TODO SE DESMORONA [2010]
título original:
Things Fall Apart [1958]
CHINUA ACHEBE
[Nigeria, 1930-Estados Unidos, 2013]
Prólogo de: Marta Sofía López Rodríguez Traducciòn de: José Manuel Álvarez Flórez Editorial: Debolsillo Contemporánea
«Hasta que los leones no tengan sus propios historiadores, la historia de la caza siempre glorificará a los cazadores».
Chinua AchebeComentario:Trataré de seguir y respetar el «ritmo» del autor, sin adelantar hechos ni acontecimientos, de evitar frases impersonales y de mantener la atmósfera, para trasmitir lo que el autor nos quiso contar, y de qué manera.
La novela tiene tres partes y está contada en tercera persona, con un narrador omnisciente.
Es la historia del valiente Okonkwo, famoso más allá de las nueve aldeas.
Con solo dieciocho años había derrotado a Amalinze, el Gato, cuando nadie había podido lograrlo, ¡el gran luchador tenía siete años de invicto!
Los ancianos dijeron que nunca otro combate había sido tan encarnizado.
Habían pasado ya veinte años de esta auténtica proeza, o más... pero su fama lo seguía acompañando, es más, crecía y crecía con los años.
«Okonkwo era alto y enorme; las cejas pobladas y la nariz ancha le daban un aire muy severo. Respiraba estruendosamente y decían que sus esposas y sus hijos le oían desde sus cabañas cuando dormía».
Pegaba a la gente con frecuencia y cuando se enojaba era un poco tartamudo. Es que no tenía paciencia, sobre todo con los fracasados. Fracasados, como había sido su padre, muerto hacía diez años y todavía se avergonzaba de él.
Unoka, así se llamaba el padre, había sido perezoso e imprevisor; cuando tenía algo de dinero, inmediatamente lo gastaba en fiestas con sus amigos. Con ellos hablaba de todo, menos de las guerras.
Era feliz tocando la flauta con su banda en los convites a los que era solicitado, y también recordando su niñez. Eso de joven, de adulto, era un fracasado y punto. Acumulaba deudas y no era capaz de mantener a su familia.
Sí tenía algo a favor: su simpatía y espontaneidad relajada.
Los igbo¹ valoraban muchísimo el arte de la conversación y los proverbios [...].
Además eran gente que juzgaban a un hombre por sus propios méritos. Okonkwo no tenía por qué temer; la mala fama de su padre no le inflluiría en que sus propios valores y desarrollo le fueran valorados. Él estaba hecho para grandes cosas [...].
Era un labrador rico, tenía dos graneros lleno de ñames¹, y acababa de tomar una tercera esposa.
Para coronarlo todo, había obtenido dos títulos [o rangos] y había demostrado un valor increíble en dos guerras intertribales. Además de ser el mejor luchador de las nueve aldeas —como ya he mencionado en un principio.
La edad avanzada [los ancianos] y el triunfo personal eran dos cualidades muy reconocidas en estas tierras y en esos tiempos.
* * *
Una noche, un pregonero con su ogene ....♪♫ gong, gong, gong, ....tocaba su instrumento, citando para el día siguiente a todos los habitantes de Umuofia a la plaza del mercado.
[Uno de los aspectos maravillosos de como está contada esta historia es la integración de la música, los instrumentos mencionados, su significado y como eran usados. El ogene suena como un gong, especie de disco sonoro y como todos los instrumentos eran usados para comunicar algo, también en ceremonias, religiosas o no].
♪♫ gong, gong, gong... ¿Habría guerra con algún clan vecino?
Okonkwo no temía a las guerras. No era como su padre.
A la mañana siguiente más de diez mil hombres respondían con fuertes voces: —"¡Yaa!" .
Así, cada vez que Ezeugo, el gran orador bramaba: —"¡Umuofia kwenu!"—señalando a Mbaino, la aldea vecina.
La plaza estaba repleta de gente enfervorizada, sedienta de sangre. Es que en el mercado de Mbaino habían matado a la hija de Ezeugo, y debían pagar por ello.
