lunes, 13 de agosto de 2018

«Inviti superflui» [Invitaciones superfluas], de Dino Buzzati

«Invitaciones superfluas»

[Inviti superflui],

un relato del libro

La boutique del misterio

[La boutique del mistero, 1968]

Dino Buzzati

[1906-1972]


Editorial Oscar Mondadori, 238 págs.

          Un cuento elegido para comenzar bien la semana. Un autor italiano que conozco. De él he visto sus pinturas, leído sus artículos en el Corriere della Sera, relatos y novelas, y puedo decir que posee tal extraordinaria sensibilidad e imaginación para plantear los temas profundos, a veces dolorosos, que logra envolvernos en una luz de ensoñación en lugar de llevarnos a un mar de pesadumbre. 
Esa fue mi experiencia con la excelente novela El desierto de los tártaros [Il deserto dei tartari, 1940], tan intensa y bella que siempre la recuerdo y la vuelvo a leer. Los temas de la espera, de la petulancia frente a la propia soledad, la ausencia de un punto de referencia, la expectativa y el sentido de la existencia notablemente tratados. Uno de los mejores finales.


Dino Buzatti

          Novelista, periodista, pintor, músico y autor de relatos, el italiano Dino Buzzati deslumbra siempre con su prosa poética, especialmente en este cuento —es uno de los treinta y uno* que componen el libro La boutique del misterio [La boutique del mistero, 1968]. 

«Invitaciones superfluas» [Inviti superflui] es un soliloquio muy emotivo. Un hombre —sin nombre, porque puede ser uno entre miles— revive un amor en el recuerdo. De una manera muy vívida, nos sumamos a la invitación, y así miramos esa noche de invierno, con los locos y tiernos deseos de un amor que se inicia. Luego sigue lo que sigue. Las contradicciones del amor. El amor que da significado a la vida. Todo en un tono de esperanza, un estado de ánimo que se va intensificando,... no voy a quitarles el placer de descubrirlo. No voy a saber qué les provoca. Solo les digo que él habla, y ella es la protagonista.



          Lo estoy leyendo en otro lago, rodeado de otras montañas, él amaba, le sue montagne, giganti taciturni, supreme. Schiara y el Lago Federa [Dolomiti, Cortina D´Ampezzo] eran sus lugares.

          Desde el Lago di Como, entonces, los invito a disfrutar de uno de los mayores intelectuales italianos y de un relato maravilloso, espero que disfruten cada línea, porque de eso se trata esta invitación de lectura especial, del deleite íntimo y de emociones evocadas. 
En esta ocasión, elegí una pintura de Paul Delvaux*, alguien que supo de amores. Espero que también la disfruten.

C. G. 

The joy of life [1937], Paul Delvaux 

          Querría que vinieras a mi casa una noche de invierno y que, abrazados tras los cristales, mientras miramos la soledad de las calles vacías y heladas, recordásemos los inviernos de los cuentos, donde vivimos juntos sin saberlo. Por los mismos senderos encantados pasamos de hecho tú y yo con pasos tímidos, juntos caminamos a través de los bosques llenos de lobos, e idénticos genios nos espiaban desde las matas de musgo suspendidas de las torres, entre el revoloteo de los cuervos. Juntos, sin saberlo, desde allí quizá miramos ambos hacia la vida misteriosa que nos aguardaba. 

Vorrei che tu venissi da me in una sera d´inverno e, stretti insieme dietro i vetri, guardando la solitudine delle strade buie e gelate, ricordassimo gli inverni delle favole, dove si visse insieme senza saperlo. Per gli stessi sentieri fatati passammo infatti tu ed io, con passi timidi, insieme andammo attraverso le foreste piene di lupi, e i medesimi geni ci spiavano dai ciuffi di muschio sospesi alle torri, tra svolazzare di corvi. Insieme, senza saperlo, di là forse guardammo entrambi verso la vita misteriosa, che ci aspettava.

Allí palpitaron en nosotros por primera vez locos y tiernos deseos. «¿Te acuerdas?», nos diremos uno a otro, estrechándonos suavemente en la cálida estancia, y tú me sonreirás confiada mientras fuera suenan lúgubremente las planchas de metal sacudidas por el viento. Pero tú —ahora me acuerdo— no conoces los cuentos antiguos de los reyes sin nombre, de los ogros y los jardines embrujados. Nunca pasaste, embelesada, bajo los árboles mágicos que hablan con voz humana ni golpeaste a la puerta del castillo desierto ni caminaste de noche hacia la lumbre que está muy muy lejos ni te dormiste bajo las estrellas de Oriente, acunada por la piragua sagrada. Tras los cristales, en la noche de invierno, probablemente permaneceremos mudos, yo perdiéndome en los cuentos muertos, tú en otros cuidados para mí desconocidos. Yo preguntaría «¿Te acuerdas?», pero tú no te acordarías.

