«To the States»
To Identify the 16th, 17th, or 18th Presidential
poem
by Walt Whitman
«A los estados»
Para identificar las Presidencias 16.ª, 17.ª o 18ª
¿Por qué reclinarse, interrogar? ¿Por qué estamos todos adormecidos?
What depending twilight—scum floating atop of the waters,
Qué ocaso cada vez más profundo —escoria flotando sobre las aguas.
Who are they as bats and night-dogs askant in the capitol?
¿Quiénes son esos que andan, como murciélagos y como perros nocturnos, preguntando en el capitolio?
What a filthy Presidentiad! (O South, your torrid suns! O North, your arctic freezings!)
¡Qué sucia Presidencia! (¡Oh Sur, tus tórridos soles! ¡Oh Norte, tus árticas heladas!
Are those really Congressmen? are those the great Judges? is that the President?
¿Estos son, de verdad, los Congresistas?, ¿y aquellos los grandes Jueces?, ¿y ese el Presidente?
Then I will sleep awhile yet, for I see these States sleep, for reasons;
Entonces, dormiré todavía un rato, ya que veo que estos Estados también duermen, por razones;
(With gathering murk, with muttering thunder and lambent shoots we all duly awake,
(Todos estamos debidamente despiertos, en la oscuridad creciente, con el murmullo del trueno y con los brotes centelleantes,
South, North, East, West, inland and seaboard, we will surely awake.)
Sur, Norte, Este, Oeste, el interior y el litoral: nos despertaremos, sin duda).
By the Roadside
Al borde del camino
*
«A los estados. Para identificar las Presidencias 16.ª, 17.ª o 18.ª» es un poema de ocho versos, del gran Walt Whitman, fundador de la poesía norteamericana.
Se encuentra en su famoso libro Hojas de Hierba [Leaves of Grass, 1855], dentro del grupo titulado «al borde del camino [By the Roadside [1881].
Esta obra se considera la gran epopeya americana y la gran epopeya de la literatura universal, donde se canta el nacimiento de Estados Unidos y su desarrollo como nación.
Pero también es el retrato de una persona: Walt Whitman. Con sus pasiones y anhelos, con su poesía y su prosa.
Todos conocen al poeta estadounidense, al autor del portentoso Canto a mí mismo [1855], a su tono optimista, de confianza, el que alaba el cuerpo humano y la naturaleza, el que tan bien expresa el goce de los sentidos.
Pero acá se aleja de los poemas sentimentales. Y se muestra enojado.
Con una gran claridad de imágenes escribe este reproche a los políticos que gobiernan —escoria flotando sobre las aguas—, los reprende y expresa su descontento. También reprende a los congresistas y a los jueces.
Denuncia el oportunismo político, la corrupción oficial y la atmósfera que crean —esa densa oscuridad, en una feroz diatriba.
Es «el Whitman político».
Un poeta que leyó los signos de su tiempo, lo dice Betsy Erkkila en su Whitman, The Political Poet [1989], donde repara en este aspecto: el poeta y la historia, la cultura política de su tiempo.
Él, como muchos estadounidenses, estaban hartos de los presidentes Millard Fillmore, Franklin Pierce y James Buchanan, quienes no gobernaron con la firmeza y pericia que los ciudadanos esperaban.
Entonces Whitman, quien expresó su enojo en un panfleto, sin miramientos, los llamó villanos, superficiales, mediocres, llorones, poco confiables, de falso corazón,... «¡Qué sucia Presidencia!», dice en el poema.
Y luego, volviendo al poema, al finalizar, habla del despertar democrático como esperanza, una especie de atisbo de alegría cuando esa escoria es limpiada por los ciudadanos que despiertan. Y la energía y entusiasmo de Whitman vuelve, with muttering thunder and lambent shoots, esa fuerza imprescindible.
Porque para Whitman [1819-1892], poeta, enfermero voluntario en la Guerra de Secesión [1861-1865], periodista y ensayista, «el hijo de Manhattan», carnal y bebedor, es necesario que todos estén «debidamente despiertos».
