Día de las Escritoras
17 de octubre
Una conmemoración que inicia este año en España,
para recuperar y hacer visible la obra de tantas mujeres escritoras.
Por primera vez este año se celebra el Día de las Escritoras. Esta nueva iniciativa busca reivindicar la obra y recordar la trayectoria —muchas veces relegadas a un segundo plano a lo largo de la historia—, de tantas excelentes escritoras.
La fecha se debe a que es el primer lunes siguiente a la festividad de Teresa de Jesús, que se conmemora el 15 de octubre.
Lo organiza la Biblioteca Nacional de España, en colaboración con la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias [FEDEPE] y la Asociación Clásicas y Modernas para la igualdad de género en la cultura.
* * *
Hay muchas escritoras con las que querría empezar esta conmemoración.
Elijo a esta mujer excepcional, tanto en lo que respecta a su personalidad intelectual como a su obra literaria.
Ella compitió con los grandes poetas españoles de su siglo —Siglo de Oro—, y sin embargo, su Primero sueño, fue admirado por los que en su época admiraban al más grande: Luis de Góngora.
Pero sus poemas dejaron de ser leídos durante casi dos siglos.
Fue una innovadora, «la materia de sor Juana nunca antes había sido poetizada», dijo el padre Diego Calleja. Y esto reflejó su obra: la fascinación por sus lecturas y el deseo incansable por el conocimiento.
La suya, no es una lectura fácil, hay historias de Ovidio, por ejemplo, que solo el lector familiarizado con las Metamorfosis podrá apreciar. Es el que sabrá de Homero cuando lea del «dulcísimo poeta». Ella no hace una escritura explicativa, sabía que sus lectores eran cultos y conocían bien ciertos temas.
«Pero nosotros, tan alejados de sus tiempos, dice Antonio Alatorre en este libro que leo, necesitamos aquí olvidar lo que sabemos y hacer nuestro eso que en tiempos de sor Juana "se sabía", y que nosotros hemos olvidado».
«Para ella y para sus contemporáneos, tan fuente de poesía es la naturaleza como la cultura».
Para pasar del dormir al soñar, para ver lo que el alma vio en el sueño, leamos el poema completo.
Aquí los versos del final, los del despertar de ese sueño.
Si quieren acompañarme, apreciarán seguramente su minuciosidad y valorarán la delicada atención a los detalles, su gracia y su talento. Es una experiencia que requiere un esfuerzo, tendrán su recompensa.
Ella soñó que quería conocerlo todo, y claro, vio que era imposible... Lejos de ser una frustración, su mano de poeta desbordó alegría y entusiasmo.
Primero sueño
[1692]
Sor Juana Inés de la Cruz
[1651-1695, México]
En el cielo están los ángeles, que son inteligencia pura,
inmensamente superior a la inteligencia humana;
sí, pero en la tierra, en este nuestro mundo sublunar,
no hay nada que supere en excelencia al alma humana.
Y del cerebro, ya desocupado,
las fantasmas huyeron
y, como de vapor leves formadas,
en fácil humo, en viento convertidas
su forma resolvieron.
(Así linterna mágica, pintadas
representa fingidas
en la blanca pared varias figuras,
de la sombra no menos ayudadas
que de la luz: que en trémulos reflejos
los competentes lejos
guardando de la docta perspectiva,
en sus ciertas mensuras
de varias experiencias aprobadas,
la sombra fugitiva,
que en el mismo esplendor se desvanece,
cuerpo finge formado,
de todas dimensiones adornado,
cuando aun ser superficie no merece).
En tanto, el padre de la luz ardiente,
de acercarse al Oriente
ya el término prefijo conocía,
y al antípoda opuesto despedía
con transmontantes rayos:
que, de su luz en trémulos desmayos,
en el punto hace mismo su Occidente
que nuestro oriente ilustra luminoso.
Pero de Venus, antes, el hermoso
apacible lucero
rompió el albor primero
y del viejo Titón la bella esposa,
amazona de luces mil vestida,
contra la noche armada, hermosa si atrevida,
valente aunque llorosa,
su frente mostró hermosa
de matutinas luces coronada,
aunque tierno preludio, ya animoso
del planeta fogoso,
que venía las tropas reclutando
de bisoñas vislumbres
(las más robustas, veteranas lumbres
para la retaguardia reservando)
contra la que, tirana usurpadora
del imperio del día,
negro laurel de sombras mil ceñía
y con nocturno cetro pavoroso
las sombras gobernaba,
de quien aun ella misma se espantaba.