Podían elegir entre guerra, por un lado, o la entrega de un muchacho y una joven virgen, por el otro.
Umuofia era temida por todos sus vecinos. Era poderosa en la guerra y en hechicería [...].
Por consiguiente, los clanes trataban, siempre primero, un arreglo pacífico.
Algo a su favor: no iban a la guerra sin un motivo justo, y la guerra que amenazaba ahora era una guerra justa. Siempre aceptaban la decisión del oráculo que se llamaba Agbala.
* * *El emisario enviado a Mbaino para la delicada comisión de decidir guerra o la otra opción, no fue otro que el orgulloso Okonkwo.
Dos días después volvía a su aldea con la joven virgen y el muchacho, llamado Ikemefuna. [Aún hoy se recuerda su triste historia].
Así se evitaba el derramamiento de sangre.
Entonces los ancianos decidieron: la joven ocuparía el lugar de la esposa asesinada y el joven Ikemefuna viviría con Okonkwo hasta su ejecución.
Pasaron tres años. Nadie pensó en ese momento que «el asunto» se prolongaría tanto tiempo.
Parecía que todos se hubiesen olvidado del muchacho después de tomar aquella decisión [...].
* * *¿Cómo era Okonkwo en su casa, con su familia?
Bueno,... sumamente exigente con sus tres esposas y sus ocho hijos: [...] regía su casa con mano dura. Sus esposas, sobre todo las más jóvenes, vivían con un temor constante a su carácter irascible, y lo mismo le sucedía a los hijos pequeños.
En el fondo no era tan cruel. Es que tenía una obsesión, y ésta era diferenciarse de su padre en absolutamente todo, como por ejemplo, en la amabilidad y la ociosidad.
Tenía un gran miedo al fracaso y a la debilidad. Les temía más aún que a los dioses malignos, que a la magia, que al bosque y a las fuerzas naturales malévolas.
No era un miedo externo, no. Era un miedo a sí mismo, a que se descubriera que se parecía a su padre.
Toda esta vergüenza que había sentido de niño, lo había hecho sufrir mucho, había dejado huellas en su carácter y personalidad.
* * *«Los ñames representaban la virilidad, y el que era capaz de alimentar con ñames a su familia, a los suyos, cosecha tras cosecha, ese era un hombre grande de verdad».
Trabajaba Okonkwo de sol a sol en el campo. Era fuerte y quería que así fuesen sus hijos. Nwoye era el mayor, tenía entonces doce años, y para el padre era bastante holgazán, por esa razón lo castigaba y reñía constantemente.
Era un joven triste.
Su madre, que era la primera esposa de Okonkwo, fue la encargada de darle vivienda a Ikemefuna, el joven desterrado de Mbaino.
Ikemefuna estaba muerto de miedo, no entendía que hacía en esa casa, no tenía idea de que su padre hubiese participado en el asesinato de una joven de Umuofia y que él tendría que pagar por ello.
Sólo sabía que unos extraños habían ido a su casa, hablado en secreto con su padre y luego lo habían llevado a él y a una joven desconocida a esa aldea. Su madre llorando era la última imagen que guardaba intacta.
* * *
Okonkwo no tuvo un comienzo en la vida como el que solían tener muchos otros jóvenes. No heredó graneros de su padre. Ni nada.
Unoka, en su momento había ido a consultar al oráculo Agbala. Quería saber porqué tenía tan malas cosechas.
La sacerdotisa Chika, que era muy temida, lo escuchó. Escuchó como Unoka, siguiendo todos los ritos: sacrificio de gallos, ofrecimientos a santuarios, quema de malezas,... aún así no lograba nada bueno.
Chika no soportó más, y le gritó muy enojada. No era cuestión de dioses ofendidos, era la fuerza de su brazo que faltaba.
Mientras que los vecinos talaban bosques enteros preparando nuevas tierras, y cruzaban siete ríos, él sembraba ñames en terrenos agotados, cercanos y fáciles de limpiar.
Murió sin sepultura.
Cuando un hombre sufría de hinchazón de vientre, lo llevaban al Bosque Maligno y dejaban que allí muriese.