Dice de la democracia, «esa forma de ser. Ese estar con los demás. Que los que gobiernan se acerquen a sus semejantes, que los respeten y que defiendan su dignidad».
Espero que les haya gustado leer este poema en un momento tan especial que estamos viviendo, tan difícil de explicar para mí que parece una fantasía distópica.
Pues bien, quise encontrar algo en la literatura.
Invocar al poeta Whitman y a su apasionada voz sin freno, llena de energía y lucha. Recurrir a ella, ya que también fue de esperanza en tiempos de gran desilusión.
Es una voz que proviene de Estados Unidos, sí, pero que saluda al mundo, sin tiempo. Y, sobre todo, una que «no tiene cátedra, ni filosofía, ni escuela». Y sí tiene la justa indignación.
Por otro lado, siempre es grato volver al colosal Whitman, «el primer poeta de la democracia». Tan admirado por Emerson [1803-1882], quien elogió en una carta su espíritu libre y valiente, y Tennyson [1809-1892], su contemporáneo británico.
También por José Martí: «¿Quién es el ignorante que puede prescindir de la poesía?», dijo el poeta cubano, exiliado en Nueva York, quien también pide fervorosamente: «¡Escuchen a Walt Whitman. Hay que estudiarlo!».
En Hojas de Hierba, con cambios en las diferentes ediciones, Whitman hace muchas referencias a presidentes. Hay cambios en su pensamiento y en su tratamiento poético. Desde el presidente idealizado [odas a Abraham Lincoln] a la decepción por la incapacidad y balbuceos para hacer lo que hay que hacer. Puppets!, dice, en lugar de hombres instruidos, experimentados y estadistas que necesitamos.
Whitman nació en 1819, diez años después de la presidencia de Thomas Jefferson [1801-1809], y fueron los valores democráticos jeffersonianos con los que creció. Idolatrando a este y a todos los presidentes legendarios, como George Washington y Andrew Jackson, además del nombrado. Apoyó activamente a otros en los que confiaba.
En diferentes tiempos, el poeta se erige como la voz de la «gente común», o cae en la apatía, o comete «errores de juicio» en sus teorías sobre el concepto personalista del poder presidencial y el poder de los hombres de gobierno, el que fuera un ideal para él. Y también nosotros, en todo caso, los cometemos, en querer encontrar algo consistente y lógico, tanto en nuestros presidentes como en los poetas —como dice el excelente estudio de Nathan Faries* [The Pennsylvania State University].
Su visión dicotómica, la idealización y el destronamiento. Todo está en Whitman.
Whitman realizó sus mejores trabajos en tiempos de agitación política —década de 1850—, un Whitman furioso y escéptico. Luego el país se unificaría y llegaría el período de creación literaria en que pierde la poesía y gana la prosa.
Es un Whitman más suave y amable. Ya no siente la justa indignación.
¿Habrá sentido el poeta nostalgia por ese fuego? Un tema que no concluye.
Ahora me despido, hasta la próxima lectura.
Cecilia Olguin Gianelli
Notas
- Poetry Foundation: To the States, by Walt Whitman:
https://www.poetryfoundation.org/poems/51868/to-the-states
- Hojas de Hierba, Walt Whitman: Pág. 299.
https://www.solidaridadobrera.org/ateneo_nacho/libros/Walt%20Whitman%20-%20Hojas%20de%20hierba%20&%20%20prosas.pdf
- Hojas de Hierba, Walt Whitman. Edición completa. Selección de prosas: Edición de Eduardo Moga.
https://mep.janium.net/janium/Documentos/273411.pdf
- El poeta Walt Whitman, José Martí:
https://circulodepoesia.com/2019/05/jose-marti-sobre-walt-whitman/
- Whitman and the Presidency: Nathan Faries.
https://pubs.lib.uiowa.edu/wwqr/article/25851/galley/134219/view/
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