Pero apenas la bella precursora
signífera del sol el luminoso
en el Oriente tremoló estandarte,
tocando al alma todos los süaves
si bélicos clarines de las aves,
diestros, aunque sin arte
trompetas sonorosos,
cuando —como tirana al fin, cobarde,
de recelos medrosos
embarazada, bien que hacer alarde
intentó de sus fuerzas, oponiendo
de su funesta capa los reparos,
breves en ella de los tajos claros
heridas recibiendo
(bien que, mal satisfecho su denuedo,
pretexto mal formado fue del miedo,
su débil resistencia conociendo)—,
a la fuga ya casi cometiendo
más que a la fuerza, el medio de salvarse,
ronca tocó bocina
a recoger los negros escuadrones
para poder en orden retirarse,
cuando de más vecina
plenitud de reflejos fue asaltada,
que la punta rayó más encumbrada
de los del mundo erguidos torreones.
Llegó, en efecto, el sol, cerrando el giro
que esculpió de oro sobre azul zafiro.
De mil multiplicados
mil veces puntos, flujos mil dorados,
líneas, digo, de luz clara, salían
de su circunferencia luminosa,
pautando al cielo la cerúlea plana;
y a la que antes funesta fue tirana
de su imperio, atropadas embestían:
que sin concierto huyendo presurosa,
en sus mismos horrores tropezando,
su sombra iba pisando,
y llegar al ocaso pretendía
con el (sin orden ya) desbaratado
ejército de sombras, acosado
de la luz que el alcance le seguía.
Consiguió, al fin, la vista del ocaso
el fugitivo paso,
y en su mismo despeño recobrada,
esforzando el aliento en la rüina,
en la mitad del globo que ha dejado
el sol desamparada,
segunda vez rebelde, determina
mirarse coronada,
mientras nuestro hemisferio la dorada
ilustrada del sol madeja hermosa,
que con luz judiciosa
de orden distributivo, repartiendo
a las cosas visibles sus colores
iba, y restituyendo
entera a los sentidos exteriores
su operación, quedando a la luz más cierta
el mundo iluminado, y yo despierta.
Primero sueño [extracto],
Sor Juana Inés de la Cruz
* * *
Así termina Primero sueño, maravilloso final para el poema predilecto de sor Juana, su obra maestra, que inicia con el triunfo de la Noche y termina con el triunfo de la Luz...
Sobre la superficie de nuestro hemisferio
tendía el Sol su cabellera de oro,
su madeja hermosa...
Juana de Asbaje, universalmente conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, su nombre religioso, es la autora de estos bellísimos versos y de una deslumbrante producción lírica y dramática que les sorprenderá en cada lectura, porque requiere varias, metódicas y profundas lecturas.
Les decía hace un momento que este esfuerzo tiene su recompensa, la de asombrarnos [como con este ejemplo habrá sucedido] con su innegable perfección formal y, lo más importante para un simple lector que busca conmoverse, con su emotividad intensa y singular.
No estoy siendo original, no descubro a nadie nuevo, sí animo a algunos lectores que no suelen visitar a estos escritores, a hacerlo. Con la certeza de saber que están leyendo a la que es considerada la mayor poetisa del siglo XVII, la que fue así considerada no solo en el territorio de Nueva España, también en todos los dominios de habla castellana.
Espero que hayan disfrutado de este recuerdo. De leer y seguir leyendo de una escritora que quiso saber, leer y conocerlo todo. Sin límites, sin fronteras, sin estorbos.
Modelo, estímulo y ánimo para muchos lectores.
Modelo, estímulo y ánimo para muchos lectores.
Hasta la próxima lectura,
C. G.
Notas
- Sor Juana Inés de la Cruz, Primero sueño. Edición de Antonio Alatorre:
Biblioteca Universitaria de Bolsillo |
- Biblioteca Nacional de España:
http://www.bne.es/es/Inicio/http://www.bne.es/es/Actividades/2016/10-octubre/DiaEscritoras
- Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, Sor Juana Inés de la Cruz:
http://www.cervantesvirtual.com/portales/sor_juana_ines_de_la_cruz/
- La hora más bella de Sor Juana, Alejandro Soriano Vallés:
http://www.ejournal.unam.mx/ehn/ehn41/EHN000004109.pdf
- La hora más bella de Sor Juana, Alejandro Soriano Vallés:
http://www.ejournal.unam.mx/ehn/ehn41/EHN000004109.pdf