* * *
Okonkwo estuvo decidido desde un principio a salir adelante.
Le pidió ayuda a Nwakibie, uno de los hombres más ricos de la aldea... Le explica con gran convencimiento y persuasión que ha limpiado un campo pero que no tiene ñames para plantar.
Nwakibie, que ha aprendido a ser tacaño con los ñames, y a no confiar en jóvenes flojos, sí confía en él, en su dedicación y fortaleza. Le promete «dos veces cuatrocientos ñames».
Salir adelante le resultaba muy difícil. Tenía que mantener a su madre, a su hermana, y a su padre cuando estaba enfermo.
Ese año fue malísimo, todo vino a destiempo. Las lluvias atrasadas, el sol más fuerte que nunca quemando todo lo que había brotado. La sequía duró y los primeros ñames murieron.
Luego la lluvia en torrentes arrastró con todo. Resultado: unos ñames raquíticos y podridos.
Siempre recordaría Okonkwo ese año como uno trágico.
—Si sobreviví a aquel año —decía siempre—, sobreviviré a lo que sea.
* * *—Cuando se mira la boca de un rey —dijo un anciano— ,nadie diría que ha mamado alguna vez del pecho de su madre.
Se refería a Okonkwo, que había ascendido muy deprisa: de una situación de gran pobreza y desventura a ser uno de los señores del clan.
Pero había un rasgo en su personalidad que llamaba la atención: su brusquedad hacia los que no tenían éxito, hacia los que no habían logrado títulos.
En una oportunidad, Okonkwo había humillado a un hombre llamándolo «mujer», entonces, un anciano le dijo:
«Aquellos a quienes un espíritu benévolo les abre los frutos de la palma no deberían olvidar que es necesario ser humildes».
La verdad es que «la suerte», «los buenos espíritus», o como quiera que se lo llame, no había tenido mucho que ver en su éxito. Lo suyo fue pura lucha encarnizada.
Podía decirse a lo sumo que tenía un buen chi, un buen dios personal. Pero como dice otro proverbio igbo:
Cuando un hombre dice sí, su chi dice sí también.[El "chi" era —o es, según si se mantiene la creencia— el asistente personal espiritual o tutor, nombrado para cada uno en el momento del nacimiento, los acompañaba toda la vida en la tierra]. * * *
Ikemefuna [el joven dado en compensación, al cuidado de Okonkwo] fue superando el miedo y la tristeza de haber sido alejado de los suyos. Era alegre por naturaleza y todos le empezaban a tomar cariño, los niños y sobre todo Nwoye [el hijo mayor de Okonkwo]. Se hicieron amigos inseparables.
Es que Ikemefuna conocía de todo, desde el nombre de los pájaros hasta de qué árboles se podían hacer los arcos más fuertes.
Incluso Okonkwo parecía encariñarse... aunque nunca tuviese un gesto que lo demostrara. Hacerlo hubiese sido una señal de debilidad.
Le permitía, eso sí, acompañarlo a las asambleas o fiestas llevando su taburete... era un honor.
E Ikemefuna, agradecido, lo llamaba «padre». * * *Los períodos estacionales se determinaban por la recolección y la siembra. Cuando Ikemefuna llegó a la aldea Umuofia era por el final del descanso entre ambos, unos días antes que empezara la Semana de la Paz.
Ese mismo momento fue cuando Okonkwo violó la paz y el sacerdote de la diosa tierra, Ezeani, lo castigó según la costumbre.
¿Qué había pasado?
Cegado por la cólera, le había pegado a su esposa más joven, Ojiugo.
Esa tarde, la esperó en su obi [las dependencias grandes del jefe de la familia]; la esperó largo rato,... es que ella le tenía que dar la comida de la tarde. Al parecer había ido a trenzarse el pelo a casa de una amiga y se había olvidado, inclusive de sus hijos, de los que se encargó su primera esposa.
Cuando regresó recibió una gran paliza. Su marido había olvidado que estaban en la Semana de la Paz. Eso era algo inaudito, muy grave. Ezeani, sacerdote de Ani, la diosa de la tierra [la más importante de todas las deidades], fue a ver a Okonkwo a su obi. Le explica, enojado, que esa semana, antes de sembrar, vivían en paz con el prójimo, para honrar a «la gran diosa», sin cuya bendición los cultivos no prosperarían.