Ivi palpitarono in noi per la prima volta pazzi e teneri desideri. "Ti ricordi?", ci diremo l´un l´altro, stringendoci dolcemente, nella calda stanza, e tu mi sorriderai fiduciosa mentre fuori daran tetro suono le lamiere scosse dal vento. Ma tu —ora mi ricordo— non conosci le favole antiche dei re senza nome, degli orchi e dei giardini stregati. Mai passati, rapita, sotto gli alberi magici che parlano con voce umana, né battesti mai alla porta del castello deserto, né camminasti nella notte verso il lume lontano lontano, né ti addormentasti sotto le stelle d´Oriente, cullata da piroga sacra. Dietro i vetri, nella sera d´inverno, probabilmente noi rimarremo muti, io perdendomi nelle favole morte, tu in altre cure a me ignote. Io chiederei "Ti ricordi?", ma tu non ricorderesti.

          Querría pasear contigo un día de primavera, con el cielo de color gris y con el viento arrastrando todavía por las calles alguna hoja rezagada del año anterior, por los barrios de las afueras; y que fuese domingo. En esos lugares surgen a menudo pensamientos melancólicos y grandes, y en ciertas horas vaga la poesía, uniendo los corazones de los que se aman. Nacen además esperanzas que no se saben expresar, propiciadas por los horizontes inmensos de detrás de las casas, de los trenes que huyen, de las nubes del septentrión. Nos tomaremos de la mano sin más y caminaremos a paso vivo, diciendo cosas tontas, estúpidas y entrañables. Hasta que las farolas se encenderán y de las tristes casas de vecindad saldrán las historias siniestras de las ciudades, las aventuras, las soñadas novelas. Y entonces callaremos, siempre tomados de la mano, pues nuestras almas se hablarán sin palabras. Pero tú —ahora me acuerdo— nunca me dijiste cosas tontas, estúpidas y entrañables. Ni puedes amar, por tanto, esos domingos que digo, ni tu alma sabe hablar a la mía en silencio, ni reconoces en el momento justo el encanto de las ciudades ni las esperanzas que bajan del septentrión. Tú prefieres las luces, la gente, los hombre que te miran, las calles donde dicen que se puede encontrar la fortuna. Tú y yo somos diferentes, y si vinieras a pasear ese día dirías que te cansabas; solo eso, nada más.

Vorrei con te passeggiare, un giorno di primavera, col cielo di color grigio e ancora qualche vecchia foglia dell´anno prima trascinata per le strade dal vento, nei quartieri della periferia; e che fosse domenica. In tale contrade sorgono spesso pensieri malinconici e grandi, e in date ore vaga la poesia congiungendo i cuori di quelli che si vogliono bene. Nascono inoltre speranze che non si sanno dire, favorite dagli orizzonti sterminati dietro le case, dai treni fuggenti, dalle nuvole del settentrione. Ci terremo semplicemente per mano e andremo con passo leggero, dicendo cose insensate, stupide e care. Fino a che si accenderanno i lampioni e dai casamenti squallidi usciranno le storie sinistre delle città, le avventure, i vagheggiati romanzi. E allora noi taceremo, sempre tenendoci per mano, poiché le anime si parleranno senza parola. Ma tu —adesso mi ricordo— mai mi dicesti cose insensate, stupide e care. Né puoi quindi amare quelle domeniche che dico, né l´anima tua sa parlare alla mia in silenzio, né riconosci all´ora giusta l´incantesimo delle città, né le speranze che scendono dal settentrione. Tu preferisci le luci, la folla, gli uomini che ti guardano, le vie dove dicono si possa incontrar la fortuna. Tu sei diversa da me e se venissi quel giorno a passeggiare, ti lamenteresti di essere stanca; solo questo e nient´altro.

           Querría también ir contigo, en verano, a un valle solitario, riendo continuamente por las cosas más simples, a explorar los secretos del bosque, de los caminos blancos, de ciertas casas abandonadas. Pararnos en el puente de madera a contemplar el agua que corre, escuchar en los postes del telégrafo aquella larga historia sin fin que viene de una punta del mundo y quién sabe dónde irá. Y cortar flores de los prados y allí, tumbados sobre la hierba, en el silencio del sol, contemplar los abismos del cielo y las blancas nubecillas que pasan y las cumbres de las montañas. Tú dirás «¡Qué bonito!». No dirías nada más porque seríamos felices; nuestro cuerpo habría perdido el peso de los años, nuestras almas estarían rejuvenecidas, como si acabaran de nacer.

