo año muere su querido hermano Valeriano, quedándose Gustavo completamente abatido.
Parece ser que inmediatamente su ex esposa, con la que habría retomado contacto por carta, regresa al hogar.

A principios de diciembre de ese año, Gustavo y su amigo Nombela suben a la imperial del tranvía en Madrid, un día de muchísimo frío. Los dos caen enfermos.
Gustavo Bécquer no llega a reponerse, y fallece el 22 de diciembre de 1870.
Casualidad o no, treinta minutos después se inicia en Sevilla un eclipse total de sol, dejando a la ciudad a oscuras.

A los pocos días sus amigos preparan reunir sus escritos y, costeados por suscripción pública, en 1871 se publican en dos volúmenes los textos que cambiarían el curso de la literatura española, las
«Obras» de Gustavo Adolfo Bécquer.

Este esfuerzo es también para que su viuda e hijos contaran con alguna ayuda económica. Fue muy triste este periódo para Casta, quien enferma acude por ayuda a la Asociación de Escritores y Artistas Españoles. La necesita para medicinas y reincorporación de uno de sus hijos al Colegio de El Escorial.
La ayuda no fue suficiente y tuvo que vivir desafortunadas vicisitudes, fue de puerta en puerta recogiendo ingratitud, indiferencia y dolor.
Por último hará un sorprendente esfuerzo para librarse de la miseria: la escritura y publicación de Mi primer ensayo. Se le ocurrió escribir esas mal trazadas líneas para defenderse del hambre.
Penoso destino el que le tocó en suerte a Casta Esteban y Navarro, que hasta llegó a sumirse en la deshonra.
Poco le valió el libro escrito, ingresó enferma en el Hospital Provincial [o de San Juan de Dios] de Madrid y allí murió, el 30 de marzo de 1885, quince años después que su primer marido, el poeta cuya obra comenzaba acaso a imponerse.
[Biblioteca Cervantes, editado]


*     *     *

- Museo de Gustavo Adolfo Bécquer Noviercas:
 https://www.youtube.com/watch?v=j1WudXu6C_g









   

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Conversar de libros, y de los caminos a donde ellos nos llevan, dar una opinión, contar impresiones, describir una escena, personaje favorito, nunca contarlo todo, aunque a veces, elijamos ir un poco más allá, y no está mal, no a todos les molesta.
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