El mal que Okonkwo había hecho podía traer la perdición de todo el clan. Él lo sabía y debería pagar por ello.
* * *Así eran las leyes del clan en Umuofia. Y así era Okonkwo, quien encuentra normal tratar de esa manera a sus esposas. También el anciano justificaba la paliza, pero no en esa Semana de la Paz, arriesgando el cultivo y la cosecha de toda la población. Tampoco lamentaba ser tan duro con sus hijos, si eso los haría más fuertes y exitosos... La dureza de carácter y las tradiciones. Ya tenemos el principio de la historia en una forma muy reducida. Podemos imaginar el cuadro vivo, el exterior del paisaje y el interior de cada uno de los personajes, su severidad y temperamento. Un cuadro que irá cambiando a medida que avancemos en los hechos. Podemos pensar en todos los vecinos reunidos bebiendo el vino de palma y comiendo fufú de ñame, los podemos ver, a esos hombres de brazos fuertes limpiando los montes para tener nuevos campos fértiles para buenas cosechas, ver llegar a los milanos reales. E irse, ya volverían desplegando sus amplias alas en la estación seca. Y esa convicción de otorgarle al ñame, rey de los cultivos, toda la atención y trabajo duro durante varias lunas, con su festividad, la Fiesta del Ñame Nuevo, donde todo era celebración y agradecimiento a Ani, la diosa de la tierra. Vemos las innumerables cabañas con techo de paja y sus muros restregados con tierra roja por las mujeres. Luego les tocaba pintar hermosos dibujos... Imaginamos a los niños contando cuentos alrededor del fuego, ¡tenían una reserva interminable de historias! Porque así era, períodos de descanso y otros de trabajo pesado, pesado pero alegre. Leeremos con admiración el recuerdo que tenían hacia sus antepasados, el respeto hacia los ancianos y sus opiniones sabias. Algunas, desde nuestra óptica, seguramente las rechazaremos. Y allí tendremos que detenernos y pensarlos es su contexto. Ser capaces de escuchar el lejano batir de los tambores, de ver los bailes y las luchas con sus ojos de divertimento, imbuirnos en esta atmósfera, exótica y lejana para nuestra cultura. Nos falta la mayor parte de la historia: El destino de Ikemefuna, ¿se habían olvidado de él los ancianos, del precio que debía pagar con su vida? Además de detalles de la vida cotidiana, ...como se arreglaban los matrimonios, el respeto y la jerarquía dentro de una familia, el trabajo y las comidas tan distintas, la tragedia seguida de las alegrías [no siempre], las creencias y tradiciones [respetadas a pesar de todo], las enfermedades y sus curas [con plantas medicinales y sacrificios a los dioses], los juicios en el ilo, plaza central de la aldea, acatando la Ley de Umuofia, los cuentos contados a los niños, de una imaginación y riqueza inagotables,... todo nos transportará a un país tan lejano, es posible que nos sintamos distanciados, no sólo en distancia física, sino también como lector, acostumbrado a otras voces parecidas a las nuestras. Sin embargo, Chinua Achebe nos sumerge en su cultura con sabiduría... Cuando nuestro protagonista Okonkwo mira a su hija Ezinma y piensa : «debería haber sido un chico», lo entendemos. Cuando se echa la bolsa de piel de cabra al hombro, visita a su amigo Obierika, y en su obi le confiesa sus dudas y preocupaciones por sus hijos:«¿Dónde están los jóvenes retoños que han de crecer cuando muera el viejo banano?», podemos compartir el pensamiento. Pero cuando juntos hablan del dilema de la obediencia al oráculo, el de las colinas y el de las cuevas versus el acatar pero «con mano ajena», entonces tenemos que hacer «el esfuerzo extra» y trasladarnos en tiempo, época y cultura. Y ese ejercicio lo mantendremos el resto de la novela. Presenciando el lado sensible de un hombre fuerte. Admirando su progreso, social y económico, humano. Sabiendo todo acerca de él y del pueblo Igbo, una de las etnias más extendidas de África. Y una idea que se repite, con amplias connotaciones : La fuerza de tu brazoMe gustó:Me gustó mucho la historia, encontrándola distinta a todo lo que había leído, muy poco de escritores africanos.