Vorrei anche andare con te d´estate in una valle solitaria, continuamente ridendo per le cose più semplici, ad esplorare i segreti dei boschi, delle strade bianche, di certe case abbandonate. Fermarci sul ponte di legno a guardare l´acqua che passa, ascoltare nei pali del telegrafo quella lunga storia senza fine che viene da un capo del mondo e chissà dove andrà mai. E strappare i fiori dei prati e qui, distesi sull´erba, nel silenzio del sole, contemplare gli abissi del cielo e le blanche nuvolette che passano e le cime delle montagne. Tu diresti "che bello!". Niente altro diresti perché noi saremmo felici; avendo il nostro corpo perduto il peso degli anni, le anime divenute fresche, come se fossero nate allora.

          Pero tú —ahora que lo pienso— mirarías, me temo, alrededor sin entender, y te detendrías preocupada a examinarte una media, me pedirías otro cigarrillo, impaciente por volver. Y no dirías «¡Qué bonito!», sino otras cosas insustanciales que a mí nada me importan. Porque desgraciadamente eres así. Y no seremos felices ni siquiera un instante.

Ma tu —ora che ci penso— tu ti guarderesti attorno senza capire, ho paura, e ti fermeresti preoccupata a esaminare una calza, mi chiederesti un´altra sigaretta, impaziente di fare ritorno. E non diresti "Che bello!", ma altre povere cose che a me non importano. Perché purtroppo sei fatta così. E non saremmo neppure per un istante felici.

          Querría también —déjame decírtelo— atravesar contigo del brazo las grandes avenidas de la ciudad un atardecer de noviembre, cuando el cielo es de puro cristal. Cuando los fantasmas de la vida corren sobre las cúpulas y rozan a la gente oscura que va por el fondo del foso de las calles, ya colmadas de preocupaciones. Cuando recuerdos de edades dichosas y nuevos presagios pasan sobre la tierra dejando tras de sí una especie de música. Con la ingenua soberbia de los niños miraremos las caras de los demás, miles y miles, que pasen a torrentes a nuestro lado. Nosotros despediremos sin saberlo un resplandor de júbilo y todos se verán obligados a mirarnos, no con envidia ni mala intención, sino sonriendo ligeramente, con ánimo bondadoso, gracias a la noche, que cura las debilidades del hombre. Pero tú —lo sé bien—, en vez de mirar el cielo de cristal y las aéreas columnatas iluminadas por el último sol, querrás pararte a mirar los escaparates, las alhajas, el dinero, las sedas, esas cosas mezquinas. Y no repararás por tanto ni en los fantasmas ni en los presentimientos que pasan, ni te sentirás, como yo, llamada a una suerte de la que ufanarte. No oirás esa especie de música ni entenderás por qué la gente nos mira con benevolencia. Tú pensarás en tu pobre mañana y en vano por encima de ti las estatuas de oro de las agujas levantarán sus espadas a los últimos rayos. Y yo estaré solo.

Vorrei pure —lasciami dire— vorrei con te sottobraccio attraversare le grande vie della città in un tramonto di novembre, quando il cielo è di puro cristallo. Quando i fantasmi della vita corrono sopra le cupole e sfiorano la gente nera, in fondo alla fossa delle strade, già colme di inquietudini. Quando memorie di età beate e nuovi presagi passano sopra la terra, lasciando dietro di sé una specie di musica. Con la candida superbia dei bambini guarderemo le facce degli altri, migliaia e migliaia, che a fiumi ci trascorrono accanto. Noi manderemo senza saperlo luce di gioia e tutti saran costretti a guardarci, non per invidia e malanimo; bensì sorridendo un poco, con sentimento di bontà, per via della sera che guarisce le debolezze dell´uomo. Ma tu —lo capisco bene— invece di guardare il cielo di cristallo e gli aerei colonnati battuti dall´estremo sole, vorrai fermarti a guardare le vetrine, gli ori, le ricchezze, le sete, quelle cose meschine. E non ti accorgerai quindi dei fantasmi, né dei presentimenti che passano, né ti sentirai, come me, chiamata a sorte orgogliosa. Né udresti quelle specie di musica, né capiresti perché la gente ci guardi con occhi buoni. Tu penseresti al tuo povero domani e inutilmente sopra di te le statue d´oro sulle guglie alzeranno le spade agli ultimi raggi. Ed io sarei solo.