Coetzee, por ejemplo, escribiendo sobre la culpa de los blancos colonizadores, y otros autores contándonos del colonialismo anglosajón; lo nombro al Premio Nobel de literatura 2002, porque es un claro ejemplo, dicen, de lo que se ha llamado «literatura poscolonial»; valoro sus experiencias como hombre blanco en territorio de hombres negros; también admiro su honestidad en no hacer de la crítica política y social en esos territorios conflictivos una bandería personal de propaganda.
Cabe decir que África es un país de una gran diversidad cultural. No hay por lo tanto una sola África. Para muchos, es un país tan lejano e ignorado que sólo tenemos de él «imágenes de lector», Las nieves de Kilimanjaro, de Hemingway, o El corazón de las tinieblas, de J. Conrad, por nombrar a dos escritores famosos. Además de Chinua Achebe con esta novela, la más famosa, escrita con solo veintisiete años, tenemos a Ngugi wa Thiongo, escritor kikuyo.
Volviendo a la novela, y para ir finalizando, vi una historia honesta, sin artilugios que atenuaran lo que no nos puede gustar.
A un protagonista que debe demostrar, y demostrarse, su virilidad en todo el sentido de la palabra. Que tiene una gran sensibilidad a pesar de todo ese esfuerzo por ser duro e intransigente. Que cuida de su familia e impone disciplina, con métodos violentos [para nuestro tiempo y cultura], a veces.
Vi una historia donde el mundo de los vivos no estaba muy lejos del de los muertos, a los que se veneraba. Como se veneraba a los ancianos y como se respetaba a los que obtenían títulos; cuatro era el máximo en ese clan, ¡no era fácil conseguirlos! Oí el ritmo febril de los tambores acompañando los bailes festivos o las ceremonias con gritos de dolor. Todo como si cayésemos en un encantamiento que no nos permite juzgar. Vi como se ejecutaba justicia, sin odio, pero cumpliendo hasta el fin con la diosa de la tierra; después, solos, llorarían lágrimas amargas y se preguntarían «¿por qué?». Era la ley, su ley. Como decían los ancianos,
si un dedo tenía aceite, manchaba a los demás.
Vi como es «volver a empezar» después de perder todo por lo que se luchó la vida entera. Y como aparece, durante la última estación de la siembra, un hombre blanco.
Y llegarían más blancos, trayendo su religión, sus costumbres y su gobierno. Y castigarían al que se resistiera... ¿existió el genocidio de Abame? Oi las historias, esas que ellos oían: que hacían armas de fuego potentes, bebidas fuertes y se llevaban esclavos al otro lado del mar. Pero nadie había creído que esas historias fueran ciertas.Todo sucede tan rápido.
C. G.
* * *Personajes principales:
-Okonkwo: el protagonista, aproximadamente 38 años.
-Unoka: el padre
-3 esposas y ocho hijos -1era esposa, madre de Nwoye y de tres hijos más, también de Obiageli, una hija. -Nwoye: su hijo mayor [Okonkwo no le tiene confianza, lo ve débil]; tenía 12 años cuando comienza la historia. -Ekwefi: 2da esposa y Enzinma, su única hija [Okonkwo hubiese deseado que fuese su hijo varón, la ve fuerte de carácter]. -Ojiugo, la esposa más joven, con dos hijos; Nkechi era una de ellas.
-Ogbuefi Ezeugo: el gran orador; habían matado a su hija en el mercado de Mbaino.
-Ikemefuna: joven ofrecido para ser sacrificado.
.Nwakibie: el hombre rico de la aldea que ayuda a Okonkwo; había conseguido el segundo título más alto que podía conseguir un hombre en el clan.
-Chielo: viuda con dos hijos en su vida normal; sacerdotisa de Agbala, el oráculo de las colinas y de las cuevas. -Obierika: amigo de Okonkwo. -Los nueve egwugwu [representando a c/aldea del Clan; máscaras que representaban los espíritus ancestrales del pueblo] y Bosque Maligno [el jefe]; Okonkwo ea el segundo egwugwu; eran los nueve espíritus enmascarados que administraban la justicia en el clan. Algunas comidas y bebidas: -Lóbulo de la nuez de cola, muchas a base de ñame [el alimento indispensable], pastel de pescado ahumado, plátanos, malangas, aceite de palma, pucheros, fufú, vino de palma [la bebida alcohólica más apreciada] , rapé [bebida], sopa de hojas amargas y de egusi, carnes [de pollo, de cabra, ternera y pescado], taro, mandioca, maíz, guisos. Tratamiento de belleza:
Toques de cuchilla en los peinados, tratamiento de madera de cam para tener la piel suave y brillante.
Algunos dichos y proverbios: «¿Dónde están los jóvenes retoños que han de crecer cuando muera el viejo banano?», pág. 77, refiriéndose a la falta de carácter de los hijos que deben suceder al padre. «Cuando la vaca come hierba, los terneros no apartan la vista de su boca», pág. 82, hablando de lo parecido que era el hijo al padre, de como sin querer va incorporando gestos y maneras. «Si yo lo hago por ti y tú lo haces por mí, es juego y no lucha», pág. 84, llegando a un acuerdo. «Yo no puedo vivir a la orilla de un río y lavarme las manos con saliva,» pág. 165, Okonkwo ofreciendo un gran banquete en agradecimiento. «Un hijo no puede pagar la leche de su madre», pág. 166, hay favores que no se pueden pagar, no tienen precio. «Siempre que veas saltar un sapo a plena luz del día puedes estar seguro de que hay algo que pone en peligro su vida», pág. 198, viendo los jefes del clan el peligro al que se veían expuestos.
Lugares y época donde se desarrolla la historia:
-Umuofia: la mayor parte de la novela se desarrolla aquí, un grupo de nueve aldeas en el sur de Nigeria. Un clan poderoso, experto en guerras, muy poblado y orgulloso de sus tradiciones e instituciones.
-Mbaino: aldea vecina donde se comete el crimen de la joven.
-Mbanta: aldea de los parientes maternos que le dan acogida a Okonkwo y su familia. Época: no se habla de una fecha precisa, pero por el contexto histórico, la ubico en la segunda mitad del siglo XIX.
-¹ Glosario, algunos términos que no están en el Glosario del libro
1- Igbo: grupo étnico del sudeste de Nigeria; una de las etnias más extendidas en África.
2- Ñame: planta con tubérculos comestible, parecida a la batata.
3- Cauris: las conchas de cauris tuvieron gran utilidad en África como moneda de cambio, especialmente en el comercio de esclavos.
4- Harmattan: viento alisio de África Occidental frío, seco y polvoriento.
5- Milano Real: ave de tamaño medio a grande; rojizo, rayado de oscuro en las partes ventrales; gris la cabeza y cuello; largas alas con una manchas blancas, y cola rojiza anaranjada.
6- Idemili: área del gobierno local en el estado de Anambra, Nigeria.
7- Vino de Palma: es una palmera típica de África occidental, y a partir de ella se elabora una bebida alcohólica similar al vino. -Calendario Igbo:
Una semana tenía cuatro días; un mes siete semanas, y un año trece meses. El Año Nuevo comienza con la Primera Luna, la tercera semana de febrero. Aún hoy sirve para determinar los días de mercado.
-Título:
«Things Fall Apart», es una de las líneas del poema «The Second Coming» [«La segunda venida»], del poeta irlandés William Butler Yeats.
Qué bien elegido Yeats, un poeta con la constante inquietud por encontrar las raíces de su pueblo a través de su trabajo creativo... el poeta que observa al mundo con ojo de halcón.