          Es inútil. Tal vez todo esto sean tonterías y tú mejor que yo sin pretender tanto de la vida. Tal vez tengas razón y sea una estupidez intentarlo. Pero al menos —eso sí, al menos— querría volver a verte. Sea como sea, estaremos juntos de algún modo y hallaremos la felicidad. No importa si de día o de noche, en verano o en otoño, en un pueblo desconocido, en una casa desnuda, en un triste hostal. Me bastará tenerte junto a mí. No estaré allí —te lo prometo— para escuchar los crujidos misteriosos del techo ni miraré las nubes ni haré caso a las músicas ni al viento. Renunciaré a esas cosas inútiles que yo, sin embargo, amo. Tendré paciencia si no entiendes lo que te digo, si hablas de cosas ajenas a mí, si te quejas de la ropa vieja y del dinero. No estarán allí eso que llaman poesía, las esperanzas comunes, las tristezas tan queridas del amor. Pero te tendré junto a mí. Y conseguiremos, ya lo verás, ser bastante felices, con mucha sencillez, hombre y mujer solamente, como pasa en todas partes del mundo.

È inutile. Forse tutte queste sono sciocchezze, e tu migliore di me, non presumendo tanto dalla vita. Forse hai ragione tu e sarebbe stupido tentare. Ma almeno, questo sì almeno, correi rivederti. Sia quel che sia, noi staremo insieme in qualche modo, e troveremo la gioia. Non importa se di giorno o di notte, d´estate o d´autunno, in un paese sconosciuto, in una casa disadorna, in una squallida locanda. Mi basterà averti vicina. Io non starò qui ad ascoltare —ti prometto— gli scricchiolii misteriosi del tetto, né guarderò le nubi, né darò retta alle musiche o al vento. Rinuncerò a queste cose inutili, che pure io amo. Avrò pazienza se non capirai ciò che ti dico, se parlerai di fatti a me strani, se ti lamenterai dei vestiti vecchi e dei soldi. Non ci saranno la cosiddetta poesia, le comuni speranze, le mestizie così amiche all´amore. Ma io ti avrò vicina. E riusciremo, vedrai, a essere abbastanza felici, con molta semplicità, uomo con donna solamente, come suole accadere in ogni parte del mondo.

          Pero tú —ahora lo pienso— estás demasiado lejos, a centenares y centenares de kilómetros difíciles de franquear.

Ma tu —adesso ci penso— sei troppo lontana, centinaia e centinaia di chilometri difficili a valicare.

          Tú estás dentro de una vida que desconozco, y a tu lado están los otros hombres, a los cuales probablemente sonríes, como a mí en otros tiempos. Y poco tiempo ha hecho falta para que te olvidaras de mí. Probablemente ni siquiera alcanzas a recordar mi nombre. Yo ahora ya he salido de ti, perdiéndome entre las innumerables sombras. Y, sin embargo, no hago más que pensar en ti, y me gusta decirte estas cosas.

Tu sei dentro a una vita che ignoro, e gli altri uomini ti sono accanto, a cui probabilmente sorridi, come a me nei tempi passati. Ed è bastato poco tempo perché ti dimenticassi di me. Probabilmente non riesci a ricordare il mio nome. Io sono ormai uscito da te, confuso fra le innumerevoli ombre. Eppure non so pensare che a te, e mi piace dirti queste cose.


*     *     *

Notas

- Audiolibro en italiano:


https://www.youtube.com/watch?v=d9MMI6YbwJ8


- La boutique del mistero, Dino Buzzati:
http://www.icbriatico.it/images/pdf/Biblioteca_Digitale/Letteratura_per_Ragazzi/La_Boutique_del_mistero.pdf

- Guida alla lettura:
http://www.lapiazzamagazine.com/guida-alla-lettura-inviti-superflui-di-dino-buzzati/

- Paul Delvaux: [1897-1994] Pintor belga neoimpresionista y expresionista en sus comienzos, de afinidad surrealista, aunque... «desclasado». La frustración amorosa que vive en su juventud [¿quién no?] será la fuente de inspiración para una obra que coloca a la mujer en un pedestal. Muchos de sus cuadros son dedicados al tema de las parejas, sin contacto, solo gestos. Miradas fijas, como hipnotizadas. Otras veces, son mujeres caminando, indiferentes al que las contempla o recostadas. Misteriosas, sumidas en sus pensamientos. 

El pintor de la desnudez y el desencuentro [Elemmental]:
http://elemmental.com/2013/06/20/paul-delvaux-pintor-de-la-desnudez-y-el-desencuentro/



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