Poema en inglés: http://www.potw.org/archive/potw351.html
La segunda venida
Girando sin cesar en la espira creciente
el halcón ha dejado de oír al halconero; todo se desmorona; el centro se doblega; arrecia sobre el mundo la anarquía, arrecia la marea rebosante de sangre, y en todas partes la ceremonia de la inocencia es anegada; los mejores carecen de toda convicción, mientras que los peores están llenos de brío apasionado.
Sin duda una revelación es inminente;
sin duda la Segunda Venida es inminente. ¡La Segunda Venida! Apenas digo estas palabras cuando una vasta imagen del Spiritus Mundi perturba mi visión: oculta en las arenas del desierto una forma con cuerpo de león y cabeza de hombre, de pupilas vacías y crueles como el sol, mueve sus lentos muslos, mientras en torno fluyen las sombras indignadas de las aves del yermo. Cae de nuevo la oscuridad; pero ahora sé que veinte siglos de pétreo sueño fueron mortificados hasta la pesadilla por el mecerse de una cuna, ¿y qué bestia escabrosa, llegada al fin su hora, se arrastra hacia Belén para nacer?
1921
-El autor:
Chinua Achebe: [16 de noviembre de 1930, Ogidi, sudeste de Nigeria- 21 de marzo de 2013, Boston] Escritor nigeriano en lengua inglesa. Novelista, poeta y crítico literario; profesor y filósofo; más de 30 doctorados honoris causa e infinidad de galardones de prestigio. Esta novela es una de las más leídas en el mundo.
Era hijo de un profesor en un colegio misionero. Sus padres, aunque le instruyeron en muchos de los valores de la cultura del pueblo igbo, eran devotos protestantes y le bautizaron como Albert por el nombre del marido de la reina Victoria. Su nombre de pila Chinụalụmọgụ significa literalmente "Dios luchará en mi favor". Asistió al Government College en Umuahia [1944], como otros autores nigerianos importantes, tales como. También fue educado en el Colegio Universitario de Ibadán, donde estudió Inglés, Historia y Teología. En la universidad, Achebe renegó de su nombre británico y tomó como nombre indígena Chinua. En 1953 se graduó con una BA. Antes de entrar en la Nigerian Broadcastin Company en Lagos, viajó por África y América y trabajó por un corto período de tiempo como maestro. En la década de 1960 fue director de servicios a cargo de La voz de Nigeria. En su primera novela, Todo se desmorona, [1958], describe con amargura cómo la civilización europea se apropia del mundo africano y las influencias occidentales cambian la sociedad de este continente. Otras obras de Achebe son Flecha de Dios [1964] y Un hombre del pueblo [1966]. Sin concesiones al sentimentalismo, con bastante ironía, transmite, en una prosa colorista, las costumbres y el habla local del pueblo igbo. Entre las últimas obras de Achebe destacan la colección de cuentos Chicas en guerra [1971], y Navidades en Biafra y otros poemas [1973]. Desde 1971 colabora con Okike, una de las revistas literarias más influyentes de África. Hormigueros de la sabana [1987] es una novela que trata sobre el fracaso de los intelectuales y políticos africanos. Su revolución personal ha consistido, según sus propias palabras «en ayudar a mi sociedad a recuperar la fe en sí misma y superar los complejos de años de denigración y autodesprecio».
Más información de datos biográficos, Enciclopedia Británica:
http://www.britannica.com/EBchecked/topic/3493/Chinua-Achebe Fuentes:
- Enciclopedia Británica
- Imágenes: http://www.botanical-online.com/dioscorea_alata_cultivo.htm http://www.arteafrica.com/mobi89.htm https://www.facebook.com/ChinuaAchebeAuthor?fref=ts - The New York Times: http://www.nytimes.com/2013/03/23/world/africa/chinua-achebe-nigerian-writer-dies-at-82.html?pagewanted=all&_r=1 - Acerca del pueblo Igbo, una de las etnias más extendidas de África: recomiendo visitar este sitio: http://meetingafrica.blogspot.com.ar/2012_06_01_archive.html
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Conversar de libros, y de los caminos a donde ellos nos llevan, dar una opinión, contar impresiones, describir una escena, personaje favorito, nunca contarlo todo, aunque a veces, elijamos ir un poco más allá, y no está mal, no a todos les molesta.
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